– Hola, ¿cómo estás? ¿Te puedo llamar?

La última pregunta de la línea anterior corresponde a una etiqueta moderna que corresponde un cambio que se viene dando en los últimos 10 años y muy probablemente se deba a la utilización, por norma, de aplicaciones de mensajería instantánea (WhatsApp a la cabeza) para comunicarse. En la época de los mensajes de texto la gente no gastaba uno para preguntar, directamente llamaba.

Este cambio de paradigma comunicacional divide las aguas entre milenials y centenials (y más aún con los Gen Z). El tema es así: la gran mayoría de los más jóvenes odian que los llamen por teléfono sin avisar y lo suelen considerar cómo un acto de mala educación e invasivo, mientras que nosotros, los más grandes, lo vemos cómo algo común, aunque esta tendencia parecería estar cambiando.

También depende de la cultura, claro. En esta ocasión estoy hablando específicamente de la nuestra, aunque parecería que los países vecinos de LATAM están en la misma. De todas maneras tengo entendido que en Estados Unidos, por ejemplo, la gente se llama más por teléfono (y usa mucho más la videollamada que nosotros). Así que podríamos decir que las normas de etiqueta y cortesía varían significativamente de una cultura a otra.

En general, las personas de más de 35 años crecimos en una era donde el teléfono fijo era el principal medio de comunicación a distancia y solemos suelen ver las llamadas inesperadas como algo completamente normal. Para nosotros el teléfono ha sido históricamente una herramienta para mantener el contacto con familiares y amigos, sin la necesidad de planificar cada interacción. Así que si nos llaman no tenemos tanto problemas, aunque obviamente cuando se trata de un telemarketer lo puteamos, como Dios manda.

Los más jovenes: la bisagra

El cambio de cualquier tendencia, cómo siempre, lo dan los jóvenes. Y en este caso, las generaciones que nacieron con una tablet en la mano y luego un celular, tienen un esquema piramidal de comunicación en la mente donde en la base deberían ir los sistemas asincrónicos cómo el correo electrónico y en la parte superior las llamadas telefónicas sólo para casos de emergencia, mientras su zona de confort se mueve entre WhatsApp e Instagram (aplicación que cada día usan más para chatear).

Y si. Es así. Entre ellos se ha generado una etiqueta comunicacional más diferente y probablemente mejor, aunque nos cueste aceptarlo. Los más jóvenes han sabido adaptar la tecnología de una manera más dinámica y precisa, por lo que no necesitan llamar a alguien y tenerlo pegado al auricular 5 minutos por algo que se podría arreglar por WhatsApp (o si es por trabajo, incluso por e-mail). Lo más «loco» de este caso es que me ha pasado innumerables veces de tener que llamar a jóvenes por cuestiones de trabajo (habían mandado un CV y lo queríamos entrevistar) y es tal la alergia y ansiedad a atender que muy pocos me atendían. Ahí entendí cómo funcionaban, así que me fui aggiornando y contactándolos por WhatsApp.

De otra época. Muchas personas están acostumbradas a actuar hacia las llamadas con urgencia.

Quizás por todo esto las nuevas generaciones no prefieran las llamadas telefónicas y odian que los llamen sin avisar. Porque la vida misma muestra que la gran mayoría de las cuestiones se pueden comunicar de manera clara y consisa sin tener al interlocutor completamente atado a vos el tiempo que él quiera. Sigue siendo importante la llamada por teléfono para casos urgentes, donde no se puede esperar y es necesario tomar una accción pero vamos, que la mayoría de las cosas se puede manejar por mensajería instantánea y asincrónica.

Lamentablemente para muchos, el teléfono es un elemento de otros tiempos. Le dió vida al elemento de nuestros tiempos, el smartphone, así que no deberíamos odiarlo tanto.

Con todo esto no quiero «matar» a las llamadas telefónicas, claro. Pero realmente me he dado cuenta que nunca ha sido un medio de comunicación que me guste tanto, principalmente porque requiere un nivel de atención que es muy alto y no te deja hacer otras cosas. Que se yo, para hablar siempre voy a preferir hacerlo mano a mano y con birra en mano.

