A Hugo Scolnik, matematico argentino, de 67 años, le gustan los números primos.
Y el algoritmo RSA, es un popular algorítmo de cifrado asimétrico, que usa numeros primos.
Como Hugo es una persona muy inquieta, tuvo la genial idea de estudiar e intentar romper uno de los algoritmos de cifrado más utilizados en el mundo (quizás, muchas de las cosas que hagas al poner alguna contraseña utilizen RSA), pero no la forma normal que es utilizando la fuerza (por eso generación tras generación y con el consiguiente aumento de la capacidad de procesamiento, RSA va aumentando la cantidad de bits del cifrado, como se dice, se corre detrás de la coneja), sinó que intenta hacerlo con estilo, él quiere encontrarle la vuelta de una manera sutil, que por más que se utilizen 16384 BITS de codificación, el algoritmo se rompa como si el mensaje haya sido encriptado con la llave del César.
¿Cómo funciona la criptografía de llave pública?
Imaginemos que Juan le quiere mandar una fórmula química secreta a Anita, por un medio no seguro, para eso Anita primero le manda un líquido que neutraliza la fórmula y que evita que se puedan detectar los ingredientes, de paso le dice «vos mezclado en partes iguales con ésto, y no te preocupes, yo soy la única persona en el mundo que tiene el inhibidor de la sustancia que te mando, con lo que me quedará la fórmula original, y si se pierde en el medio, nunca van a poder descubrir que me mandaste»
Bien, espero que se haya entendido, ahí tenemos los siguientes personajes:
Juan es el remitente, y la fórmula original, el mensaje.
Anita es el receptor del mensaje, el líquido neutralizante, la llave pública…
Y el inhibidor, que tiene en su casa, es la llave privada, por lo que ella será la única que puede recibirlo.
¿Que quiere hacer Hugo, entonces?
Hugo quiere crear un líquido que pueda inhibir todas las fórmulas, por más raro que sea el inhibidor.
Parece algo imposible, si llegaron hasta acá, no se pierdan la nota de Critica Digital a Scolnik.
Un quote interesante:
–¿Ésta es la última etapa de la investigación?
–¿Será?
Acodado sobre el pequeño escritorio, Scolnik duda con la mirada de ojos pequeños, cansados, detrás de los anteojos de marco grueso. Y dispara:
–Se van abriendo muchos caminos. Uno mismo tiene que ir descartando opciones. Hay muchas cosas que yo francamente las sigo con la esperanza de que den algo y después me doy cuenta de que la cosa por ahí no puede funcionar. Entonces tengo que volver para atrás y cambiar de idea. Pero eso es un proceso normal en una tarea de investigación. Uno se equivoca mucho. Es una de las cosas lindas de transmitir a los estudiantes. Porque un estudiante agarra un trabajo científico publicado y dice “¡Pero este tipo es un genio, está todo maravilloso del principio al fin!”. Y el tipo ese se equivocó, lloró, se peleó con la mujer, le pasó de todo.