Febrero de 2018. Una idea hace nido y crece con lentitud. Va dando sus frutos en forma de artículos presentados en esta querida web que resiste estoica el paso del tiempo. Lo que esperaba fuese una decente serie de columnas sobre los videojuegos y la adicción que generan, se convirtió demasiado rápido en otra cosa. Una más compleja, grande, larga, necesitada de un formato que todavía me era desconocido, pero estaba requiriendo para expresar todo lo que tenía que decir. Un libro: Videojuego y Adicción.
De aquellos 3 artículos (1, 2, 3) quedó el concepto de 3 capítulos, mucho más nutrido en el tomo completo, de lo que podría haber sido jamás. Es que ya en su escritura, me vi obligado a recortarlos, editarlos, adaptarlos al formato de página web. Porque la incontestable verdad es que una nota de 3500 palabras no es una nota; es un delirio. Así como 17 partes que suman más de 47.000 palabras no son una serie, sino una obra que supera en extensión a la mayoría de las novelas. Tal verborragia hubiese resultado imposible en la encorsetada limitación del lector fugaz web. O eso pensaba, a pesar de que los lectores reaccionaron de forma relativamente positiva a tales mastodontes publicados. Las historias les llegaban, las secundaban, hasta compartían otras propias que servían de mejor ejemplo.
Las anécdotas, esas historias contadas en VyA son verídicas; tristemente verídicas. Son propias, son ajenas, mías, tuyas sin dudas. Todos conocemos a alguien que las refleja en nuestras vidas, hemos escuchado de personas así o sin rodeos, hemos sido sus protagonistas. Excelente muestra de la masificación, la transversalidad de los videojuegos y por ende, de sus problemáticas. Las sacadas de mi experiencia personal son además un descanso y ejemplo de lo expuesto en tramos mucho más densos, cerebrales, lógicos del libro. Como las fábulas antiguas, enseñan a través de la demostración. Pero más que nada, siento que recuerdan que más que de jugadores, compradores o adictos, estamos hablando de gente, de personas. De seres humanos reales, que viven y sufren, no solo de números que engrosan los servidores de los juegos o aportan en silencio a las listas de los más vendidos. Fue tal la chispa que inició el incendio creativo: El ver que lejos de ser una excepción, la relación conflictiva con los videojuegos era mucho más normal de lo que suponemos.
La genuina y obligatoria humildad al encarar estos temas, ha sido una herramienta y ley de oro respetada en todo el texto. Con esto quiero decir, que en ninguna parte del libro juego a ser psicólogo, psiquiatra, experto en adicciones o nada que no soy. En cambio, trato de aportar una óptica que a mi entender es de lo más importante, la del jugador que lo vivió y vive en carne propia. Mostrando su relato y los de aquellos que lo acompañaron en tantos años de batallas digitales. No es un libro de historia militar narrado por algún inmaculado general de un bando beligerante; es la confesión tabernera del soldado sucio en lodo y sangre, que estuvo ahí. Que comió plomo y masticó tierra. Que no salió siendo el mismo y perdió gente en el camino, para quien las guerras no fueron en mapas ni vistas por prismáticos, las lleva en las cicatrices del alma.
Supongo que la crítica constructiva es una de las acciones que más denotan amor. Videojuego y Adicción, en el fondo y por crítico que suene a primera leída su nombre, es una carta de amor inmensa al arte que son estos pedazos de software que tanto nos atrapan. No es un dedo acusador desde la censura, alimentado por la ignorancia o el miedo, los mayores problemas al encarar estos temas. Pero tampoco es la venda del fanático que todo lo aprueba solo por tratarse de lo que defiende. Es el señalamiento de lo que sucede, en especial de lo malo, para mejorar, arreglar, superar.
Porque cuando digo Skyrim, hablo con las 350 horas invertidas en el juego. Cuando hablo de Persona, recuerdo lo importante que fue para mi en un momento complicado de mi vida. O al escribir siquiera Planescape: Torment, sigo pensando que se trata de uno de los relatos culmine de la humanidad como tal. No, no hay odio ni vocación demonizadora en mi libro. Tampoco van a encontrar los justificativos parciales y ciegos del que se niega a ver la realidad, solo porque no le da la razón o lo deja en evidencia. La crítica, cuando es real, se vuelve también interna, auto-crítica. No toco de oído ni de afuera, y por eso también me responsabilizo.
Este viaje de crear un libro a partir de una idea no es nuevo para mi, pero si es la primera vez que lo recorrí completo. Todo lo que van a ver y leer en VyA no se hizo a pulmón. Debido a que los pulmones no escriben durante meses, no dibujan portadas ni maquetan, editan, corrigen o formatean digitalmente un libro. Se hizo con algún fuego oculto que ni yo entiendo. Con constancia y amor durante un año. Casi en secreto pero contando con el apoyo invaluable de gente que, espero, ahora pueda disfrutar del producto. Un camino por todas las fases creativas, editoriales y publicitarias en el nacimiento de un libro. Todo artesanal, como seguramente se note en alguna parte, pero con el sello de su autor hasta en el más mínimo detalle.
Es muy raro tener que recomendar a los demás algo que vos mismo hiciste. En un mundo en el que todos quieren vendernos algo siempre, pasar por una vez al otro lado tiene una sensación extraña. Lo mejor que puedo decirles, queridos lectores, es que como uno escribe, le llega a los demás. Quien lo hace furioso transmite esa emoción, quien piensa elevado hace volar a los demás con él. Si algo bueno puedo decir de mi libro, es que fue un placer escribirlo. Incluso cuando costaba, cuando había que arreglar cosas o aprender alguna que otra habilidad nueva del proceso editorial, como hacer la portada o crear el libro en Sigil. Se hizo con pasión, con respeto por el que está del otro lado. Se hizo para vos. 1 año de trabajo para dar un libro que a mi me gustaría leer.
Estoy seguro, siguiendo el mismo concepto, de que también les llega mi emoción al leerme ahora. Sepan que detrás de esos 17 capítulos con nombres alusivos a videojuegos, están las experiencias de toda una vida a través de las pantallas. Está el profundo amor por este arte, la preocupación por que no se descarrile y nos haga daño. El convencimiento de que aún no les sacamos todo el jugo didáctico, educativo. El deseo por que se hagan más, pero que también sean mejores, y la secreta esperanza de que así sea. Venga por el lado de la fundamentación sesuda o los relatos tan humanos, algo te vas a llevar.
Una vez leí que un escritor en el fondo siempre es optimista, porque de una forma u otra, escribe para un futuro que nadie le asegura que vaya a estar ahí. Pero escribe igual, porque cree. Este libro es mi forma de creer en ustedes. En nosotros. Están invitados a ser parte de esto. Porque el que escribe siempre lo hace para otros. Vos, sos ese otro. Como te vas a ir dando cuenta al leer las experiencias, anécdotas y reflexiones en Videojuego y Adicción, los que jugamos tenemos mucho en común.
Y que el lema insignia de Tecnovortex, «hablar sobre tecnología en tu mismo idioma, sin dejar de lado lo que realmente importa, vos» se siente y honra en cada letra.