La historia humana está llena de magnificencia y miserias por partes iguales. En la continuidad del desarrollo de las civilizaciones, se dieron algunos pasos hacia adelante, y luego dos marcha atrás. Ya fuera por motivos religiosos, políticos, o por una degradación de ideas que antiguamente funcionaban, y en un momento determinado no continuaron siendo aplicables.
El caso de los griegos, y luego los romanos, es paradigmático en todos los sentidos. Pero, más allá de eso, un lugar en particular ha recibido atención especial, en comparación a nuestro momento histórico. Se trata, como no podía ser de otra forma, de los paralelismos entre La Real Biblioteca de Alejandría, y nuestro Internet. Aún así, podríamos atrevernos a incluir en la comparación, a muchos medios de almacenamiento que ya son parte cotidiana en nuestras vidas. La antigua biblioteca era un templo del conocimiento griego, emplazado en la muy alegórica ciudad que Alejandro Magno fundara en base a un sueño que tuvo pasando por el lugar vacío. Creada para mantener el legado helénico y clásico, pronto se convertiría en la referencia obligada de sabios, filósofos y genios. Su tarea no era meramente acumuladora, si bien encajaba dentro de la idea, sino que terminaría por sentar una escuela de pensamiento propia.
Para su creación, en tiempos de Ptolomeo I, contaba con la impresionante cantidad de 200.000 volúmenes. En una época en la que cada libro era escrito a mano, por gente específicamente dedicada a eso, llamados copistas, es fácil entender que se trataba de un número simplemente descomunal. Es sencillo además, pensar en la clase de conocimiento que allí pueden llegar a haber habitado, sobre todo pensando en la relación entre Ptolomeo y las campañas de Alejandro. Probablemente, aunque nunca tendremos certezas, se guardaba allí el mayor registro de la historia antigua, tanto helénica, como mesopotámica, egipcia, y quizás hasta de la índica.
Pero toda la inteligencia y sabiduría humana allí contenida, no se limitaba a una tarea de recopilación. Por sus pasillos, entre las columnas de estilo griego y manufactura egipcia, caminaron algunas de las mentes más dotadas y entrenadas de toda la historia. Sin embargo, ninguno de ellos pudo detener el curso del engranaje histórico, de la necedad humana, y la violencia. Del miedo, el odio y sobre todo, la ignorancia, fertilizante de todas las demás.
Perdido en el Tiempo
La biblioteca fue destruida incontables veces. Desde Julio César, que ordenó atacar a la flota egipcia con flechas flamígeras, agarrando el fuego de las naves a buena cantidad de libros, hasta motines de odio cristianos, judíos, musulmanes; no hubo discriminación étnica o religiosa a la hora de asaltarla y saquearla. La mayoría de las veces, no para robar sus conocimientos de mecánica, autómatas (ya hablaré de eso más tarde), o filosofía. Simplemente para romper y destruir.
Ni siquiera la madre naturaleza fue benigna con el conocimiento allí cuidado: Terremotos y posteriores inundaciones atacaron Alejandría sucesivamente con el correr de los siglos.
A pesar de todo eso, aún con todos los vientos políticos, sociales y religiosos en contra, la gran biblioteca y el museo seguían levantándose una vez más, y reponiendo la cantidad de tomos manuscritos con los que contaba. Quizás ésto no parezca demasiado importante, pero para poner de relieve el orden de las cosas, sólo un dato: De Protágoras, Demócrito y Heráclito, tres de los filósofos más importantes de toda Grecia, no nos queda ni un solo libro o referencia propia. Solamente cosas que sus discípulos o estudiosos han dicho sobre ellos, así como fragmentos citados, con lo cual podemos imaginar la cantidad de «teléfono descompuesto» que puede haber sobre sus enseñanzas.
De Sófocles, que escribiera más de 100 obras, sólo nos quedan menos de una docena. De la mano de Sófocles salió por ejemplo Edipo Rey, ése mito exquisito que terminaría inspirando a Freud más de 2400 años después. Tomémonos un minuto para pensar en la calidad o importancia de todas esas otras obras que nunca llegaron a nosotros. Para entender la relevancia potencial de lo que se perdió. ¿Cuántos miles de «Ilíadas y Odiseas» habrán quedado por el camino, relamidas por el fuego de la ignorancia, o enterradas por algún terremoto? Lo más probable es que nunca lo sepamos.
