En un movimiento inesperado, Nvidia e Intel han unido fuerzas para desarrollar juntos chips de alto rendimiento para centros de datos y PCs, respaldado por una inversión de $5.000 millones de Nvidia en acciones de Intel. No es una adquisición total, pero sí una alianza estratégica sin precedentes entre dos antiguos rivales históricos. La noticia de septiembre de 2025 remeció la industria: Intel, el que venía siendo ese titán caído de los semiconductores, recibirá un salvavidas de la mano del líder indiscutido en GPU y computación acelerada.
¿El objetivo? Formar un bloque poderoso para enfrentar a enemigos comunes: AMD –que le disputa a Intel el trono de las CPUs x86 y a Nvidia una porción del mercado gráfico–, y Apple, cuyo modelo de chips integrados ha redefinido la computación personal en los últimos años. En este artículo de vamos a intentar analizar las motivaciones, debilidades y oportunidades detrás de esta alianza, y cómo podría reconfigurar la guerra tecnológica actual.
Intel en su peor momento: de gigante a rezagado
No es casualidad que Intel aceptara la mano de ayuda de Nvidia: la empresa de Santa Clara lleva años de tropiezos. Tras décadas dominando el «silicio» del Valle del Silicio, Intel perdió el rumbo en la última década. Sus problemas son numerosos: demoras en la fabricación, pérdida de liderazgo tecnológico y caída financiera. Los nodos de proceso propios, antaño su gran ventaja, se convirtieron en un calvario: Intel sufrió retrasos severos en 10 nm y 7 nm (rebautizado Intel 4), quedando detrás de TSMC en la carrera de miniaturización. Mientras AMD y Apple aprovecharon las avanzadas fábricas de TSMC para ganar terreno, Intel quedó estancada en tecnologías obsoletas por años. Las consecuencias han sido duras: la compañía reportó pérdidas de casi $19.000 millones en 2024 y otros $3.700 millones en el primer semestre de 2025, con planes de recortar un 25% de su plantilla para fin de año. El coloso que ponía el «Inside» en la mayoría de las PCs ahora lucha por sobrevivir.
La pérdida de cuota de mercado es evidente. En procesadores de escritorio, AMD logró un récord de 32,2% de participación a mediados de 2025, reduciendo la ventaja de Intel a apenas 2:1, cuando hace una década Intel vendía 9 CPUs por cada 1 de AMD. Incluso sumando portátiles y servidores, AMD ya acapara cerca del 24% del total de CPUs x86 en unidades y 33% en ingresos. En otras palabras, Intel ya no es sinónimo indiscutido de rendimiento: AMD la igualó o superó en varios segmentos gracias a arquitecturas eficaces (Zen) y nodos avanzados de TSMC. Además, Intel sufrió también el hecho de perder a Apple como cliente: en 2020, la empresa de la manzanita sustituyó los chips Intel en Macs por sus propios M1/M2 basados en ARM, citando mejores prestaciones por vatio. Esto simbolizó la caída del antiguo paradigma Wintel ante la nueva era de la integración vertical.

Como resultado de tantos traspiés, Intel ha vivido remezones internos. Pat Gelsinger –traído en 2021 como CEO salvador– aparentemente no logró enderezar del todo el rumbo, y fue reemplazado en 2025 por Lip-Bu Tan como nuevo CEO. El hecho de que el gobierno de EE.UU. intervino tomando un inusual 10% de participación en Intel en 2025 para «apuntalar la manufactura doméstica» muestra la gravedad de la situación. Intel, que alguna vez fue símbolo de la autosuficiencia americana en chips, terminó necesitando apoyo estatal y ahora el rescate de un socio/competidor. Esta debilidad estructural de Intel –una compañía costosa de operar (48% de sus ingresos se van en CAPEX fabril) y lenta en reaccionar– la dejó vulnerable a un acuerdo como el que propuso Nvidia. Para Nvidia, es la oportunidad de apuntalar a un aliado clave; para Intel, quizás la última oportunidad de volver a ser relevante.
