En los últimos años, el mercado de hardware de PC de segunda mano ha cambiado radicalmente. La explosión y posterior caída de las criptomonedas (especialmente Ethereum) provocó que una enorme cantidad de componentes, en especial tarjetas gráficas (GPUs), salieran a la venta. Al mismo tiempo, muchos entusiastas están actualizando a plataformas más nuevas, dejando CPUs y motherboards de generaciones previas en circulación. Esta guía técnica (pero accesible) explora el panorama post-cripto en componentes usados, analizando si conviene comprar hardware «minado», qué partes viejas siguen rindiendo, y cómo revisar un producto usado para no perder dinero en el intento.

El boom de la criptominería elevó drásticamente la demanda (y precio) de ciertos componentes como las GPUs. A mediados de 2021 era «mal momento» para comprar placa de video nueva: faltaba stock, la demanda excedía la oferta, los fabricantes no daban abasto, todo agravado por la fiebre del minado. Sin embargo, esa burbuja eventualmente estalló. En septiembre de 2022 ocurrió The Merge de Ethereum, pasando de proof of work (minado con GPU) a proof of stake, eliminando la necesidad de placas de video para esa criptomoneda. Consecuencia: los mineros apagaron sus rigs y liquidaron el hardware masivamente.

Esta venta masiva post-cripto produjo dos efectos. Primero, aumentó la disponibilidad de GPUs (y otros componentes) y los precios bajaron luego de años de sobreprecio. Por ejemplo, hoy una Nvidia RTX 3070 usada cuesta alrededor de USD 250, mientras que nueva ronda los USD 400 – prácticamente la mitad. Segundo, el mercado de segunda mano se llenó de unidades «minadas». Aquí surge la duda: ¿son realmente ofertas irresistibles o bombas de tiempo desgastadas? La respuesta depende del caso, y de tomar recaudos al comprar.

GPUs y partes que han sido «minadas»: ¿vale la pena comprarlas?

Comprar GPUs usadas de minería puede ser un arma de doble filo. Por un lado, no todas están arruinadas: si la placa tuvo buena refrigeración y mantenimiento, podría rendir igual que una normal. De hecho, pruebas independientes mostraron que muchas GPUs ex-mineras funcionan casi a la par de una equivalente poco usada, sin fallas notables. Incluso se ha argumentado que una placa usada sólo para minar (si estuvo undervolteada y a carga constante) sufrió menos estrés por ciclos de calor que una GPU de gamer, la cual pasa de idle a full load repetidamente. El beneficio principal es el precio: se consiguen modelos de alta gama a una fracción de su valor original. Por ejemplo, se han visto RTX 2060 SUPER por alrededor USD 130 y RTX 3070 Ti por unos USD 260 usadas, precios impensados hace un par de años.

Pero no todo es color de rosa. Las tarjetas mineras suelen haber trabajado 24/7 al 100% durante meses o años, reduciendo su vida útil más rápido de lo normal. Un GPU de granja de minería puede no alcanzar los FPS de uno nuevo de mismo modelo y arriesgas a que falle antes de tiempo. El problema es el calor continuo: operar a altas temperaturas sin descanso degrada pasta térmica, ventiladores y componentes internos, afectando temperaturas, clocks y rendimiento. Algunos fabricantes detectaron ~10% menos performance tras un año de uso minero intensivo. Además, existen casos de ventas poco éticas: mineros que literalmente lavaron placas con hidrolavadora o pintaron chips de memoria para ocultar el desgaste antes de vender. Imaginate comprar una GPU «limpita» que en realidad fue sumergida en agua! Por eso, hay que elegir con cuidado.

Las RTX 3060 siguen siendo una buena compra.