Memoria de corto plazo
Podemos pensar, que las épocas de intolerancia religiosa extrema, de cataclismos naturales devastadores, o de dependencia física para la posteridad ya han quedado atrás.
Pero sería en realidad un poderoso autoengaño, muy parecido al que tuvieron algunos de los genios que residieron en Alejandría. De hecho, gran parte de nuestros conocimientos hoy en día, dependen y se sustentan de medios que realmente no son para nada fiables. En caso de un gran cataclismo a nivel mundial, nuestro sistema eléctrico de guardado informático, es por definición misma, muy poco confiable.
Pensemos por un momento en los pergaminos del mar muerto, guardados allí por 2000 años. O en los hallazgos arqueológicos egipcios de hace… ¡7000 años!, y luego consideremos que un disco rígido actual no aguanta más de 100 años con su información. No hace falta volverse conspiranoico o apocalíptico, tampoco, para comprender que esa fragilidad puede volverse en contra muy fácilmente.
Ya no estamos hablando del inexorable paso del tiempo, que convierte a reyes en polvo, ni siquiera de cambios en el magnetismo terráqueo que podrían destrozar los registros magnéticos… sino de la fuerza más destructiva que conocemos: la del mismo humano.
Puede parecer una locura plantearlo así, pero mientras estas ideas recorrían por mi cabeza, con respecto a la futilidad de nuestro Internet y nuestros medios de almcenamiento, la historia se seguía escribiendo. Y poco puedo hacer yo, para no terminar relacionando una cosa con la otra. No hace falta algún desastre que casi extermine a la raza humana de la Tierra para plantearnos la desaparición de cientos de miles de Gigas de información (o al menos la forma de llegar a ellos).
Alcanza con que, como le sucedió a la Biblioteca de Alejandría, a un gobierno, credo o filosofía, no le guste lo que allí está guardado, la forma de ejercerlo o compartirlo. Que vaya contra los intereses de unos pocos en puestos de poder o de primacía económica. Solamente eso basta, para que toda una biblioteca del conocimiento, se vuelva incómoda, ilegal, y susceptible a su destrucción.
Fuego Impío
Uno de los personajes históricos a cargo del destino de la gran biblioteca, dijo que si ésta contenía algo que fuera en contra de su religión, debía ser destruida. Y si, por el contrario, repetía lo mismo o agregaba más conocimiento que su libro sagrado, también debía ser destruida por ser redundante. La orden fue quemarla completamente, y un cronista afirma que los papiros sirvieron como combustible para los baños públicos durante seis meses.
Ni siquiera la gran cantidad de genios que poblaron sus salones pudieron protegerla de la ignorancia que vivía fuera de esas paredes. Allí, descansaban las enseñanzas de Arquímedes, Sócrates, los descubrimientos científicos que tardarían milenios en redescubrirse, como el diámetro de la circunferencia de la Tierra de Eratóstenes (equivocado por 0,16%, nada mal para un tipo que se valió de un compás, un reloj de Sol y su cerebro), o las primeras máquinas de vapor funcionales.
Carl Sagan versó en su momento sobre ello, llegando a la triste conclusión de que ninguna de las mentes que vivían en la Biblioteca, jamás estuvieron en algún cargo político o religioso de importancia. Y que peor aún, nunca supieron inculcar ese conocimiento al resto de la sociedad. En sus insuperables palabras: «Los nuevos hallazgos no eran explicados o popularizados, el progreso realizado aquí les beneficiaba poco, la ciencia no formaba parte de sus vidas, no había compensación para el estancamiento, el pesimismo ni la más abyecta entrega al misticismo, así que cuando el populacho vino a quemar esta biblioteca nadie pudo detenerlo«.
Confiarnos creyendo en la infalibilidad, la descentralización o cualquier otra ventaja de la web, o de los medios magnéticos de almacenamiento, pude ser nuestro mayor talón de Aquiles como sociedad que quiere legar sus conocimientos a la próxima generación. Como hemos visto, siempre se puede volver atrás en el desarrollo de las ideas. Y aún a pesar de todos los avances, sólo estamos a una orden del FBI de que se pierda cualquier tipo de información, de manera unilateral y sin derecho a réplica. Pregúntenle a Megaupload, sino.