Nvidia bajo presión: el gigante de las GPUs también tiene talones de Aquiles
A primera vista, Nvidia está en la cima del mundo. Sus GPUs son el motor de la actual revolución de IA – nada menos que la empresa más valiosa del sector, con demanda insaciable de sus chips H100 para entrenar modelos de inteligencia artificial – y domina además el mercado de tarjetas gráficas dedicadas para gaming y cómputo profesional. Sin embargo, incluso los gigantes enfrentan desafíos. En el caso de Nvidia, el riesgo no proviene de un rival inmediato en mercado (que AMD apenas representa), sino de factores regulatorios, geopolíticos y estratégicos. Paradójicamente, su posición cuasi monopolística en GPUs acelera sus amenazas:
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Acusaciones de monopolio y presión regulatoria: Nvidia controla alrededor del 94% del mercado de GPUs discretos (tarjetas gráficas) en 2025, relegando a AMD a apenas 6% y a Intel prácticamente a 0%. Esta cuota aplastante ha puesto nerviosas a las autoridades. Recordemos que en 2022 las agencias antimonopolio bloquearon la compra de Arm Ltd. por Nvidia debido a temores de concentración excesiva. La propia Nvidia reconoce que esta alianza con Intel puede ayudar a suavizar esa imagen: analistas señalan que invertir en Intel «esparciendo la riqueza» reduce la idea de que Nvidia actúa como monopolio, generando buena voluntad con reguladores. Jensen Huang, CEO de Nvidia, casi lo admite: ahora puede argumentar que está fortaleciendo la competencia (al salvar a Intel) en lugar de eliminarla.
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Dependencia de la fabricación externa (TSMC) y tensiones globales: A diferencia de Intel, Nvidia no fabrica sus chips; depende principalmente de TSMC en Taiwán para producir sus GPUs más avanzadas. Esto conlleva riesgos de suministro (¿qué pasa si escalan las tensiones China-Taiwán?) y de capacidad. La alianza con Intel abre la puerta a diversificar la producción a futuro. Si Nvidia logra utilizar las fábricas de Intel para algunos chips, reduciría su dependencia de TSMC. De hecho, muchos opinan que Intel Foundry Services solo podrá sobrevivir si capta un gran cliente externo como Nvidia o Apple. Huang confirmó que llevan un año evaluando la tecnología fabril de Intel. Aunque aún no firmaron un contrato de manufactura (por ahora Intel no fabricará las GPUs de Nvidia), la puerta quedó abierta. Esto es una advertencia para TSMC: Nvidia podría llevarle su negocio a Intel en el futuro. No es casualidad que esta movida llegue poco después de que EE.UU. impulse producción local de chips mediante subsidios (CHIPS Act) –Nvidia está alineándose con esa visión, quizá para beneficiarse de apoyos gubernamentales.
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Restricciones geopolíticas (China) y nuevos competidores en IA: Nvidia también siente la presión de la guerra tecnológica EE.UU.-China. El gobierno estadounidense ha impuesto vetos a la venta de GPUs avanzadas a China, buscando frenar el avance chino en IA. Esto golpea a Nvidia, que tiene en China un gran mercado. De hecho, esta semana China prohibió a sus compañías comprar ciertos chips de Nvidia, y empresas como Huawei aceleran sus propios desarrollos de chips de IA. Si Nvidia no puede vender libremente sus productos estrella globalmente, su crecimiento podría resentirse. Además, nuevos actores emergen: AMD ha lanzado la serie Instinct MI300X combinando CPU+GPU para IA, y startups y gigantes (Google, Amazon, Meta) diseñan sus propios ASICs de aprendizaje automático. Nvidia sigue teniendo la delantera clara en hardware y ecosistema (CUDA), pero la carrera se intensifica. Este escenario explica por qué Huang busca diversificar la estrategia y afianzar aliados en vez de enemigos. Sumarse a Intel en lugar de aplastarlo por completo tiene lógica: convierte a un potencial obstáculo (las CPUs x86 de Intel dominan los servidores tradicionales) en un socio complementario para conquistar juntos la próxima ola de cómputo acelerado.
