Cuando anduviste en la calle de la informática y ya peinás canas (si tenés suerte de peinar algo) algunas cosas te llaman la atención. Y es que vos usaste cable coaxil, pasaste a usar los primeros cables UTP conectados a un Hub, luego pasaste a conectar los cables a una maravilla llamada Switch (que a diferencia de los permitía de los Hubs donde les manda la información a todos los hosts permitía administrar conexiones punto a punto entre los hosts de la red y eliminaba las colisiones) donde por fin pudimos de verdad comenzar a compartir cosas en la red LAN donde nos juntábamos a jugar. A partir de ahí, los cables se volvieron palabra mayor para nosotros, los informáticos.

Luego vendría el WiFi, y hay que decir la verdad, las primeras versiones de WiFi eran cómodas, sí, pero a la vez solamente servían para navegar por Internet y a lo sumo para subir archivos chicos. La realidad es que para trabajar con archivos grandes, o para jugar, conectarse a Internet siguió siendo casi obligatorio hasta hace muy pocos años. De hecho, incluso los jugadores más entusiastas siguen conectándose por cable para jugar, porque un par de milisegundos son un par de milisegundos.

Sin embargo, no todo es tan simple. Hace poco me llevé una sorpresa que me devolvió a la realidad ya que me tocó actualizar la conexión de Internet en la casa de mi hermana. Ella vive algo lejos de la ciudad y tenía la típica conexión inalámbrica con un proveedor local que consta de:

Antena en caja estanca > cable > router

Lo que hice fue sacar la antena, poner el adaptador de Starlink a UTP, y conectar todo como estaba.

Me puse a hacer tests, me conectaba al WiFi de Starlink y la conexión volaba. Me conectaba al router de toda la vida, y la conexión, si bien era bueno, no llegaba ni en pedo a los de la antena original. Claro dije, el router de toda la vida es un TP-Link el año del ñaupa. Así que fui a casa y busqué un Router WiFi 6, también de la misma marca, que no tiene problemas.

¿Y saben qué? La velocidad había mejorado, pero no llegaba ni a un 25% de lo que ofrece Starlink.

Despues de pensar un rato me dí cuenta de algo a lo que no me había enfrentado nunca – hasta entonces – porque en solo cuestión de meses me volvió a pasar varias veces. El problema era, increíblemente para mí, el cable.

Esto me llevó a reflexionar: muchas veces, seguimos arrastrando viejas soluciones que ya no están a la altura de las nuevas tecnologías.

Los cables importan (y mucho)

El problema con los cables UTP es que no todos son iguales. Un cable de Categoría 5, que era «lo más» en su época, hoy puede limitar conexiones de más de 1 Gbps. Si querés aprovechar tecnologías modernas como fibra óptica o Starlink, lo mínimo es usar cables de Categoría 6 o 6a.

Además, otros factores también influyen, como la calidad del cable o incluso su longitud. Uno de esos viejos cables que guardaste «por si acaso» podría estar frenando tu conexión sin que te des cuenta.

¿Y los routers? Podría ser otro eslabón débil de la cadena

Los cables no son los únicos culpables. Muchas veces contratamos planes de Internet veloces, de 300 Mbps o más, pero seguimos usando un router que apenas puede manejar 54 Mbps en WiFi. Es como ponerle un motor de Fórmula 1 a un auto viejo: no importa cuánto acelere el motor, no va a rendir como esperás.

Un ejemplo común es que muchos routers antiguos tienen puertos WAN que solo soportan velocidades de 100 Mbps. Si conectás uno de esos a tu nuevo plan de fibra, estás tirando dos tercios de tu inversión. Así que tené mucho cuidado y revisá tu actual infraestructura, y más si estás en tu casa.

Cómo evitar los cuellos de botella

  • Intentá actualizar toda infraestructura: Si estás invirtiendo en una conexión rápida, tenés que asegurarte de que tanto tus cables como tu router estén a la altura. Considerá un router moderno con WiFi 6.
  • Revisá los detalles: Chequeá las especificaciones de tu equipo, como los puertos WAN y la velocidad máxima que soportan.
  • No te olvides de los cables: Un buen cable puede marcar la diferencia. Si tus dispositivos y conexiones soportan velocidades gigabit, usá cables que estén a la altura, como Categoría 6 o superiores.

No, ya los cables no son lo más rápido que hay (o al menos, los cables más viejos).

Las cosas cambiaron. Antes, cualquier cable era mas rápido que el mejor WiFi. Hoy, no es lo mismo. WiFi ha avanzado tan rápido y mejorado desde la velocidad, fiabilidad, alcance y latencias que ya es mejor que muchos estándares de cableado.

Así que, antes de frustrarte porque tu Internet no rinde como esperabas, revisá esos detalles que parecen menores. Quizás sea hora de dejar atrás esos viejos cables o routers que nos acompañaron durante años y abrazar las soluciones que realmente hacen justicia a las conexiones del futuro.

O capaz… no ser tan verde como yo fuí.

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