Dicen que, indefectiblemente, el que escribe lo hace con la esperanza secreta de que algún día sea leído por otro. Aunque se trate de la misma persona, en el fondo, el tiempo lo habrá cambiado de tal forma, que no será el mismo. «En los mismos ríos entramos y no entramos, pues somos y no somos los mismos«, diría Heráclito.
Hace un tiempo, en otras tierras, en otros tiempos, escribí un resumido racconto de la historia del anime en Latinoamérica. Como algunos lectores y comentaristas habrán notado, acababa inconscientemente en un tono nostálgico, inevitable para quien tipea, que conscientemente lo expresaba como un deseo de cambio; además de que daba un sentido poético oculto al título Ojos Rasgados. Pero, mucha agua corrió bajo el puente, y la frase de Heráclito demuestra sus dos milenios y medio de vigencia.
Hoy, podemos decir que se mira muchísimo más anime en Latinoamérica que hace 3 o 4 años. Que hay series en emisión y con doblajes al latino nuevas, incluso estelares, tanto en la actualidad como en proceso a futuro, y que el hype, la expectativa por la animación japonesa, se encuentra en una franca y sana mejoría. No todo tiene color y olor de rosas, tampoco: nos encontramos a años luz de aquellas grandes explosiones que durante los 90’s masificaron el anime hasta convertirlo en una parte cultural trascendente de la época.
Pero, es innegable que algo de especial tuvieron esas explosiones, ya que son buena parte del motor que se puso en marcha de nuevo. Dragon Ball Super, Digimon Adventure Tri, Sailor Moon Crystal, Saint Seiya (Caballeros del Zodíaco) Soul of Gold, y más recientemente CardCaptor Sakura, o pronto Captain Tsubasa (Supercampeones); hacen que uno realmente se pregunte en que año estamos, si es que de golpe tenemos menos canas, los televisores se volvieron de tubo o el calendario se quedó tildado, en un extraño Día de la Marmota versión anime.
El largo «Mientras Tanto» del anime
Para resumir un poco el estado anterior de las cosas, bien puede recordarse que a la caída de Animax para convertirse en Sony Spin, y durante los años en los que Crunchyroll aún intentaba despegar en la zona (2008-2012), toda una legión de fanáticos quedó huérfana por un tiempo de un lugar centralizado en el que consumir anime. Foros como MC Anime (que cerró cuando llegó Crunchyroll), y el comienzo de las páginas abanderadas debajo de la clásica Jolly Roger de Internet, contrastaban poderosamente con el antiguo apogeo del anime, que había llegado a mantener canales propios y vigentes como el recordado Locomotion durante una década.
Quitando honrosas excepciones como ETC.tv, y algún proyecto de corto vuelo, fueron épocas de sequía, ilegalidad y desapego de este arte con sus consumidores latinoamericanos que se vieron obligados a buscar activamente sus series de interés. Valga recordar que si bien la banda ancha existía, también es cierto que era bastante pobre en caudal, disponibilidad, y que a duras penas se podía ver algo fluido en calidades que hoy en día nos harían sonrojar; eso claro, si teníamos la suerte de encontrarlo.
Mantenerse como aficionado al anime se convirtió, tal y como lo marqué casi al final de aquella época, en una tarea de expertos copistas, fanáticos y amantes, pero muy pocos en comparación con los que podían encontrarse con anterioridad.
La marea comenzó lentamente a cambiar, por suerte, y sus olas trajeron más atención probablemente de la mano de la nerdización social que empezó a expandirse, por un lado; y por el otro, con explosiones culturales como el fenómeno cosplay. No me cabe ninguna duda de que el factor gaming también influyó en eso, porque en ningún lugar de la Tierra, la animación y los videojuegos se relacionan tan íntimamente como en Japón. Poco a poco, cada vez había más y más gente que, sin ser otaku ni experta, se interesaba activamente por el anime.
Servicios de streaming como Netflix supieron parar la oreja, y temporada a temporada sumaban algún que otro anime, o película, al punto de que hoy su catálogo si bien es corto, por lo menos ostenta una calidad decente. Crunchyroll, por su parte, ofrecía algunas de las glorias del nuevo siglo, pero su mayor fuerte era y es la emisión de animes en vigente publicación, con subtítulos a las pocas horas de salido el episodio en Japón.