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Concentración en IA y gaming: Nvidia ha apostado casi todo al boom de la IA. Su valuación bursátil estratosférica en 2025 se sostiene en gran medida por la expectativa de demanda de chips para IA. Pero si este «hype» se ralentiza o si la competencia (AMD, Google TPUs, etc.) le quita parte del pastel, Nvidia podría enfrentar turbulencias. En gaming, su posición es dominante pero el crecimiento es menor; de hecho, el mercado de PCs gaming ya es maduro. Nvidia necesita expandir su alcance y entrar en nuevos segmentos, como CPUs (lo intentó con proyectos ARM propios, Grace) o plataformas integradas. Colaborar con Intel le permite entrar al territorio CPU x86 sin desencadenar alarmas antimonopolio –ya que lo hace vía una participación minoritaria y alianza, no comprando directamente a Intel.

En definitiva Nvidia llega a esta alianza desde la fortaleza pero también con vulnerabilidades: prefiere un Intel vivo y aliado antes que un Intel moribundo cuyo rescate quede en manos del gobierno o de otro competidor. Como dijo un analista, es “como si Yankees y Red Sox unieran fuerzas tras odiarse por años” –una jugada impensable, pero estratégica. Veamos ahora qué gana cada uno trabajando en equipo.
CPU + GPU: la sinergia que ambos necesitaban
La alianza Intel-Nvidia se basa en una premisa tecnológica clara: combinar el mejor CPU con el mejor GPU en productos integrados. En palabras de Jensen Huang, es «una fusión de dos plataformas de clase mundial» donde la fortaleza de Intel en CPUs generales se acopla con el liderazgo de Nvidia en aceleración gráfica/IA. ¿Qué forma tomará esto? Según anunciaron, Intel diseñará chips a medida con tecnología Nvidia para ambos campos:
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En centros de datos, Intel fabricará CPUs Xeon personalizadas para Nvidia, las cuales se integrarán en las plataformas de infraestructura de IA de Nvidia. Es decir, los servidores NVIDIA HGX del futuro podrían llevar CPUs Intel optimizadas para trabajar mano a mano con GPUs Nvidia (un golpe directo a AMD EPYC, que hoy es la CPU favorita en muchos sistemas de IA junto a las GPUs Nvidia).
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En PCs de consumo, Intel desarrollará SoCs x86 con chiplets de GPU Nvidia RTX integrados. Esto es enorme: por primera vez veremos CPUs Intel con gráficos Nvidia en el mismo chip (o paquete), dando origen a una suerte de *“APU” Intel+Nvidia. Intel podrá así ofrecer portátiles y desktops con gráficos RTX de alto rendimiento integrados, algo que hasta ahora solo AMD podía intentar con sus Ryzen + Radeon integrados. Se habla de «x86 RTX SoCs» que unirán CPU y GPU de primera línea en un solo producto.
¿Por qué es importante esta integración? En la era post-PC tradicional, la eficiencia y el rendimiento dependen de qué tan estrechamente acoplados estén los distintos componentes. Apple lo ha demostrado con sus M1/M2, donde CPU, GPU y otros aceleradores comparten una arquitectura y memoria unificada, logrando resultados espectaculares en rendimiento por vatio. AMD también lo entiende: tras comprar ATI en 2006, ha perseguido la visión de APUs heterogéneas, y sus recientes procesadores combinados (como el futuro AMD Strix Point o los MI300 de centro de datos con CPU+GPU en un módulo) explotan la sinergia de tener todo «bajo el mismo techo». Intel hasta ahora estaba rezagada en gráficos (sus iGPUs y las nuevas GPU Arc no compiten en la gama alta), así que asociarse con Nvidia le da el elemento faltante para contrarrestar tanto a AMD como a Apple.
Veamos los beneficios concretos para cada parte trabajando juntas:
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Intel gana acceso a la mejor tecnología de GPU del mercado sin tener que desarrollarla desde cero. Tendrá una respuesta inmediata para OEMs que quieran gráficos de primera en laptops y PCs sin recurrir a GPUs dedicadas de AMD/Nvidia por separado. Además, rellena un hueco en su portafolio: Intel podrá ofrecer plataformas completas CPU+GPU de alto rendimiento «in-house», algo vital para competir contra los SoC M1/M2 de Apple en portátiles ultraligeras y contra los APUs de AMD en la gama media. En el lado de servidores, Intel deja de ser ignorada en los despliegues de IA: hasta ahora NVIDIA vendía sus sistemas DGX con CPUs AMD o su propia CPU ARM Grace, dejando a Intel fuera de la foto. Con esta alianza, cada venta de un sistema de IA de Nvidia podría llevar un pedazo de Intel adentro, monetizando la revolución de IA en la que Intel estaba quedando al margen. De hecho, analistas destacan que esto “reseteará” la posición de Intel en IA: de rezagada pasaría a ser un engranaje integral de la infraestructura futura. Intel también obtiene un importante respaldo financiero (5B$) que refuerza su capital en un momento de vacas flacas, y el prestigio de que Nvidia –la empresa del momento– confía en ella. Es un voto de confianza que Wall Street celebró: las acciones de Intel subieron ~23% tras el anuncio, su mayor alza diaria desde 1987.
