¿Qué pasaría si una corporación malvada – al mejor estilo Umbrella Corporation – se establezca en un barrio del conurbano y curiosa y misteriosamente comenzaran a desaparecer cada vez más y más perros en la zona? Básicamente así comienza la historia de Canine, un juego de horror en primera persona con gráficos poligonales programado por un estudio argentino y que nos retrotrae a las épocas doradas de la juventud de muchos de nosotros y las horas viciando en la Playstation original, ya que tranquilamente y de conectar la PC a un monitor CRT, cualquiera podría pensar que se trata de un juego de PSX.

Canine – por ahora sólo disponible en STEAM – es un juego sobre un pibe que busca a su perro perdido, que mientras avanzamos por la historia (intentaré no dar muchos spoilers) termina secuestrado por una especie de laboratorio o corporación que realiza experimentos con mascotas que curiosamente se llama Umbra.

Al mejor estilo película argentina de clase B (en cierto sentido me recordó a Sudor Frío, cinta que recomiendo no ver) el juego transcurre en medio de un paraje que podría ser cualquier barrio de conurbano, del gran Buenos Aires o de algún aglomerado cercano a una ciudad grande en Argentina. En Canine solamente somos un pibe con la pelotita de tenis de Tomy, el perro que se nos perdió.

Creo, humildementee, que lo que hace especial a Canine es la impronta argenta que se respira todo el tiempo. Ni bien arrancamos el juego un flaco apoyado sobre una vereda que nos «este no es un lugar para un pibe cómo vos» y sólo es el comienzo.

Cualquier semajanza con la realidad es pura coincidencia.

El juego está plagado de humor y chistes sobre nosotros y sobre otros juegos. ¿Justo un Falcon verde? o la comida de perros que en lugar de Doggy se llama Droga son 2 ejemplos entre un montón. Aunque parezca curioso debo reconocer que la mecánica del juego que va entre sigilo y simplemente «tirar una pelotita» tiene su encanto.

Maravilloso.

Demás está decir que les deseo mucha suerte a los pibes de PuKo que están detrás de este juego. Quiero dedicarle un buen rato a ver si puedo rescatar a Tomy (que es un pastor alemán, mi raza de perros preferida) y probablemente volvamos con un review muy elaborado.

Por más videojuegos argentinos. Suerte pibes.

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