Vos te creés muy moderno porque ya no bajás música. Te creés moderno porque pagás una pequeña suscripción y tenés una cantidad casi infinita de discos y canciones para elegir. «Es la magia del streaming» decís mientras conectás tu Smartphone al Bluetooth del auto y te ponés a escuchar la increíble cantidad de basura que suena en el TOP 50 de Argentina en Spotify.
Pero aunque les duela a todos los modernos, la realidad es que el mundo no nació con la creación de Internet.
Y otro ejemplo de ello es el Shiver’s Multiphone. Se trataba de un Jukebox (conocidos por acá cómo Rockolas) que tenía la particularidad de que la música que reproducía no estaba en el aparato en si mismo, sino que luego de que el usuario ponía una moneda, se activaba una línea telefónica donde éste debía pedir una de las 170 canciones a un operador remoto que, a través de la misma línea telefónica, ponía a tocar la canción que estaba en un disco de vinilo. Increíble, inteligente, funcional y extremadamente astuto.
Streaming vía telefónica desde un «servidor remoto»
Si lo analizamos, a nivel funcional estos Multiphones no son tan distintos que una App de Streaming de la actualidad. La moneda es el pago de la suscripción, el request lo hacía el usuario a través de su voz y desde el servidor remoto (unas oficinas gigantescas llenas de chicas que eran llamadas Disk Jockeys) tenemos la respuesta que es la canción que se desea escuchar. En 100 años se automatizó todo y la calidad del audio es realmente incomparable… ¿Se imaginan escuchar música a través de una línea telefónica de cobre?
Estos aparatos fueron un éxito y se instalaron más de 8000 en restaurantes, cafés y bares de la costa Oeste de Estados Unidos. Durante muchos años las monedas de 10 centavos caían a raudales en las máquinas para alegrar a las personas que querían pasar un buen momento.
Luego de la Segunda Guerra, lentamente los Multiphones fueron reemplazados por las Rockolas automáticas, que se hicieron populares a partir de la introducción de los discos de 45RPM. No es posible considerar un fracaso, sino un reemplazo tecnológico ya que la diferencia de calidad en el sonido (y los costes) fueron llevando al invento de Ken Shyvers a la obsolecencia.
Hoy es posible encontrar estos aparatos en algunos sitios de subastas americanos. El precio de los mismos suele ser superior a los U$S 2000. Ideal para aquellos adinerados coleccionistas de lo vintage que quieran presumir con un «Spotify que tiene 100 años».