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Nvidia gana un aliado con recursos complementarios. La empresa de Huang obtiene acceso a la capacidad de fabricación y empaquetado avanzado de Intel (que en ciertos ámbitos, como el packaging 3D con EMIB/Foveros, es puntero). Si bien no van a fabricar sus GPUs en Intel de inmediato, Nvidia sí aprovechará la fabricación de CPUs x86 especializadas y posiblemente la integración de ambos chips en módulos comunes. Nvidia también amplía su ecosistema: ahora tendrá productos con x86 (además de su línea ARM/Grace) para ofrecer a clientes que prefieren la compatibilidad x86. Sobre todo, al combinar CPU Intel + GPU Nvidia mediante enlaces ultrarrápidos (NVLink de próxima generación), pueden lograr un nivel de rendimiento integrado que hasta ahora solo Apple podía presumir en portátiles, o AMD en cierta medida en APUs. La diferencia es que aquí sería en niveles de potencia mucho mayores también. Por ejemplo, los futuros servidores de IA con CPU Intel + NVLink a GPUs Nvidia podrían reducir cuellos de botella de comunicación CPU-GPU, un factor clave ya que entrenar IA requiere múltiples chips actuando como uno solo. Hoy los mejores resultados se logran con soluciones Nvidia puras (como CPU Grace + NVLink + GPUs Nvidia); mañana eso mismo podría lograrse con CPUs Intel, abriendo mercado más amplio. Además, Nvidia mitiga riesgos políticos (como ya mencionamos, mejora su imagen anti-monopolio y se alinea con esfuerzos de producción en EE.UU.), e incomoda a AMD al quitarle su ventaja diferenciadora.
Un punto crítico es que Nvidia no tenía hasta ahora una presencia fuerte en CPUs estándar. Sí, lanzó su CPU «Grace» basada en ARM para data centers, pero el mundo de las PCs y muchos servidores todavía gira en torno a x86. Aliarse con Intel le permite a Nvidia «tener su torta x86 y comérsela», sin la pesada digestión que sería comprar Intel (inviable por regulaciones). Jensen Huang lo llamó «el corazón de esta reinvención de la computación»: fusionar la pila de aceleración de Nvidia (CUDA, GPUs) con la plataforma x86 masiva de Intel.
AMD: la amenaza compartida y la víctima colateral
Si hay un tercero que tiembla ante esta alianza, es AMD. La empresa de Lisa Su se encontraba en una posición envidiable hasta hace poco: ganando cuota a Intel en CPUs, y con la esperanza de recortar distancia a Nvidia en GPUs gracias a la demanda de alternativas en IA. AMD presume de ser la única con CPU de alto rendimiento y GPU discretas bajo un mismo techo, lo que le permitió innovaciones como los chips personalizados de consolas (APUs para PS5/XSX) y las arquitecturas heterogéneas para supercómputo (el MI250X integrando múltiples GPUs, o el venidero MI300A/X con CPU+GPU para HPC). La unión Intel-Nvidia ataca directamente ese valor diferencial de AMD. Ahora su rival Intel tendrá también GPUs de primera integradas, y su rival Nvidia tendrá también CPUs top-tier a disposición. AMD se queda como el tercero en discordia, más pequeño en recursos que cualquiera de los otros dos, y ahora enfrentando un bloque unido.