¿Cómo asegurarte de comprar una buena GPU usada? Primero, investigar al vendedor. Si notás que vende muchas gráficas iguales y también fuentes de 1000W o motherboards de minería, date por seguro que esa placa viene de un rig. En esos casos, asegúrate de que ofrezca garantía o prueba de funcionamiento. Evita gangas demasiado buenas de vendedores desconocidos. Segundo, exigí pruebas: idealmente ver la placa andando. Pedile una captura de un test de estrés (ej. FurMark o Kombustor) con la GPU al 100% y monitoreá temperaturas. Si ves que se va a +90°C rápidamente o hace thermal throttling, mala señal. Una tarjeta sana debería mantener temperaturas razonables (70-80°C máx. bajo carga fuerte) sin bajar clocks. Tercero, inspección visual: si podés, revisá la tarjeta físicamente. ¿Tiene polvo excesivo, óxido o corrosión? ¿Tornillos barridos o sticker de garantía roto (indicio de que la desarmaron)? ¿Ventiladores gastados que hacen ruido o no giran libremente? Es preferible una GPU usada limpia y original, incluso con su caja, a una sucia o repintada. Y cuarto, verifica que el rendimiento coincide con lo esperado. Una vez comprada, prueba la placa en juegos o benchmarks y comprueba que los FPS y puntuaciones sean acordes al modelo. Si todo eso está bien, habrás obtenido un GPU potente a excelente precio. Si algo huele mal, más vale cancelar la compra a tiempo (“lo barato puede salir caro”).

En resumen, vale la pena considerar GPUs ex-minado si: ahorrás mucha plata y puedes testear que estén en buen estado. No son automáticamente descartables (!que una tarjeta haya minado no es malo en sí mismo, si estuvo bien cuidada») pero tampoco hay que comprar a ciegas y como un loquito. Hay que analizar caso por caso. Y recordá siempre: si la diferencia de precio con una nueva es poca, quizás convenga pagar un poco más y tener garantía oficial.

CPUs y motherboards de generaciones pasadas que siguen rindiendo

No sólo de GPUs vive el mercado de usados. También muchas CPU y placas madre de generaciones anteriores se ofrecen a buen precio, y pueden dar pelea en 2025. Gracias a que la potencia de los procesadores ha crecido de forma gradual (sin grandes saltos revolucionarios recientemente), un buen CPU de hace 5 o 8 años aún puede moverse como pez en el agua con tareas actuales. Por ejemplo, un Intel Core i7-4770 (4ª gen, 2013) sigue siendo una opción confiable para quien busca un rendimiento sólido sin gastar mucho. Este veterano de 4 núcleos/8 hilos aguanta sorprendentemente bien en juegos modernos y uso diario, de hecho algunos usuarios en 2024 ni ven necesidad de actualizar aún. Del lado de AMD, un Ryzen 5 1600 o 2600 (2017-2018) de 6 núcleos sigue ofreciendo rendimiento decente en títulos actuales, comparable a CPUs más nuevos de gama media-baja. Incluso chips más viejos (Core i5 de 4ª o 6ª gen, FX-8300, etc.) pueden dar una nueva vida a una PC por muy poca plata, siempre que las expectativas sean razonables.

Entonces, ¿qué combos placa+procesador usados conviene buscar? Si tu objetivo es armar una PC económica pero capaz, apuntar a la penúltima o antepenúltima generación suele dar mejor relación costo-beneficio. Por ejemplo, plataformas Intel LGA 1151 (6ª a 9ª gen Core) o AM4 de primera/segunda generación: suelen abundar porque muchos actualizaron a Intel 12ª gen o AMD AM5, y venden sus combos anteriores. Un combo Core i7-8700 + motherboard B360/Z370 con 16GB DDR4, por ejemplo, rinde excelente en gaming 1080p y productividad, pero usado podría costar la mitad de un combo Intel 13ª gen nuevo de rendimiento similar. Lo mismo con un Ryzen 5 3600 + placa B450, más que suficiente para tareas cotidianas y juegos eSports, a precio muy accesible de segunda mano. La clave está en evaluar si ese CPU «viejo» podría ser cuello de botella para la GPU que piensas usar. En general, cualquier Core i5/i7 de 4 núcleos modernos o más, desde Intel 4ª gen en adelante, o Ryzen 1ª gen en adelante, no limitará tarjetas de video de gama media (ej: GTX 1060/1660, RTX 2060). Para GPUs más potentes (RTX 3080, etc.), ya conviene un CPU más nuevo, pero esos casos son menos frecuentes en PCs de bajo presupuesto.

