No sé si les conté (creo que no) pero desde hace un tiempo, literalmente, no miro TV. No sería raro para mucho de ustedes, pero para mi generación, que transita los 40 años, no es tan común. De todos modos a muchos de mis amigos le pasa lo mismo. La realidad es que hoy con un poco de tiempo, suscripciones y ganas uno se puede armar un muy buen algoritmo para poder pasar el tiempo mirando cosas en Youtube mucho más interesantes que ver a periodistas ensobrados en la TV y de paso, aprender algo.

En eso estaba, mirando al crack de Linus, cuando se puso a probar un disco de vinilo que contenía vídeo. O sea, sí, un disco de vinilo que se hizo para reproducir películas y pelear por ser el formato líder en video hogareño en la década de los 80’s. Resulta que RCA, quién supo llenar sus arcas con millones gracias al formato de discos de vinilo, intentó mantener ese medio físico empujando hasta el límite a sus ingenieros para que metan películas en un formato donde una aguja pincha un surco (?). Eso fue SelectVision y los discos Capacitance Electronic Discs (CED).

Tuvo un desarrollo de 15 años y podemos decir que fue una apuesta realmente arriesgada de RCA. Este formato que llegó a las tiendas en 1981 con la promesa de llevar el cine a tu sala de estar… a su manera. Se trata sin dudas de una joya de la arqueología tecnológica, un puente entre el vinilo musical y la era digital que nunca llegó a brillar del todo.

¿Cómo funcionaban los CED?

En esencia, un CED era una especie de disquete gigante con un disco de vinilo de 12 pulgadas adentro. Pero en lugar de surcos que vibraban con música, estos almacenaban señales de video y audio analógico. Una aguja de diamante, montada en un brazo dentro del reproductor, recorría esos surcos a 450 revoluciones por minuto (a diferencia de 33 en un disco de audio) leyendo la información mediante un sistema de capacitancia electrónica (de ahí su nombre). El resultado: hasta 60 minutos de video por cara, con una calidad comparable a una buena señal de TV analógica de la época, alrededor de 300 líneas de resolución en condiciones óptimas.

Un comercial de SelectaVision.

El reproductor, una caja robusta que parecía un cruce entre un equipo de alta fidelidad y un electrodoméstico de ciencia ficción, ofrecía trucos interesantes para 1981: podías pausar, avanzar o retroceder a un punto exacto, e incluso algunos modelos tenían funciones de búsqueda por «capítulos». Los discos venían en fundas de plástico que se insertaban directamente en la máquina, evitando que tocaras la superficie y la dañaras. Era como si RCA hubiera dicho: «¿Y si combinamos lo mejor del vinilo con lo que el futuro nos pide?»

Una biblioteca muy importante, pero con un gran talón de Aquiles

RCA no escatimó en ambición. Para el lanzamiento, armaron un catálogo de cientos de títulos: películas como El Padrino, Star Wars o Alien, conciertos de rock, óperas y hasta documentales educativos. Querían que hubiera algo para todos, desde el cinéfilo empedernido hasta la abuela que solo quería ver a Pavarotti. Cada disco costaba entre 15 y 30 dólares (unos 50-100 dólares de hoy, ajustados a inflación), y los reproductores arrancaban en unos 300 dólares (casi 1,000 actuales). No era precisamente barato, pero RCA apostaba a que la novedad y la calidad convencerían a las masas.

El Padrino en ECD.

Pero no todo era magia. Los CED tenían un defecto inherente: el desgaste. Como los discos de vinilo, cada reproducción rozaba los surcos, y con el tiempo, la calidad se degradaba. Si veías tu película favorita 20 veces, empezabas a notar ruido visual y saltos. Además, la aguja misma podía dañarse o ensuciarse, afectando la experiencia. Comparado con formatos magnéticos o futuros sistemas ópticos, el CED era frágil, un eco de una era analógica que ya estaba siendo superada.

Otro problema era el timing. RCA llevaba décadas desarrollando esta tecnología (desde los 60), pero cuando finalmente llegó al mercado en 1981, el VHS ya llevaba cinco años ganando terreno con precios más bajos y una oferta masiva de alquileres. El CED era un señor elegante llegando tarde a una fiesta que ya había elegido a su rey.

El fracaso de RCA que hoy se convirtió en deseo de arqueólogos digitales

RCA terminó vendiendo solo alrededor de 100,000 reproductores en el primer año – la mitad de lo que la compañía había proyectado ambiciosamente – pero no se rindieron. Los reproductores de CED continuaron vendiéndose durante los años siguientes, a pesar de que las ventas de la máquina seguían siendo desastrosas. Además de RCA, Toshiba y Hitachi apostaron a lo suyo e intentaron vender reproductores de CED también, pero no obtuvieron mejores resultados. La cantidad de títulos siguió creciendo a pesar del desinterés del público. Grandes películas taquilleras de la época, como Star Wars, Ghostbusters y Tiburón, llegaron a CED, pero ni siquiera estos títulos familiares lograron atraer al público hacia el video en vinilo.

En 1984, RCA finalmente admitió la derrota. Se habían vendido menos de 500,000 máquinas CED en total, una cifra muy por debajo de la predicción de la compañía de que la mitad de los hogares estadounidenses tendría una en 10 años. En abril, RCA anunció oficialmente la descontinuación de sus reproductores de CED, tranquilizando a las pocas personas que habían invertido en una máquina al asegurarles que continuarían lanzando discos durante tres años más. Sin embargo, solo lo hicieron por dos.

Como nota final algo melancólica, los últimos discos de video en vinilo que se lanzaron fueron The Jewel of the Nile y un cortometraje conmemorativo llamado Memories of VideoDisc, que se entregó a varios empleados de RCA que habían estado involucrados en el desarrollo del CED. Con ello, la breve y condenada existencia de los CED llegó a su fin.

Hoy en día, los CED están prácticamente olvidados, salvo en la memoria de unos pocos coleccionistas. Los reproductores en sí son relativamente raros, pero los discos aún se pueden encontrar en sitios principalmente americanos cómo eBay. Todo el despropósito que llegó a ser el CED es una nota extraña pero memorable en la cada vez más extensa historia del entretenimiento en casa.

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