Desde el anuncio de la alianza, analistas y mercados intuyeron que AMD sería el gran perjudicado. Las acciones de AMD cayeron alrededor de 5% tras la noticia, reflejando el temor de que pierda relevancia en CPUs de servidor y gráficos ante la nueva coalición. Y es lógico: Nvidia respaldando a Intel hace más difícil que AMD siga ganando participación en data centers, un segmento donde AMD había logrado cerca del 27% de cuota en CPUs a fines de 2024. Si Intel ahora ofrece CPUs optimizadas para las soluciones de IA de Nvidia, muchos clientes podrían optar por esa combinación «oficial» en vez de mezclar CPUs AMD con GPUs Nvidia como hasta ahora. En gráficos, AMD tampoco la tiene fácil: Nvidia ya dominaba 9 de cada 10 GPUs vendidas, y con Intel aliada a Nvidia, es posible que veamos incluso menos espacio para Radeon en PCs de marca (imaginemos laptops Intel+RTX de fábrica, relegando a AMD completamente del diseño). AMD respondió públicamente con confianza, afirmando que seguirá entregando productos de alto rendimiento y una estrategia centrada en IA para seguir ganando mercado. Pero esa declaración suena defensiva; la realidad es que AMD deberá redoblar esfuerzos innovadores.

El único consuelo para AMD es que las integraciones llevan tiempo. Los primeros productos conjuntos Intel-Nvidia podrían tardar uno o dos años en llegar al mercado, y mientras tanto AMD seguirá compitiendo como hasta ahora. De hecho, AMD mantiene algunas ventajas: sus CPUs x86 actuales (Zen 4 y pronto Zen 5) tienen muy buen desempeño por watt frente a Intel, y sus GPUs, si bien inferiores a Nvidia en la cúspide, ofrecen una plataforma abierta con arquitectura CDNA y el stack ROCm que algunos gobiernos y empresas pueden preferir por soberanía (por ejemplo, El Capitan – el supercomputador exascala de EE.UU. – usará CPUs AMD + GPUs AMD Instinct). Además, AMD se beneficia de ser una empresa más ágil y enfocada en semiconductores (sin distracciones como las de Intel con fabricación) y con la adquisición de Xilinx tiene ases bajo la manga en aceleradores específicos (FPGAs, DPUs). No todo está perdido para AMD, pero sin duda este pacto rival la obliga a innovar aún más rápido y quizás buscar alianzas propias (¿tal vez con empresas de software, cloud, o incluso explorando ARM en el futuro?). Lisa Su ha sacado a AMD de aprietos antes; esta será otra prueba de fuego para su liderazgo.
Apple: el competidor silencioso que redefinió el juego
Aunque Apple no compite directamente vendiendo chips al mercado general (sus chips son solo para sus productos), es imposible no mencionarla al analizar esta alianza. Apple, con sus chips M1/M2, es el “fantasma” que sobrevuela toda la industria de PCs y ahora data centers. Su enfoque de sistemas en chip altamente integrados demostró que era posible ofrecer laptops con rendimiento de CPU de alto nivel, gráficos decentes y autonomía extraordinaria, todo sin depender de Intel ni Nvidia. Esto dejó en evidencia ciertas carencias del modelo PC tradicional (CPU y GPU separados, mayor consumo). Intel perdió a Apple como cliente, pero más allá de eso, perdió el liderazgo tecnológico en CPUs de bajo consumo: hoy una MacBook Air M2 ofrece potencia multinúcleo similar a muchos portátiles Intel core i7, con la mitad de consumo y sin ventilador. En paralelo, Apple empuja los límites en su segmento: el chip M2 Ultra (que equipa a la Mac Pro 2023) tiene 24 núcleos de CPU y 76 de GPU integrados, compitiendo en filosofía contra estaciones de trabajo x86 de gama alta.