Una Reflexión
Hace un tiempo, me preguntaba, ¿cuándo aprenderán de Internet?, en que momento entenderían que es la Hidra de Lerna, que es inmortal, que no lo pueden voltear a su antojo.
Hoy, me pregunto a mi mismo si eso es lo que se preguntaban los griegos, alejandrinos, genios, filósofos y científicos de la Biblioteca de Alejandría. «¿Qué no entienden que hace más de 700 años que la venimos protegiendo, siempre la queman y la volvemos a armar?«. La sola idea de pensar en la cantidad de libros online que nunca verán una edición impresa, por si las moscas no más, me hiela un poco la sangre, de la misma forma que me entristece saber que nunca leeré un libro de Protágoras, perdidos todos ellos en la historia como tantos de Sófocles.
Sea por mano humana o cataclismo improbable, nuestros medios de sustentación del conocimiento son muy débiles si sólo dependen de Internet, de la electricidad, o del designio de algún tribunal manejado por un gobierno. Porque nos guste o no, quizás, nunca aprendan de Internet. Quizás no les interese aprender, como al califa Omar que mandó a quemar la biblioteca por redundante. O los cristianos que asesinaron a la genio matemática y filósofa Hipatia de Alejandría. Tal vez, siempre haya gente así.
Será nuestro deber entonces, no ser así, y defender las puertas de nuestras bibliotecas, físicas o digitales, el día que vengan a golpear en ellas. Porque, ¿quién sabe que genial referencia para el futuro, se esconda en ellas? Ustedes, queridos lectores, ¿de qué lado de la puerta estarán cuando suceda?
Creo que antes de lo que pasó con Megaupload todos pensábamos más o menos lo mismo respecto a Internet como el contenedor ideal para el conocimiento porque suponíamos que la información no se podía perder. Grave error.
De todos modos el problema no es la tecnología, que si bien seguramente se pueda mejorar, esta cumple bien su función. La cuestión es bastante más turbia. Siempre que se dice “el conocimiento es poder” se refiere también (de forma indirecta) que quien controle el conocimiento, controla el poder. Ejemplos de esto hay millones (hola experimentos nazis, tan innovadores como perturbadores), para toda sociedad es vital descubrir y/o mejorar algo existente. Ahora, habría que ver cuánto del “verdadero” conocimiento está disponible para todos (de ahí que en Alejandría a pesar de la cantidad de libros que había, muchos de sus habitantes no sabían leer). Y no me refiero a las fórmulas para hacer bombas caseras que hay en la deep web, sino a cosas realmente importantes que seguramente desconocemos. Sin embargo es cierto que con Internet la información que hay disponible se disparó hasta límites insospechables, de todos modos yo desconfío un poco…
Y sin ser pesimistas tirando a 1984, es probable que si lo que está disponible alguien no quiere que se lea, las restricciones vayan empeorando (hay varios países con problemas de este estilo, como China). Es solo cuestión de que el poder (el poder en serio -el FBI por ejemplo-, no nuestro gobierno que nos bloqueó solo la página oficial de piratebay pero no los mirrors, jajaja) decida restringir el acceso y, así como se cayeron megaupload y piratebay, pueden ir cayendo otras más. Y cuando eso pase veremos para que estamos realmente y si podemos frenar eso. Por ahora solo queda seguir descargando y llenando discos, lo peor está por venir.
Saludos Byron!
Exactamente Maxi. Por eso es que cosas como el Partido Pirata no son tan ridículas. Sin ir más lejos, hay que estar muy pendiente del caso Sony vs hackers. Lo último que escuché es que desde Corea desmintieron toda relación con los hackers y que van a ayudar a encontrar a los culpables.
Es verdaderamente preocupante, podríamos estar ante una falsa alarma, o ante el comienzo de una Guerra Informática con todas las letras. Que ya suceden de hecho, pero las mantienen lo más privadas posibles. Veremos que repercusiones trae, y si no termina esto alentando una nueva ley que ponga en riesgo la neutralidad de la web, con tal de poder «evitar ataques a futuro».