6 COMENTARIOS

  1. Shengdi

    Yo *DETESTO* las llamadas y conozco a muy poca gente de mi edad o menores que les gusten las llamadas.
    y si algo detesto más que las llamadas, son las videollamadas.

    Eso sí, veo muchas señoras andando por la calle (literalmente van caminando mientras hablan) en videollamada con quién sabe quién, o en el supermercado, o hasta manejando.

    Att: Santiago, un tipo de 31 años (pronto 32) en Colombia

  2. Fer

    Dificil, pues si me gustan las llamadas y veo como van desapareciendo. Como los unicornios, segun Antonio Rios.

    Comprendo que pueda parecer sencillo el entablar una conversacion de whatsapp para un asunto en particular. Esto seria si tuviesen un principio y un fin determinado. Pero suelen ser eternas seguidillas de replicas a replicas que se podrian resolver mas facil con un contrapunto telefonico. Talvez esto no resida en que la llamada es genial, sino que como bien mencionas en un articulo el whatsapp es una red social mas que un sistema de mensajeria. La llamada perdio el lugar «para hinchar los huevos y hablar con alguien un rato» y fue reemplazada por el whatsappear con amigos del amanecer a ocaso en muchas ocasiones, pero como siempre, no son las cosas en si sino el uso que le damos.

  3. Nunca me gustaron las llamadas telefónicas. Estoy a pocos meses de los 40 años, pero esta nueva costumbre si que la he aceptado sin problemas.

    En lo personal, siempre pensé a las llamadas como una interrupción. Es un «te llamo y te obligo a interrumpir lo que fuera que estabas haciendo para que me atiendas a mí. Es como un yo y mi necesidad por encima de la tuya y tus tiempos» mientras que si se manda un mensaje uno no está obligado a interrumpir lo que hacia para responder. Ya lo veré y responderé cuando tenga el tiempo para eso. Es como un respetar al otro y sus tiempos a mi entender y queda en el otro si me responde al instante o cuando pueda. No se lo impongo como con una llamada.

    Obviamente, urgencias siempre son llamadas y no aplica este razonamiento. A fin de cuentas es una urgencia.

  4. Vandan

    Tengo casi 40 y las llamadas inesperadas no me gustan, salvo que sea alguien muy muy cercano, de quién me agrada una llamada, generalmente prefiero que me escriban y de paso tener mejor registro de lo charlado, sobre todo en lo laboral. Tengo un amigo que me llama por trabajo siempre, pocas veces un Whatsapp, pero la mayoría de las veces es por boludeces, y termina siendo tan invasivo (se lo hemos dicho varios y no entiende) que lo atendemos cuando tenemos ganas, eso sí, lo paga cuando tiene una emergencia y no le damos bola…

    Otra cosa, nadie habló de los enviadores de audios seriales, que se copan con audios que promedian los 3 minutos, y que son imposibles de seguir no sólo por lo extensos sino por el divague y la info innecesaria que mandan entre medio (típico de algunas señoras mayores a las que les cuesta escribir, pero no falta la gente joven y pesada).

  5. Ari

    Pues yo tengo 34 y detesto las llamadas sin avisar, requieren que uno dedique demasiado tiempo a la persona en cuestión y se pierde privacidad si hay otras personas cerca, así sea mi chica, primero hablamos por chat y luego pactamos hablar.
    O en discord, uno ingresa al canal de charla porque está predispuesto a charlar, ahí en ese caso, no hace falta avisar.

  6. Leo

    En su momento las llamadas era todo lo que habia y estaban bien, ahora las detesto, llamadas de desconocidos directamente no atiendo, conmigo manejate con mensajes escritos, lo que se lleva mi mayor odio visceral son las videollamadas y los mensajes de audio, no hay cosa mas molesta que esa, para los audios, tener que cortar tu vida para escuchar algo de 40 seg 1 min que si estuviese escrito lo loquido en 8 segundos es lo peor, y las videollamadas con la tia zulema de 88 años que esta en quebrada de humahuaca hablando a los gritos porque no escucha, terminan siendo unas charlas monosilabicas eeeeeeh? eeeeeeh? que dijiste? ehhhhh?
    resumen, solo texto, lo mejor, mas practico y rapido.

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