Ahora bien, ¿qué tan cerca está Apple realmente del rendimiento de Intel y Nvidia en la cumbre? Vale la pena comparar algunas métricas. Por ejemplo, en Geekbench 5, el M2 Ultra alcanza alrededor de 1950 puntos monohilo y 27.945 puntos multinúcleo, lo cual es impresionante pero insuficiente para batir a los chips top de AMD/Intel en ciertas tareas. Un Intel Core i9-13900K (de escritorio, 24 hilos) ronda ~2343 monohilo y ~28.956 en multi, ligeramente por encima del M2 Ultra en multi-hilo. Y los verdaderos monstruos de escritorio, como un AMD Threadripper Pro 5995WX (64 núcleos) o un Intel Xeon W9-3495X (56 núcleos), superan ampliamente al M2 Ultra en cargas multinúcleo (hasta el doble de puntuación). En otras palabras, Apple lidera en eficiencia y compite en rendimiento general, pero no puede igualar la fuerza bruta de las mejores CPUs x86 de escritorio en tareas altamente paralelas. En GPU, sus 76 cores integrados rinden como una GPU discreta de gama media; buenas para producción multimedia, pero no rivalizan con las Nvidia RTX 4080/4090 en juegos 3D extremos o cómputo AI pesado. Apple tampoco ofrece (por ahora) aceleradoras de IA para terceros ni entra al mercado de servidores.

Sin embargo, el impacto de Apple en este contexto es haber marcado el camino a seguir. Nvidia e Intel parecen decir: «No podemos permitir que Apple siga solo en la integración de hardware/software». Microsoft también ha estado impulsando Windows on ARM y podría adoptar más diseños propios (se rumora que hasta están trabajando con AMD en algo similar a Apple Silicon). En esta “guerra tecnológica”, Apple es un bando distinto –va por libre–, pero su existencia fuerza alianzas insospechadas como la de Nvidia con Intel. Ambos quieren asegurarse de que la plataforma PC tradicional siga siendo competitiva frente a la propuesta cerrada de Apple. Un portátil con CPU Intel + GPU Nvidia integrados podría aspirar a combinar lo mejor de ambos mundos: la versatilidad y compatibilidad del ecosistema Windows/x86, con la eficiencia y cohesión de un SoC estilo Apple. Por ejemplo, podríamos ver en un par de años ultrabooks gaming o estaciones móviles con un chip Intel-Nvidia capaz de rendimiento gráfico serio sin sacrificar batería o termales tanto como las soluciones actuales. Eso acercaría la experiencia PC a lo que Apple ofrece, manteniendo a raya la sangría de usuarios profesionales hacia Mac. En resumen, Apple no está en la mesa de negociaciones, pero su sombra es alargada: obligó a Intel a espabilar (llegando incluso a buscar ayuda externa) y a Nvidia a querer entrar al juego de los SoC.
¿Redefiniendo la industria de semiconductores?
Lo que estamos presenciando es algo más que un trato de negocios: podría ser el inicio de una reconfiguración industrial profunda. Si la alianza Intel-Nvidia prospera, las consecuencias a mediano plazo serían trascendentales:
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Nueva dinámica competitiva: Pasaríamos de una rivalidad tripartita (Intel vs AMD en CPUs; Nvidia vs AMD en GPUs; Intel vs Nvidia en computación acelerada emergente) a esencialmente dos bloques: por un lado, Nvidia+Intel, y por el otro, AMD (y muy aparte Apple en su mundo). Este “duopolio ampliado” enfrentaría a un bloque con ~70-80% de CPUs y 94% de GPUs del mercado tradicional contra AMD que es el restante. Cabe preguntarse si los reguladores permitirán que dos gigantes cooperen tan estrechamente –aunque sigan siendo empresas separadas, la coordinación en productos podría levantar cejas antimonopolio, especialmente dado el impacto negativo para AMD. No obstante, Nvidia y Intel apostarían a que su unión impulsa la innovación estadounidense y la autosuficiencia, algo políticamente deseable frente al desafío chino, y por tanto obtenga luz verde.
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Integración vertical vs especialización: La alianza también difumina las líneas tradicionales de la cadena de valor. Intel históricamente era integradora vertical (diseña y fabrica), Nvidia fabless (diseña, otros fabrican), AMD fabless. Ahora Nvidia se acerca a Intel (podría usar sus fábricas), Intel adopta IP de Nvidia… Todos están invadiendo el terreno del otro en busca de eficiencias. Es un reconocimiento de que, para competir hoy, no basta con ser excelente en un solo componente: hay que optimizar todo el sistema (hardware, software, interconexión). En cierto modo, están tratando de crear un ecosistema Wintel 2.0 potenciado con GPUs –algo análogo a la simbiosis que tuvieron con Microsoft en la era PC, pero esta vez enfocado en IA y gráficos. Por supuesto, esto requiere una ejecución impecable, algo de lo que Intel no ha sido capaz recientemente. Queda por ver si juntas, Intel y Nvidia pueden complementarse para ejecutar mejor. Culturalmente son muy distintas (Intel burocrática e ingenieril, Nvidia ágil y agresiva); si logran la sinergia, podrían marcar el paso de la próxima década.