Un Saludo
Byron, como siempre es un gusto enorme leerte.
Creo que el verdadero problema radica en qué, más allá de que Internet ayude a compartir información, esta no está debidamente democratizada. ¿Cuantos usuarios de Internet aprenden algo nuevo gracias a este? A la «cultura» sí accede la gran mayoría de las personas, el éxito monstruoso de Youtube, iTunes o Netflix (o nuestro amado protocolo BitTorrent) lo demuestra. Y puse «cultura» no porque no crea que escuchar el tema del verano o volver a ver los dibujitos de la infancia no sean cultura, pero es sólo una parte de la cultura. La ciencia y la tecnología también son parte de nuestro acervo cultural, y tristemente el éxito de su proliferación en las masas no es tan grande como en el caso de las artes. Me encantaría poder definir cuál o cuáles son las causas principales de que esto sea así, para poder atacarlas, pero no lo sé. Se me ocurren varias, pero ninguna es definitiva. De cualquier modo, ese es un desafío que nuestra generación debe tomar en sus manos de una vez por todas: lograr difundir el conocimiento a todos, lograr interesar a todos en una diversidad de temas y no los 4 o 5 básicos que componen cualquier charla de vereda, lograr que cualquiera pueda formar su propio pensamiento crítico.
A propósito de los autómatas, me quedé muy manija con eso, y lo único que encontré por ahora es un invento de Herón, un carro programado con cuerdas y contrapesos según entendí a primera vista. ¿Hablabas de esto o tenés algo más bajo la manga para terminar de desconarnos la cabeza?
Sin lugar a dudas Ramiro, pero bueno, la información está. Gracias a Internet pude encontrar los planos para hacerme una fragua, por ejemplo. Por supuesto, me encuentro entre los pocos que le dan un uso práctico… pero la posibilidad, está. Lo mismo con libros que de otra forma, nunca podrías llegar a leer.
¿La causa? Básicamente, que es más fácil entretener y reírse, que aprender algo nuevo. Pero no es culpa de Internet eso, ya que es un mero reflejo de nuestra realidad.
Y si, le pegaste, Herón es uno de los sabios de Alejandría que quiero abordar en otro artículo. También el mecanismo de Anticitera, inventos de Arquímedes… hay toda una gama de cosas grosas de los griegos.
Buen post y reflexión sobre la ¿condición humana?
Creo que ahí está el meollo : hay que reflexionar sobre la condición humana y en forma muy urgente.
Una consulta , quien es el pintor de ese extraordinario cuadro que viene con el artículo?
El autor es Thomas Cole. Pertenece a una serie de pinturas llamadas «El Curso del Imperio» (The Course of The Empire). Están inspiradas remotamente en un verso de Lord Byron sobre el devenir histórico. La que usé se llama Destruction. Un saludo.
my mind is full of you
Hola Byron, muy buen artículo, solo como correción es «basta» y no «vasta»
Ahí lo arreglamos Luis
Gracias Luis, se ve que o se me chispoteó la tecla, o el sentido de las dos palabras. Y gracias a Guillermo por corregirlo también
Me quedé pensando en la sola idea de un cataclismo severo, donde pudiera perderse información muy valiosa no resguardada en ningún otro medio.
Aún con la perseverancia de las bibliotecas más importantes del mundo, todos los medios se vuelven vulnerables y no sé hasta dónde se ha tomado conciencia de ésto.
Imaginemos por un momento que ocurra el fin de la tierra en un hecho súbito.
¿Cómo nos aseguramos de dejar «vivo» nuestro testimonio magno?
Quizá no sea tan descabellado pensar en utilizar planetas inhabitables para el serhumano como lugares de resguardo de información.
Por ahora, Marte es un planeta totalmente poblado por robots humanos.
Its Something.
La condición -humana- la dignidad y su correlato la libertad, su desarrollo o restricción, están en juego, como siempre, solo que ahora en un contexto tecnológico cuyo impacto, alcances y poder de transformación solo tenemos algunas sospechas. No estaban sencillas las cosas antes de Internet, ahora se fueron al carajo, aceptemos que allá al fondo hay , incluso, potenciales cambios de especie.