Los Ryzen 3600 todavía dan pelea en muchas situaciones.

Otra ventaja de ir por combos usados de generaciones pasadas es que muchas veces vienen de entornos corporativos o de entusiastas cuidadosos. Un motherboard usado de buena marca puede durar muchos años más si está en buen estado (las placas no “envejecen” en desempeño, solo hay que revisar que no tenga capacitores hinchados ni daños físicos). Y las CPUs en sí prácticamente no se desgastan con el uso: si no fueron overclockeadas al extremo o sobrecalentadas constantemente, un micro de 2017 rendirá en 2025 igual que rendía nuevo. Por eso, es común encontrar ofertas como “Workstation Xeon de 8 núcleos” de hace unos años a precio ganga, que todavía sirven muy bien para edición de video o multitarea pesada, compitiendo con CPUs modernos mucho más caros.

Consejo: procura buscar combos usados con todo integrado (CPU + motherboard + RAM) cuando son plataformas más antiguas, así garantizas compatibilidad y quizás obtienes un mejor precio por el pack. Y verifica temas de soporte: por ejemplo, algunas placas AM4 más viejas requieren actualización de BIOS para admitir Ryzen más nuevos, etc. Si compras al dueño original, pregúntale si la BIOS está al día. También revisa que incluya el backplate/cooler del CPU si es específico de ese socket.

En definitiva, aprovechar hardware de hace 2 o 3 generaciones puede ahorrarte muchísimo dinero por rendimiento muy cercano al actual. Es la típica situación de “lo que era tope de gama ayer, hoy sigue siendo bueno pero a precio de ocasión”. Siempre que hagas los deberes de comprobar compatibilidad y estado, armar una PC con piezas «semi-vintage» puede ser una decisión inteligente.

Cómo revisar un componente usado antes de comprar

Así como al comprar un auto usado lo llevás a tu mecánico de confianza, con las PC conviene hacer una inspección técnica antes de cerrar el trato. Estos son algunos pasos y recomendaciones para probar hardware usado y evitar sorpresas:

  • Inspección visual (chasis abierto): Si es una PC completa o una parte grande, abrí la tapa y mira con atención. Busca capacitores inflados o con fuga en la motherboard y tarjeta gráfica – son síntoma de vejez o mal funcionamiento eléctrico. Chequea que no haya polvo excesivo pegado con grasa (signo de que estuvo en ambiente con humo o cocina) ni óxido/herrumbre en componentes metálicos. Revisa los coolers: que giren libremente con un leve empujón y no estén trabados por suciedad. Un ventilador de CPU/GPU que está duro o hace ruido puede implicar recalentamientos. También huele dentro del gabinete: si detectas olor a quemado o a nicotina (si te molesta el humo), ojo: las PCs de fumador quedan impregnadas y requieren limpieza profunda para quitar el olor. Estos detalles visuales ya te dicen si el equipo fue bien tratado o no. Una máquina limpia por dentro suele ser señal de dueños cuidados; una llena de mugre y telarañas, tal vez mejor pasar.

  • Prueba de encendido y estrés: Nunca compres hardware usado sin verlo funcionar encendido. Pídele al vendedor que te deje iniciar la PC o colocar la pieza en una máquina de prueba. Arranca el sistema y entra a la BIOS: verifica que la BIOS reconozca bien el CPU, RAM, disco, etc., y fíjate en los voltajes y temperaturas en reposo (la BIOS suele mostrar valores de la fuente, como +12V, +5V, etc.; deberían estar dentro de ±5%). Luego, si es posible, bootea un sistema operativo (muchos llevan Windows instalado, o usa un pendrive live) y ejecuta algunas pruebas de esfuerzo: por ejemplo, correr Prime95 para estresar CPU/RAM, y FurMark o 3DMark para la GPU Al mismo tiempo monitorea temperaturas con algún programa (HWMonitor, SpeedFan, etc.). La idea es cargar al máximo el equipo un par de horas y ver si aguanta estable. Si la PC se reinicia, se congela o lanza pantallazos azules bajo estrés, podría haber problemas de estabilidad (fallas de fuente, de VRM en la placa madre, RAM defectuosa, etc.). Un equipo sano debería pasar al menos 1-2 horas de stress test sin errores ni sobretemperaturas. También prueba componentes específicos: abre la bandeja de la lectora de DVD (si tiene) para ver que funcione, conecta un par de pendrives a los puertos USB y comprueba que todos respondan, prueba salida de audio, red, cada detalle. He visto PCs usadas perfectas excepto porque no andaban los USB frontales o tenía la placa de sonido quemada – son fallas menores, pero conviene detectarlas antes y no después.