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Impacto en la fabricación y la geopolítica: Un éxito de esta colaboración podría revivir la manufactura de chips en Estados Unidos, con Intel Foundry produciendo quizá GPUs Nvidia o al menos los nuevos SoCs integrados. Esto alinearía a la industria con la estrategia geopolítica de diversificar lejos de Asia. TSMC y Samsung verían emerger a un competidor serio en foundries de alta gama por primera vez en mucho tiempo, lo cual podría alterar el mapa global de supply chain. No es exagerado decir que esta alianza tiene el beneplácito del gobierno de EE.UU. –de hecho, reportes sugieren que la Casa Blanca estuvo involucrada facilitando diálogos, dado que pocos días antes Biden (o en este caso, Trump en 2025) conversó con Jensen Huang. Hay un claro interés nacional en forjar un campeón local que contrarreste la dependencia de Asia y el ascenso tecnológico de China.
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¿Preludio de algo más? Algunos se preguntan si este no será el primer paso hacia una fusión o adquisición a largo plazo. La idea de Nvidia comprando Intel completa suena descabellada por antitrust, pero ¿y una posible escisión de Intel donde Nvidia tome la parte de diseño o fabricación? Otros sugieren que si Intel no mejora, podría terminar dividida y absorbida parcialmente por aliados (por ejemplo, Nvidia quedándose con la unidad de CPUs de alto rendimiento). Por ahora son especulaciones remotas, pero la inversión del 5% ya le da a Nvidia un pie en la puerta de Intel. Huang tendrá influencia como uno de los mayores accionistas de Intel. Si las cosas van bien, podría aumentar su participación. Por otro lado, si Intel no logra cumplir las expectativas de Nvidia (en plazos de desarrollo o rendimiento de sus fábricas), la alianza podría enfriarse. Es decir, no hay garantías de éxito: Intel sigue enfrentando enormes retos de ejecución y Nvidia no tendrá paciencia infinita. Este matrimonio de conveniencia debe demostrar resultados en un par de años para consolidarse.
En conclusión, Nvidia e Intel han decidido que juntas son más fuertes frente a amenazas comunes. Su bloque busca frenar el avance de AMD en PCs y servidores, y presentar un frente unido contra la filosofía de Apple que integra todo en un chip. Estamos ante un momento bisagra: la industria de semiconductores, plagada de rivalidades legendarias, explora la cooperación como estrategia de supervivencia y dominio. Si la apuesta funciona, podríamos ver innovaciones que redefinan el desempeño de nuestras PCs, laptops y centros de datos, con chips híbridos CPU-GPU que lleven el legado Wintel a una nueva era. También podríamos ver cómo la competencia se recalienta: AMD forzada a respuestas creativas, Apple potenciando aún más sus chips para mantenerse adelante en eficiencia, y hasta jugadores como Google, Amazon o Tesla desarrollando sus propios “silicios” para no quedar atrás en la carrera de la IA.
La guerra tecnológica del siglo XXI ya no será solo entre empresas individuales, sino entre ecosistemas y alianzas. Nvidia e Intel han movido ficha formando su propio bando. Quedamos a la espera de cómo responden los demás y, sobre todo, de si este experimento rinde frutos. Por ahora, al menos en el papel, suena a una jugada audaz que podría redefinir la industria de los semiconductores tal como la conocemos. Como dice el proverbio: «si no podéss con tu enemigo, únete a él» –y nada ejemplifica mejor la realidad actual de Silicon Valley que este inesperado abrazo entre el rey de los GPUs y la (ex) reina de las CPUs. El tiempo dirá si de esta alianza surge un nuevo imperio o si, por el contrario, las complejidades de la ejecución la dejan en una anécdota ambiciosa. Lo que es seguro es que la carrera armamentista tecnológica acaba de subir de nivel, y nosotros, los entusiastas, estamos en primera fila para ver cómo se desarrolla.