Ser Sysadmin es un trabajo duro

Como bien dijo Guille en su post sobre el Día del Administrador de Sistemas estoy bastante vago últimamente, por lo que para diluir un poco esa imagen que tienen de mi aprovecho la temática y les traigo un compilado de historias varias. Anécdotas en esta difícil profesión sobran, tiro algunas que me voy acordando de las distintas empresas por las que pasé…

– Recibiendo un server de 1u de rack (los finitos) con todos los chiches y recién instalado, mientras esperábamos el ascensor el proveedor lo apoya contra la pared (de mármol) del hall del edificio, donde obviamente se desliza y cae de lleno contra el piso. Pocas veces vi a un tipo tan cerca del ataque de pánico como ese pobre cristo. Milagrosamente el equipo sobrevivió pero le dije que en mi oficina no lo instalaba ni poniéndome un arma en la cabeza.

(No solo son ruidosos al funcionar, al golpear contra el piso también)

– Hice un backup de Ghost al revés. Si, volqué el disco nuevo sobre el disco que contenía información importante. El cliente, chocho.

– Una vuelta me la di de electrónico loco y quise arreglar un monitor CRT cambiando un par de piezas. Por suerte encontré rápido el matafuegos.

– ¿Todos conocen las «metralletas krakatoa», pirotecnia compuesta por muchos petardos atados? Hice una versión artesanal conectando a la corriente una fuente recién arreglada por mi. El muchacho que compartía oficina conmigo todavía debe estar tratando de regularizar su pulso cardíaco.

– Hablando de monitores CRT, una vuelta estaba muy tranquilo instalando un Win XP en una ensambladora de PCs cuando de la nada salta una térmica y se escucha un estallido… Un flaquito del área de electrónica metió el dedo donde no iba y yacía sentado de traste en el piso, con los pelos parados cual Willie E. Coyote y sin comprender demasiado de su vida. Les recuerdo que el tubo almacena unos 18 kilovolts, que el muchachito recibió directo.

– Me quedé dormido en el sillón del dueño de la compañía durante una hora. Me despertó él mismo para avisarme que el pasaje de archivos ya había terminado y aprovechó la oportunidad para sugerirme que deje la vida licenciosa y duerma un poco por la noche.

(No es mi culpa que los procesos tarden tanto)

– Mientras pasaba el antivirus por la computadora de un gerente de alto rango (señor mayor, casado, ultracatólico, conservador, padre y abuelo ejemplar) me volví un experto jugador de póker mientras disimulaba que desfilaba por el monitor la que, a juzgar por la cantidad y creatividad de títulos, posiblemente sea la mayor colección de videos de travestis del continente americano.

– Éramos cinco técnicos con un fin de semana completo de laburo encima, las cabezas ya estaban completamente quemadas después de cablear una oficina completa y probar todos los puestos de trabajo. A media hora de que llegara la dueña de la empresa cliente para ver el trabajo, mientras yo me encargaba de preparar el mate de la victoria, otro de los chicos se recortaba las colas de los precintos que unían los 24 cables de red del lado trasero de la patchera. Venía todo fenómeno hasta que se dio cuenta de que, de puro cansancio, había cortado 21 de 24 cables. Hubo que recablear la patchera completa.

– Esa misma tarde y 25 minutos después, a 5 de la llegada de la dueña, me di cuenta que la naturaleza me estaba llamando y un pequeño niño de estiércol pujaba por su libertad desde mis entrañas. Encaré hacia el baño donde realicé un complicado pero rápido trabajo de parto, higienicé mis rincones y volví al salón central donde me encontré con tres compañeros llorando de risa y uno directamente con arcadas producto de mi pequeña y hedionda criatura. Pero la risa duró hasta que hubo que aguantarla forzosamente… Escuchamos la llave de la puerta de la oficina y entró la fina señora, cuya cara se desfiguró instantes después con una clarísima expresión que yo interpreté como “Epa, me parece que me olvidé un tricératops muerto en el freezer y se acaba de descongelar de golpe”

– El cableado, habrán visto, es una tarea peligrosa. Entre los accidentes mas memorables en mi haber se encuentran haberme martillado un dedo con una impactadora atravesando la uña hasta la carne, o dejar 10 metros de cable UTP gris teñido de rojo al rebanarme la yema del pulgar con una tijera (cortando cinta aisladora) y seguir pasando cable al no darme cuenta. Ni hablemos de un colega que se cayó de un entrepiso y pasó un par de días en el hospital…

(Juguete no recomendado para niños menores de 45 años)

– Que exploten zapatillas, tomacorrientes, transformadores y fuentes en mi cara al agacharme a conectar algo ya no sorprende a nadie en la oficina, aunque el golpe de la nuca contra el escritorio por el susto y la puteada por partida doble siguen con el punch del primer día.

– Pero la más terrible de todas las anécdotas sigue siendo el día que fui a la casa del dueño de un cliente importantísimo de la empresa para la que trabajaba a configurar el acceso remoto (llámenlo RDP, SSH, VNC, VPN, no recuerdo qué usé) al sistema de gestión y, como el hombre estaba muy ocupado y tenía que volver a la oficina, dejó a su hija de 19 años (quien estaba empezando a trabajar con él) para que me monitoreara y verificara el correcto funcionamiento de la aplicación. Los lectores que vengan de mi blog/fanpage se imaginarán lo apetecible que estaba la niña en cuestión por decirlo de una manera sutil. La tarde transcurrió sin contratiempos hasta que desde mi laptop redacté el correo triunfal para mi jefe y el cliente y, dispuesto a emprender el regreso, sonó mi celular. Con mucho esfuerzo entre cataratas de agravios e improperios de mi superior logré captar el trágico error que había cometido: El corrector automático decidió sin consultarme que cambiar “Estuve probando el soft con su hija y su rendimiento es excelente” por “Estuve probando el sofá con su hija y su rendimiento es excelente” era buena idea.

Conclusión: Si ya son sysadmins saben que no hay vuelta atrás, simplemente seguir con esta penuria hasta que una descarga de PoE nos libre del sufrimiento. Si no son sysadmins consideren antes trabajos como amansador de cobras o sujeto de pruebas para afiladores de katanas. Y por último, si los dejan a solas con la hija de un cliente intenten terminar en su cama en lugar de hacer el trabajo y ser insultado por su jefe a causa de un corrector malintencionado como quien les escribe…