Mumble: LAN Parties en tiempos de fibra óptica

Hace unos días me encontré leyendo en el bondi un genial artículo de Nacho, publicado en esta misma casa de la sabiduría, que trataba de explicar (o entender) el fenómeno del Counter Strike y su influencia en la comunidad gamer mundial, pero particularmente en la local, la del barrio. Aunque muchas de las anécdotas contadas en ese post me son familiares, no me tocó ser protagonista de ninguna de ellas. Se podría decir que no llegué a tiempo.

Para la época en que los pibes jugaban al counter, mis amigos y yo nos dedicábamos a competir a ver quién tenía el Tamagochi más grande. Si, conocíamos pibes que se juntaban en el cyber de la cuadra, pero o éramos muy púberes para meternos en eso, o simplemente no nos llamaba la atención. Años más tarde, y ya adentrado en el universo videojueguil, supe organizar una que otra juntada en casa para jugar el fichín de turno con mis amigos, pero la historia de los muchachos que se quedaban pegados a una pantalla en un local medio turbio durante 38hs seguidas, forjando amistades, puteando campers, y consiguiendo incontables headshots, esa historia me la contaron nomás.

Pasó el tiempo, llegaron nuevas consolas, nuevas placas de vídeo, nuevas formas de conectar el disco rígido al motherboard, de regular los FPS para que coincidieran con los hertz de tu monitor, y nuevos juegos. La industria evolucionó, se asentaron modelos de negocio que antes no hubieran sido posibles (hola F2P) y el gaming se masificó hasta a llegar a un punto que nadie hubiera imaginado hace algunas décadas. De a poquito, el cyber fue muriendo, lentamente, a merced de la banda ancha, que ahora nos permitiría jugar a una enorme cantidad de títulos (de calidad a veces dudosa, es cierto) con nuestros amigos, sin necesidad de transportar nuestro preciado soporte trasero más allá de la heladera de nuestra casa, eventualmente y cuando nuestros niveles de glucosa así lo precisaran.

Y acá entra mi historia. Hace ya un par de años conocí la droga. Pesaba 4.5GB, se bajaba gratuitamente de la Internéstor y se llamaba Tribes: Ascend. No se las voy a hacer larga, créanme que podría contarles miles de anécdotas sobre este hermoso juego. Sin ir más lejos, fue el primero en el que pude hacer un grupo grande de amigos para jugar todos juntos y hasta organizar torneos, compuesto de gente que conocía y muchos otros que no, de otra localidad, partido o provincia. Hasta formamos una linda rivalidad con el principal equipo brasilero, y pude vivir mis primeras competencias “serias” en un juego online.

Lo que si les quiero contar es lo que pasó después. Así como quien no quiere la cosa, me enteré de la existencia de los llamados pugs, o Pick Up Games. Se trata de partidos organizados espontáneamente en los que se designa a 2 capitanes, que luego se turnan y eligen equipos entre una lista de jugadores disponibles (ordenados según su posición/rol de preferencia) para disputar partidos de estilo competitivo, pero con un carácter mucho más relajado. Un montón de comunidades de juegos arman pugs diariamente, y presentan una oportunidad muy entretenida tanto para el jugador casual que quiere intentar exigirse un poco más de vez en cuando, como para el competitivo que busca jugar bajo las reglas y el formato que conoce, pero sin el stress de poder “perder” algo importante.

Lo fundamental de estas partidas en juegos como el Tribes es que requieren una coordinación y comunicación continua entre los jugadores; comunicación que no sería posible sin un sistema de VoIP, o voz sobre IP. Pero no alcanza con hacer una gran llamada colectiva por Skype, o usar alguna app similar en nuestro smartphone. Necesitamos ir un paso más arriba, y aquí es donde entra Mumble.

Mumble es una aplicación de VoIP que se podría explicar como una sala de chat por voz con capacidad para diferentes canales independientes. Uno puede ejecutar el software, conectarse a un servidor determinado, y situarse en alguno de los canales tanto para ser elegido en la próxima partida como para hablar con su grupo de amigos en un canal separado. Existen varios programas de este tipo, algunos más viejos, otros con mayor funcionalidad, y algunos que permiten la creación de servidores gratuitos (como RaidCall, el que usábamos con mis amigos cuando organizábamos torneos contra los brasileros).

Las ventajas sobre usar un programa más tradicional como Skype radican en que Mumble está específicamente diseñado para jugar. Las salas pueden contener decenas y decenas de personas, se pueden hacer configuraciones muy específicas para tu micrófono (como setearlo para que solo registre sonido sobre un umbral determinado, es decir, los pibes no van a escuchar a tu vieja hablando con su prima a los gritos por el teléfono pero van a poder oír tu voz sin problemas)  y, principalmente, el cambio entre canales y sub canales, que determinan quién te escucha y con quién hablás, es fluido y sin interrupciones. Nada de cortar la llamada para que te hable Cachito por privado, o estar minimizando el juego para agregar a Magali al grupo. Simplemente haces doble click sobre alguno de los canales (o dejas que un admin te mueva) y listo, ya podés unirte a la conversación que esté sucediendo ahí.

También cuenta con la posibilidad de enviar mensajes para compartir un link o informar sobre algo en particular a canales o a todo el servidor simultáneamente. Por otro lado, se pueden crear salas aisladas del resto, para los que quieren estar conectados pero no hablar con nadie por un rato, o mismo para los que dejan la PC por un rato largo (el ¿infame? AFK) pero piensan volver más tarde.

Es así como conocí gente muy buena onda del resto del mundo, que se conecta todos los días a jugar al juego que tanto disfrutamos de una forma un poco más competitiva de lo que se encuentra en los servidores públicos. También tenemos canales para cada equipo que así lo precise, donde los integrantes se juntan a charlar de la vida, y otros para diferentes juegos que la comunidad esté probando en ese momento. El servidor de Mumble se termina convirtiendo en una especie de cyber virtual (cuántos problemas semánticos en un par de palabras juntas, ¿no?), al cual las personas se conectan para jugar, preguntar cosas, o pasar el rato con los otros miembros de la comunidad. Me hice varios buenos amigos, e incluso me metí en un equipo yankee y pude jugar en una liga extranjera a principios del año, todo desde la comodidad de mi pequeño feudo en Burzaco, provincia de Buenos Aires.

Compartimos incontables momentos de delirio y risas, pudimos aprender cada uno de culturas y sociedades lejanas a nuestras casas, y obviamente fuimos mejorando juntos, aprendiendo de los más habilidosos en el juego.

Se podría decir que hace unos años la gente se juntaba con conocidos a jugar en los cybers, mientras que hoy tenemos la posibilidad de conectarnos con personas a miles y miles de kilómetros para hacer exactamente lo mismo.

A mí me da mucha curiosidad saber qué vendrá después, ¿y a vos?

PD: Éste es mi primer artículo en Tecnovortex. Mi nombre es Achus (bueno, no es mi nombre real, pero todos me dicen así desde muy chico) y estaré contando anécdotas, experiencias y otras cosas por aquí. Muchas gracias por leer, ¡hasta la próxima!