Amo la discrepancia de opiniones.

Las diferencias que nos hacen únicos, que decantan tarde o temprano en experiencias de usuario diametricamente opuestas.

Primero los invito a leer esta cálida nota de Guillermo, donde bajo claros argumentos deja en claro la baja «necesidad» que estos relojes tienen, claramente aludiendo a subconscientes mensajes de marketing, como lo puede ser «un cambio de estilo de vida», «un acompañante de ejercicio» o «un accesorio de lujo para intercomunicarse al máximo».

Y honestamente, Guillermo tiene razón en decepcionarse, en tener una visión fútil y negativa, porque bueno, las expectativas son muy altas y los resultados son muy pobres. Pero siendo yo tan malo resumiendo y Guille tan bueno escribiendo, es más fácil venir, leerle y volver.

Creo, que ante lo básico se aclara lo básico. Pero un smartwatch es un reloj.

Un smartwatch es un reloj

Hay una sola pregunta que me hago a la hora de querer comprarme un reloj. Y esa tan básica pregunta es…

¿Realmente quiero saber la hora?

O sea. Hay muchas razones y motivos por las cuales alguien quiera saber la hora, desde curiosidad, a tener que coordinar con terceros. Ya sabrán unos que puedo estar párrafos. Pero se termina reduciendo en, ¿Realmente quiero saber la hora?

Si ya sé, tenemos un teléfono, y sí,  el teléfono te da la hora.

La funcionalidad de llevar un artilugio para contar el tiempo, es una que la tienen más electrónicos de los que no. Hoy desde heladeras a hornos a radios a computadoras a videocaseteras tuvieron tienen y seguirán teniendo alguna forma para almacenar y contar el tiempo.

Entonces, si somos francos, en este mundo híper conectado, es muy difícil que aquel que desea saber la hora, no tenga un artefacto disponible que pueda ocupar esa función. Hoy en día el predilecto es nuestro teléfono.

De alguna manera, tiene mucho sentido que exista un reloj que se conecte al teléfono de alguna manera, después de todo, la conexión sinérgica de la telecomunicación, la informática y la hora, están todas nucleadas en el Smart.

Pero si quiero saberme la hora me compro un…

SI DALE DECILO UN RELOJ. Y ESTO ES UN RELOJ. Con puntos buenos, puntos malos, y mucho pero mucho marketing APB detrás.

Pero no voy a negar que hay algo de «estilo» en cargar la hora en la muñeca, irrestrictamente en que forma ocupe. Para ser una persona que no acarrea ni anillos ni aritos ni cadenas ni piercings ni tatuajes, la única pieza tecnológica que se podría decir que acarreo de manera estética termina siendo mi reloj.

Y tampoco es que me interesa la fineza, hasta estos últimos 6 meses estuve usando un Casio de esos guerreros todo terreno que al día de hoy sigue sonando desde un cajón a cada hora que pasa. Pero me nacio ese sentimiento bobo consumista y quise tentarme a mejorar el reloj.

Fui directo por una de estas bandas de Xiaomi, más específicamente la Smart band Mi 6 que la pague como ar$8k pesos estando hoy ar$15k. Un numero ridículamente accesible si tenemos en cuenta que el Casio más feo no baja de los 10k. Es en esta básica y justa comparación entre viejo y nuevo que llegue a una increíble conclusión que honestamente no me la esperaba ni a palos.

Una Smart band de marquita es mejor reloj que otros

Increíblemente, como reloj, no solo es más cómodo que mi anterior Casio, sino que más ligero y más “no siento que tengo algo en la muñeca”, sigiloso(?) no sabría decirlo, pero es algo que hoy aprendí a valorar en un reloj. Como accesorio es suficiente, sutil, algo que podría pasar de largo de no ser que se prende cada tanto. Algo que para varios puede ser un defecto para mí una virtud.

Después viene, bueno lo básico, ver la hora. Y es acá donde una de las más grandes y bobas virtudes de la Smart band vienen a la luz, podes cambiar la estética del reloj.

Suena re bobo, si, y lo es, pero viniendo de uno de esos frikis que toquetean todo el teléfono para que les responda a gusto, especialmente en momentos donde necesito algo rápido, poder configurar y alternar la estética de un producto a lo largo del tiempo es un plus.

Ni bien te aburrís de una pantalla podés ir a otra, y después volver. Es una experiencia que aquel que le cabía jugar con las estéticas del winamp puede tranquilamente empatizar.

Pedirle al Casio que cambie de estética es simplemente irreal, el lcd este cocinado, y es esto u otro Casio.

Pero, porque pedirle a un reloj que compita (y a criterio) le gane a otro reloj cuando aún le podés pedir mas.

Lo lindo, Lo Malo y lo Mágico de tener un reloj inteligente

Habiendo TANTO marketing marcando estos relojes como life changers, voy a enumerar de manera directa y clara los atributos del reloj. Con lo bueno y lo malo es claro, con lo mágico son aquellos atributos que distinguen a capa y espada estos relojes de sus pares.