Era la antesala lenta pero segura del regreso del anime, coincidiendo temporalmente con la masificación del consumo de series, la extensión del Binge Watching y el poderío del streaming. Siendo el último punto fundamental, ya que la televisión convencional seguía negada al anime, con la eterna excepción de Pokémon, y otro shōnen en particular que, junto con viejos compañeros de batalla como Sailor Moon (Crystal), pondrían el acento de la nueva era y el final del oscurantismo previo.
Sálvanos, Goku
Más cerca nuestro en el tiempo, y también geográficamente, la principal punta de lanza del resurgir del anime en medios de comunicación, canales de cable y web, viene de la mano de la que fuese la serie que más pegó, a la fecha. La larga y famosísima saga de Dragon Ball tendrá sus defectos, sus peros e improvisaciones admitidas por su propio autor (en especial la última parte, Super); sin embargo, ha logrado lo que miles de recomendaciones cultas y sesudas han intentado por décadas.
Porque, les aseguro por conocer no uno, sino muchos casos, que fans y nostálgicos no tan fanatizados rompieron por primera vez en sus vidas su juramento de no ver nada que no estuviese doblado al español latino, menos que menos de un idioma como el japonés, solamente con tal de ver Dragon Ball Super a su estreno. Ni que decir, de que para la mayoría, fue el primer anime que miraban en al menos una década, cuando no dos.
Quizás el aplauso final llegó cuando la serie confirmó su doblaje al latino y posterior emisión por la que hoy en día es la cadena de animación más fuerte de nuestra zona. Cartoon Network selló el trato con Toei, y aquellos que no se le habían animado al japonés subtitulado, pudieron dar vueltas carnero de alegría. Recuerdo perfectamente también, que yo mismo trataba de recordar cuando había sido la última vez que la televisión del continente pasaba una de las novedades fuertes de la isla nipona, con permiso de Pokémon que nunca se fue a ningún lado, o de Yo-kai Watch, que desde hacía un tiempo venía siendo deleite de los más chicos por otra cadena.
Si a eso le sumamos que en conjunto con la nueva temporada, se estrenó también la remasterización que faltaba de Dragon Ball Z, correspondiente a la saga de Boo, queda claro el aluvión infernal imparable de productos salidos de la cabeza de Toriyama. Uno que en poco tiempo salpicó a nuevas generaciones, que pasaban de no entender que hacían los viejos mirando cosas en chino, para después meterse ellos mismos en la complicada historia, entender quienes eran Goku, Vegeta o Trunks.
Todo esto podría resumirse también con un ominoso «una golondrina no hace verano«, que se tratase de un caso aislado y excepcional, digno del anime que más hondo caló en nuestra cultura. Para refutar eso, alcanza con ver los estrenos y las confirmaciones del 2017 que se fue. Desde la adaptación Hollywoodense de Ghost in the Shell, pasando por aquella serie de Netflix que hizo lo mismo con Death Note, hasta, ya en el plano 2D, los proyectos de Captain Tsubasa, Cardcaptor Sakura (cuya versión antigua pasaban en Cartoon Network también), y una vez más Netflix trayendo de nuevo a la vida Saint Seiya, los queridos Caballeros del Zodíaco. Otro que vio las pantallas latinas después de mucho tiempo fue Beyblade Burst. No es mucho, comparado con las épocas doradas, pero mejor que nada, es.
Mientras escribo, también hay proyectos en marcha como el de TOKU Latinoamérica, que lentamente se acercan al sueño de contar una vez más con un canal especializado en animación. Con el debido respeto a propuestas como ETC.tv, o MixPlay.TV, que hizo e hicieron respectivamente lo suyo, aunque sin llegar nunca a la totalidad de países del espectro latinoaméricano. Agregado a esto los doblajes originales que Crunchyroll empieza a incluir de algunas de sus series (Yamada kun, Rokka), o aquellas licencias que consigue Netflix (Little Witch Academia, Castlevania, Violet Evergarden) notamos que el interés renovado con el que se mira al anime es generalizado, y lentamente empezamos a alejarnos de las épocas negras de poca y nula difusión masiva (legal) en el subcontinente.
¿Volver?
Es muy posible que la ola de regresos, nuevas temporadas sacadas de la galera o resurrecciones un tanto inesperadas de series icónicas sea una fase con un fin no tan lejano. Después de todo, hay número finito de las mismas. Pero siendo sinceros, la realidad es que el anime nunca se fue a ningún lado. Fuimos nosotros quienes nos alejamos, culturalmente hablando, váyase a saber porqué.
