True detective, un buen ejemplo de arte en la TV

Podría pasarme un largo rato intentando explicar porqué estoy maravillado con True Detective. De hecho, lo hice y quedó demasiado largo y espeso. En aquel borrador que nunca saldrá a la luz quería contar mi admiración por Woody Harrelson, actor que además de extremadamente prolífico lo considero un verdadero camaleón en lo que respecta sus papeles. Luego seguía con mi asombro por la actuación de un Matthew McConaughey realmente impecable, asombro que no es total ya que en Mud había dejado una excelente impresión como actor dramático.

Pero paremos acá. Estos dos actores, que suelen ser protagonistas de películas muy taquilleras de la actualidad están protagonizando una serie. Si, una serie, como  Breaking Bad, Game of Thrones o Banshee, entre otras. Lo curioso es que por más que sean dos los actores principales (y no solamente uno, como suele ser la costumbre en las series) lo cierto es que cuando uno se engancha con True Detective, el hecho de que sus protagonistas sean muy famosos – y caros – pasa a un segundo plano.

No quiero ser malinterpretado. La actuación de ambos es sencillamente exquisita, siendo que la de McConaughey resulta más rica si se me permite el término, ya que su personaje – un detective oscuro, con muy poco sentido de la empatía y que se mete cuanta sustancia estupefaciente encuentra en el camino – tiene una cantidad impresionante de aristas. Por su parte, lo de Harrelson, a pesar de ser muy bueno, no llega a dislumbrar debido a que su personaje es bastante más normal y se acerca al típico Detective de la policía estatal que tanto hemos visto en la televisión norteamericana.

La historia, esa que define si una producción audiovisual pasará a la memoria colectiva o no, gira alrededor de una serie de homicidios con un alto componente religioso, y cuya investigación podría derivar en el trabajo de capturar a un asesino en serie. Realmente no es la idea más original que se haya escuchado, pero cumple su función de potenciar lo que realmente me ha dejado completamente pegado a la pantalla capítulo tras capítulo: la forma en la que la historia es contada.

Algunos – muy pocos, se lo pierden – pueden decir que es una serie lenta, que no pasa nada o que es incluso, aburrida. Yo lo lamento por ellos. Creo fervientemente que True Detective es un logro para la tan bastardeada televisión de la actualidad. Logro que tiene este medio de comunicación gracias a HBO y también al formato de “serie” que permite que en algún capitulo tengamos diálogos realmente extensos de dos detectives quizás demasiado diferentes, desde la forma que tienen de ver la familia, el amor, la vida, la religión, y por supuesto, algo que los tiene en común a ambos: su trabajo para resolver el caso.

True detective, a pesar de que solamente tiene 5 capítulos al aire, seguramente sea utilizada en un futuro como un buen ejemplo cuando se hable de arte en la televisión. A partir de una historia contada de una manera absolutamente prodigiosa – gracias a la altísima calidad de todo el staff actoral – le dejan el listón bien alto a sus dos protagonistas para que puedan lucirse y hacernos sentir en su piel (y también en su forma de contar la historia muchos años después). Todo punto analizado determina que estamos ante una serie que va a integrar el podio a las mejores de su época.

No puedo dejar de recomendársela a cualquier seriéfilo que se digne, y también a los que dicen “yo no miro series” (yo los conozco y no son pocos), ustedes tienen True Detective y Breaking Bad para darse cuenta que no solo de películas vive el pochoclero moderno. True detective es simplemente sensacional.