  • Chequeo de almacenamiento: Si vas a comprar un disco duro mecánico (HDD) usado, es obligatorio revisar su salud. Un HDD con sectores defectuosos o demasiadas horas encendido es una mala compra, ya que puede fallar pronto. Usa herramientas como CrystalDiskInfo (en Windows) o smartmontools (Linux) para leer el SMART del disco: te dirá cantidad de sectores reasignados, errores, horas de uso, etc. Idealmente, cero sectores malos. Para estar más seguro, puedes correr un escaneo superficial con utilidades tipo HDD Regenerator o HDTune: tardan bastante, pero detectan sectores defectuosos. Si aparecen errores, descarta ese disco. En el caso de SSD usados, la recomendación es similar: chequea el porcentaje de vida útil restante (muchos SSD lo informan en SMART) y los TB escritos. Sin embargo, personalmente no recomiendo comprar SSD de segunda mano a menos que conozcas su procedencia. Los SSD nuevos están baratos y un usado puede tener mucho desgaste invisible; mejor invertir un poquito más y tener almacenamiento nuevo con garantía. Con fuentes de poder (PSU) también hay que tener cautela: una fuente usada de calidad dudosa es riesgo de inestabilidad o daño a otros componentes. Revisa que la PSU no haga ruidos extraños (chirridos de bobina, ventilador ruidoso) y que los conectores no estén quemados o modificados. Igual, si el presupuesto lo permite, conviene fuente nueva o semi-nueva certificada.

  • Comparar precios y evaluar la oferta: Por último, haz la tarea de investigar el valor de mercado antes de pagar. Busca modelos similares en Mercadolibre u otras webs para ver el rango de precios. Si compras un combo completo, suma el valor de cada componente por separado y réstale ~25% por ser compra conjunta – ese suele ser un buen descuento objetivo en usados. Sobre todo, asegúrate de que la diferencia respecto a un producto nuevo sea lo suficientemente grande para justificar la falta de garantía. Un usuario en nuestro foro resumió sabiamente: “no voy a pagar USD 800 por una placa usada cuando nueva vale USD 950”. En cambio, si la usada vale, digamos, USD 600, ahí sí la balanza se inclina por el ahorro. Desconfía de lo demasiado barato, pero también huye de lo usado caro. Y si el vendedor es alguien conocido o con buena reputación (por ej., en grupos de hardware), mejor: la confianza en este mundillo vale oro.

El panorama actual de componentes usados ofrece grandes oportunidades de ahorro, especialmente tras la «depuración» post-cripto que trajo precios más razonables. Sí, se puede armar una PC potente gastando mucho menos comprando usado, pero hay que hacerlo con ojo crítico y algo de conocimiento técnico. Las GPUs ex-minería pueden ser un golazo o un clavo, por eso dimos pautas para distinguirlas y probarlas. Las CPUs y mothers de ayer todavía dan pelea hoy, lo cual permite reciclar tecnología y estirar nuestro presupuesto. Y siguiendo una metodología de revisión básica – como la que describimos, similar a la de un mecánico con un auto – reduciremos muchísimo las chances de “comernos un garrón”. Al final del día, se trata de encontrar el equilibrio entre precio y riesgo. Con información, paciencia y las precauciones debidas, podrás conseguir excelentes piezas usadas sin perder plata

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