Lo bueno:

  • Cronometro, útil no muy muy ni tan tan. La pantalla táctil no permite la precisión que gusta de una herramienta como esta, pero funciona en el 99% de los casos.
  • Alarmas. 100% independientes, gran ventaja frente al reloj tradicional es poder poner varias, y configurarlas.
  • Personalización. Hay algo con el reloj que lo hace tuyo, desde elegir que menues aparecen en que orden, a las pantallas principales, a los widgets. No hay mucho, pero lo que hay es más que suficiente.
  • Comodidad. Como dije antes, en la misma gama de precio le gana a todos los relojes que use.
  • A prueva de agua. En la mayoria de los sentidos le compite mano a mano con la gama media tradicional de relojes en resistencias. Pero no me confiaria de un buen golpe.

Lo malo:

  • Batería recargable. Esta es por lejos la peor de todas. De pasar a un reloj cuasi inmortal, a uno que en el mejor de los casos cada 45 días lo tenes que reconectar. Promedio 20, lo cual es mas que justo y suficiente, y cargarlo es cuestión de minutos.
  • ¿Pueden llegar a ser demasiado minimalistas? No sé, es muy difícil que un reloj tenga un defecto, más que dar mal la hora supongo.

Lo Mágico:

  • Widget de música. Amo esta función, es la cúspide del estilo y del futuro. Puedo reproducir música desde mi teléfono, conectado a mis auriculares inalámbricos, no solo controlando si quiero cambiar, pausar o repetir el tema, sino que también puedo cambiar el volumen y VER EL TITULO DE LA CANCIÓN EN CURSO. Si, es algo bobo, de nuevo, pero puedo interactuar con todas las funciones que necesito en mi circuito musical, sin tocar mi teléfono ni de casualidad, algo muy interesante en general.
  • Widget donde está mi teléfono. (Amo esta función)², como persona de muchas ideas y pocos ordenes, me es ridículamente fácil poner mi teléfono en un lugar y mi persona en otro. No existe más perder el teléfono o molestar a la patrona para que me llame, toco un botón y comienza a sonar una alarma. Fin. Hiper funcional.
  • Notificaciones. No es de mis favoritas, pero no voy a negar que me gusta. Las tengo muy reducidas, solo WhatsApp y llamadas, algo que me hace sentir que lo que me aparezca sea de trabajo y no algo boludo. Me gusta mucho el mecanismo de notificaciones, dando una muy sutil vibración que claramente mi brazo puede percibir sin que nadie se entere. Muy útil para entornos o momentos donde queremos silenciar todo el teléfono, pero aun así, recibir llamadas o mensajes importantes.
  • Sensores Supongo (?). No te voy a negar que los use un par de veces, muy interesante ver tu pulso subir mientras jugas juegos de tensión, corroborar emociones con números (?). Pero obvio que la gente normal lo quiere usar para hacer cosas de gente normal, como correr. Y para correr está muy bueno. Me contaron.

Que vamos a ser sinceros, cualquiera de estas cuatro funciones de no estar en mi reloj no cambiaría en absoluto mi opinión, creo que la Smart band es un excelente producto que se sostiene por sí solo sin tener que depender de los gimicks que el marketing se tienta tanto en inventar. Pero, en términos de personas normales, el poder vencer a los relojes tradicionales no solo de visitante sino también de goleada, hoy cualquier reloj, aun de oro que no pueda encontrar mi teléfono me parece anti funcional. Anticuado, bordeando lo antiguo.

Es, la Smart band quizá, la segunda gran interfaz externa que giran en torno a los teléfonos, siendo la primera los auriculares, obvio.

Que, si vamos a hablar del pasado presente y futuro, tiene muchísimo más sentido que queramos acarrear algo como relojes a no sé, anteojos futuristas como las Google Lens. Solo por algo histórico lo veo, anteojos tenemos hace siglos, relojes hace milenios.

Yo creo que estamos en un punto muy dulce, donde es solo cuestión de tiempo y quizá si, un poco de moda.

La tecnología es ridículamente accesible, y honestamente tiene el potencial de potenciar cualquier teléfono de cualquier gama.

3 COMENTARIOS

  1. Shengdi

    Estoy 500% de acuerdo con este artículo.

    Últimamente me he estado ‘antojando’ de comprar un SmartWatch (explícitamente el Huawei GT2 Pro) porque me parece hermoso, nada más. Pero ver todo el dinero que cuesta a cambio de… Poder responder notificaciones con mensajes predefinidos y tener un GPS, micrófono y parlante incorporados (para hacer llamadas con el reloj cual película de espías) : simplemente no vale la pena cambiar una SmartBand por un SmartWatch.

    Contras del SmartWatch:

    – Su alto precio por lo que ofrece.
    – Batería que usualmente no pasa de 2 días.
    – Es pesado.
    – No es tan sigiloso.

  2. Alexis

    Me encantaría tener uno solo a modo de prueba (lo veo muy práctico para lecturas rápidas sin sacar el celular), pero desde hace prácticamente 20 años que no uso reloj de ningún tipo, principalmente porque tengo un PH del OGT y soy capaz de oxidar a Magneto de X-men. Creo que no hay solución contra ésto, pero tampoco me desespera si no lo tengo.

  3. Bereyoga

    Gracias. Coincido plenamente con tu comentario.

    Toda mi vida usé reloj, así que tener además uno con unas funciones extras más me parece genial. Un simple Xiaomi5, se la banca.

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