Frente a esto hay algunas certezas que no por obvias son de menor importancia. Como decían en la Francia del siglo XVII, no se puede volver al estado de naturaleza, es decir, no queda mas que sumergirnos en el cauce tecnológico que presenta la historia, pensando en que significa dignidad y libertad en este nuevo marco, impidiendo retrocesos, avanzando con ellas, sabiendo que no todos quieren ser libres, que algunos oponen y opondrán una férrea resistencia. Hay varios pensadores que ven en Internet como la próxima – o ya presente- arena de batallas, de una lucha que viene desde hace rato, así Creative Commons, GLP, free sofware/open souce, gnu-linux, Wikipedia, torrent, se presentan hoy como potenciales bases o puntos de partida para el manejo de técnicas de construcción, manejo y distribución de conocimiento democratizadoras, con todas sus deficiencias y logros, son ciertamente esperanzadoras. Aunque también hay que admitir como contra cara de todo esto, nunca hubo mayor capacidad de control sobre los individuos y sus subjetividades, sutil, masivo preciso, sin intención de caer en 1984 esto recién comienza. Una de las preguntas es ¿como seguimos con esto?, por que no queda otra que seguir.
Por eso es interesante este “espacio” estas propuestas como la de aquí Byron la del blog. Medio cayadón, los sigo desde el culo del mundo, que no es poco, saludos buen año.-
Maravilhoso texto, quero leer muitas veces mas, todabia deseo que esta biblioteca dure por muchos anos.
congratulaciones y gracias por compartir sus ideas.
Cuanto se puede reflexionar a partir de este texto.
Es increíble la cantidad de cosas que damos por sentado diariamente, una de ellas: la perpetuidad del conocimiento. Que va a pasar con todo lo que la mayoría de la gente sabe, una vez que ya no esté aquí? Es muy triste pensarlo realmente.
Durante nuestra vida adquirimos todo tipo de conocimientos. Los más básicos como recuerdos, experiencias personales, tratamos de plasmarlos de alguna manera para guardarlos y así poder revivirlos en algún otro momento. De esta manera tratamos de transmitirlo aunque sea en parte a nuestras personas más cercanas.
Pero hay otro tipo de conocimiento, uno que es particular para cada uno. Que nace de nuestra esencia, el cual existe a partir de nuestra inteligencia o habilidad innata. Este conocimiento, es nuestro. No existiría si nosotros no estuviéramos ahí para crearlo. A partir de este conocimiento es que se crean grandes obras de arte, pinturas, libros, inventos, etc. Todo este conocimiento es muy preciado por su condición de excepcional, particular, único.
Ahora, como podemos cuidar de este conocimiento sin utilizar medios poco fiables, mediocres en el mejor de los casos?
En el escaso tiempo que llevo en este mundo solo se me ocurre una forma: TRANSMITIRLO!
Hay muchas formas de transmitir conocimientos, pero al momento lo que más me ha dado resultado es la transmisión directa y personalizada de la manera más clara posible. Ahora se preguntarán, como se transmite el arte? Una obra de teatro Japonés Kabuki? Una pieza de Ballet del 1600? Bueno, les digo… es muy difícil. Lo importante acá es generar interés, más allá de narrar una experiencia personal. De esta forma el nuevo interesado comienza una búsqueda de su propio conocimiento, el cual probablemente genere nuevas ideas, y así el ciclo no solo se mantiene sino que vuelve a comenzar.
Ojo, siempre está la posibilidad de generar confusión y crear lo que se suele llamar «un teléfono descompuesto», pero bueno, hasta el momento es algo que trato de minimizar siendo muy claro a la hora de transmitir este conocimiento.
Perdón por extenderme pero me volé!
Byron, es un placer leerte.
Hermoso texto, que mas puedo decir, sigan asi. Me conmovió
Me gustó muchísimo tu artículo y el nivel de análisis y reflexión no sólo que mostrás sino que provocás en quien te lee, ¿cómo puedo suscribirme para los contenidos que redactes? Me gustaría seguir al tanto de tus artículos.
No pares nunca de escribir chabon.