Dragon Ball, Supercampeones, Digimon, o Los Caballeros… pueden ser la excusa perfecta que nos estaba faltando para retomar un gusto y arte que, como expliqué hace años, mamamos socialmente durante varias generaciones, y por un tiempo quedó suspendido. Ver estas series no nos va a hacer volver al pasado, el pasado allá atrás quedo. No volveremos a la secundaria, ni a la primaria, ni desaparecerán las presiones laborales. No seremos ni novatos en el amor ni tan esperanzados o antipáticos hacia el futuro. No veremos la bici como medio de transporte más que para quemar grasas, ni tendremos que entregar tareas a contrarreloj de cosas que, hoy, nos parecen tan sencillas. Tampoco, y perdón por decirlo, volverán algunas compañías de antaño. Y seguramente, todos los que no las han visto antes, no tendrán ninguno de esos recuerdos.
Pero quizás, con un poco de suerte, en ése ratito tan mínimo de 23 minutos y 40 segundos que dura un episodio de anime promedio, nos encontremos con una pequeñísima parte de nosotros mismos. Una que nos olvidamos por ahí, que quizás ni sabíamos que habíamos perdido. Es muy posible que sea el pequeño empujón que hacía falta para redescubrir un medio y arte únicos, íntimamente ligado con los videojuegos, que ningún otro ha logrado emular del todo, tanto en forma como argumentos.
Ojalá, muchos de los que despertaron el virus del anime, sea por vez primera o luego de años, se animen y empiecen por Dragon Ball Super o lo nuevo de Supercampeones, pero después busquen y descubran algunas de las obras maestras que pasaron sin reconocimiento masivo, más allá de unos pocos eruditos del anime. Porque, se los aseguro, Japón nunca dejó de producir genialidades para todos los gustos. Desde el suspenso y terror de Another, al majestuoso Jojo’s Bizarre Adventure, a la comedia romántica por excelencia que supone Toradora!, o el complot político de ACCA:13. De lo cual planeo hablar en el futuro cercano, dicho sea de paso.
No somos los mismos, pero aún así podemos volver. Con permiso filosófico de Heráclito, claro.
Bellisimo post, muy bien redactado y ahora me dió hasta ganas de picotear algo del anime que citas, género del cual nunca me enganche en su momento, más allá de algunos bestiales mangas… muchas gracias y felicitaciones!
PD: dicho sea de paso y teniendo «casi» ninguna relación más allá del origen oriental del asunto… alguien de por estos lares le gustan los doramas?
Por su puesto! Son muy buenos o por lo menos los pocos fragmentos que he podido ver de algunos puesto que no los emiten mucho por esto lares.
Muchas gracias por la buena onda, y si sirve de empujoncito final para afianzar el gusto, tarea cumplida. Aunque más que género yo lo llamaría Arte, ya dentro de si mismo se divide (shōnen, mecha, horror, etc.). Lo cual es una de las mejores partes ya que hay anime para todos los gustos, incluso para distintos momentos del día, concepto que me ayudó mucho a retomarlo y ver más.
Post Scriptum, paso a comentar que I-SAT va a estar pasando Mononoke y Gintama, no sé hasta cuando porque recuerdo haber visto hace unos meses Gintama muy temprano… así como también en su momento pasaron (o intentaron pasar) Cowboy Bebop. No lo agrego al artículo principal porque no tiene mucho sentido, pero viene a confirmar un poco la idea general.
Con respecto al dorama, sólo le he dado su oportunidad a aquellos basados en anime, y toco de oído en algunos con premisas interesantes. Pero es un pendiente más en la interminable cola.
Saludos.
si che super termina en marzo y este empieza en abril ademas olvier no la pecheaba como messi jajajaja
Que yo sepa, dejando los creepypasta de lado y las leyendas urbanas… Road to Victory, la última parte animada a la fecha, termina en el partido inaugural entre Brasil y
ArgentinaJapón, al comenzar el mundial Corea/Japón del 2002. Nunca sabremos si la pecheó. Aunque seguro que alguno dirá que le «cortaron las piernas»… literalmente.Si ahora creo por lo que lei van a los Olimpicos de 2018 ya deben ser SUB 20.