En algún momento de los últimos años, entre escribir artículos larguísimos sobre procesadores que ya nadie recuerda y discutir en Twitter sobre si una RTX 4070 es cara o no, me encontré haciendo algo que jamás pensé: encendiendo una cámara, mirándola a los ojos y… hablando. Hacía mucho que tenía ganas, de hecho en algún momento me animé, pero soy un tipo con mucho pudor, con miedo del «qué dirán» y aquel proyecto llamado X86 Mafia fue archivado y volví donde me sentía más cómodo. A escribir.

Pero en un momento dije «ya fue» y aquel blogger que siempre se sintió cómodo detrás del teclado, con un mate al lado y un WordPress abierto, ahora se puso a hacer videos en YouTube. No por plata (aunque me encantaría, hay que reconocer que llegué tardísimo), ni por obligación, sino por algo mucho más peligroso: el capricho, aprender sobre edición de video y sumar un nuevo hobby y el amor a hacer cosas nuevas.

Y así nació mi canal de YouTube, que simplemente es mi nombre: Guillermo Mayoraz, el cual es una mezcla rara de hardware retro, anécdotas tecnológicas y análisis que podrían durar diez minutos… pero suelen durar más, porque me gusta contar las cosas como si fueran una charla de café con amigos.

Del teclado al micrófono: un pasaje incómodo

Para un tipo que ama escribir, la idea de «poner la cara» es casi un sacrilegio. En este sitio web siempre pude esconderme detrás de las palabras, corregir frases, borrar párrafos enteros y dejar todo pulido antes de que alguien lo leyera.

Pero en video no hay «Ctrl+Z» mágico.

Tenés que prender la cámara, hablar, y lo que salga… bueno, salió. Al principio hacer cada toma me llevaba horas, porque me trababa todo el tiempo. Pobre camarita, le vivía agotando la batería… Y a eso también se le suma el hecho de que me gusta que el producto sea relativamente «bueno» (no perfecto, bueno) aunque como todos dicen y más cuando se arranca, mejor es hecho que perfecto.

Además está la maldita vergüenza. Esa sensación rara de estar hablándole a un lente negro que, en teoría, es «la audiencia». Al principio, grabar era un acto de autoboicot: me enredaba, transpiraba, decía muletillas, cortaba cada dos minutos… y terminaba con veinte tomas de la misma frase.

También salen escenas de la vida diaria…

Ahora, con práctica, ya puedo sostener la mirada y hablar como si realmente hubiera alguien del otro lado. Aunque les aclaro, todavía me da cosa verme a mí mismo en los videos.

YouTube no es un weblog… para bien y para mal

Acá Tecnovortex, un sitio que, como la mayoría, practicamente carece de tráfico y los que suelen visitarlo prácticamente ya no comentan, cuando publicás algo, esperás a ver si la gente comenta, si lo comparte, si explota o queda ahí. En YouTube, la respuesta es inmediata: las vistas, los likes, los comentarios… todo aparece en tiempo real.

Y es un arma de doble filo. Porque cuando un video «pega», te sentís Cristopher Nola. Pero cuando no lo ve ni tu perro, entendés por qué los youtubers dicen que es agotador. La realidad es que un video de 10 o 12 minutos te puede llevar más de 15 horas de trabajo si no tenés experiencia ya que tenés que:

  • Escribir el guión.
  • Buscar el contenido (videos viejos, reviews, leer notas de la época)
  • Armar el esquema del vídeo.
  • Filmar las partes donde aparecés.
  • Mezclar las partes en off, grabar voz en off.
  • Editar todo, transiciones, etc.

Pero es lindo. Gran parte de todo esto es porque quiero aprender a filmar, a editar videos, a todo ese mundillo. En parte porque siempre me gustó la parte «multimedia». Durante años me gustó mucho la fotografía, ahora es momento de avanzar.

Lo que más me gusta de Youtube, nobleza obliga, es la buena onda reinante. La gente suele ser muy amable (o al menos la grandísima mayoría) y los que no, suelen ser graciosos, pero se ve muy poca mala lecha, y más si estás acostumbrado a pasar tiempo en lugares como X (el ex Twitter) donde reina la malicia, la mala leche y todo lo peor de la gente.

Realmente es lindo hacer videos para Youtube, yo les diría que si alguna vez pensaron en hacer algo de contenido se animen, la calidad se la vas a ir dando de a poco y con el tiempo. Mejorás cámara(s), iluminación, guiones y demás. Pero hay que empezar de una vez.

Por qué ahora hago videos

La pregunta debería haber sido… ¿Porqué no?

No hay un plan maestro ni un Excel con proyecciones. Lo hago porque me divierte. Porque hablar de un Celeron 300A o de cómo un mod de Doom puede ser mejor que el original me saca una sonrisa. Y porque, de alguna forma, es una extensión natural de lo que ya vengo haciendo desde hace años en alt-tab y luego en Tecnovortex: contar historias tecnológicas con pasión.

Quizás algún día el canal crezca y se vuelva algo más serio.

O quizás no, y quede como ese hobby que me empujó a salir de mi zona de confort. La realidad es que mi trabajo offline (gastronomía) me lleva mucho pero mucho tiempo. Hacer videos de manera semanal requiere 2 horas reloj mínimo por día como mínimo (al menos cuando uno arranca y no tiene experiencia).

No es joda. Si laburás 8 o 9 horas y le sumás 2 horas más a un hobby se hace muy pesado, pero bueno. La vida es así. Lo que sí sé es que cada video es un pequeño recordatorio de que todavía se puede aprender cosas nuevas… incluso después de pasar décadas escribiendo.

Si quieren ver de qué hablo, el canal está acá: YouTube.com/@mayoraz.

Y acá les dejo uno de los videos que más me ha gustado hacer (y que considero, mejor me han quedado). La historia del K6-2:

Espero que les guste. Seguramente sea un canal con poco movimiento, pero ahí está. Y de a poco intentaré seguir sumándole contenido.

Tampoco tendrá  bailecitos ni reacciones exageradas, pero sí hardware, historia, anécdotas y algún que otro chiste malo.

Nos leemos, o mejor dicho, nos vemos.

1 COMENTARIO

  1. Guillermo, muchas gracias por esta y todas tus contribuciones al blog. No comento siempre pero sigo cada una de las entradas que publicas (o publicáis) desde el principio de los tiempos.

    Un saludo desde Barcelona (España).

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