Existe una realidad: hoy mucha gente le da menos importancia a las computadoras que a los smartphones. De hecho, la mayoría de los jóvenes de la generación Z con los que hablo, prefieren tener una laptop que solamente funcione pero cuando hablamos de celulares, ahí sí, quieren el «ultimo iPhone». Entonces, para ellos, hoy les voy a dar una excelente noticia: hoy es posible comprarse una laptop usada que funcione bien para el 90% de las necesidades (incluído algún videojuego liviano que no requiera GPU) por una fracción del precio de una nueva. Si total… ya no nos define una computadora.
Hoy vamos a recomendar un montón de cosas que hay que tener en cuenta a la hora de comprar una Notebook usada con Windows 11 (o Windows 10, si prefieren lo bueno), conviene fijarse en ciertas especificaciones mínimas de hardware para garantizar un rendimiento decente en tareas cotidianas. Si bien Windows 11 tiene requisitos oficiales (como CPU de 8ª gen Intel o Ryzen 2000 en adelante, TPM 2.0, etc.), aquí nos enfocaremos en los componentes clave ignorando el TPM ya que es posible instalarlo en equipos anteriores si se omiten esas comprobaciones con un pequeño paso a la hora de crear el Pendrive de instalación. La idea es distinguir entre el «mínimo absoluto» para que funcione y el «mínimo recomendado» para que funcione con comodidad. En otras palabras, no se trata solo de que Windows arranque, sino de que pueda ejecutar con fluidez aplicaciones de ofimática (Word, Excel, PowerPoint), navegar con varias pestañas y usar programas como Photoshop de forma ocasional. Veamos componente por componente cuáles serían esas especificaciones mínimas recomendadas para un portátil usado orientado a productividad.
Procesador (CPU)
Resumen: Buscar al menos un Intel Core i5 de gama media o equivalente, preferiblemente de generaciones recientes. En portátiles de segunda mano esto significa idealmente una CPU Intel Core de 8ª generación en adelante (o AMD Ryzen serie 2000 en adelante), aunque como base funcional podrías arrancar Windows 10/11 con algo menor. Veamos los detalles y diferencias:
- Mínimo funcional (límite inferior): Windows 10/11 puede instalar en procesadores bastante antiguos (un Core i3 o i5 de 5ª–6ª generación de 2015, por ejemplo), pero el rendimiento será limitado. Un Core i3-5005U (2 núcleos a 2 GHz de 2015) logra mover el sistema y tareas básicas, pero al límite. Por ejemplo, un Core i5-5200U de 5ª generación supera en rendimiento agregado por ~25% a su equivalente i3-5005U, gracias a su frecuencia Turbo Boost más alta, pero ambos siguen siendo dual-core. En general, hasta la 7ª generación Intel, los Core i3 e i5 móviles eran 2 núcleos/4 hilos; el i5 aventajaba al i3 ~20-30% al poder subir más de frecuencia. Esto se notaba solo en cargas intensivas puntuales, mientras que en uso ligero la diferencia era menor. Conclusión: un portátil usado con Core i5-6200U o i5-7200U (2015-2016) puede ejecutar Windows 10/11 y ofimática, pero representa el mínimo para «sobrevivir» – funcionará, pero con margen reducido.
- Salto importante en 8ª generación: A partir de Intel 8ª gen (2017), los Core i5 U pasaron a 4 núcleos/8 hilos, mientras los i3 seguían con 2c/4h. Esto amplió mucho la brecha en multitarea. Un Core i5-8250U (8ª gen) rinde alrededor de un 74% más en promedio que un i3-8130U de la misma época (debido al doble de núcleos) – en Cinebench R15 multi-hilo el i5-8250U supera al i3-8130U en ~66%. Sin embargo, en tareas de un solo hilo su diferencia es mínima (en Cinebench R15 monohilo el i5 solo logra ~3% más que el i3, ya que ambos alcanzan frecuencias similares). En generaciones 9ª, 10ª, 11ª la situación fue parecida: el i5 típico seguía con 4 núcleos, el i3 con 2, resultando en ~60% más rendimiento global a favor del i5 en esas generaciones. Por ejemplo, un Core i5-10210U (10ª gen) aventaja en ~59% a un i3-10110U, y un i5-1135G7 (11ª gen) rinde ~61% más que un i3-1115G4 según benchmarks agregados. Conclusión: en equipos usados, es muy preferible un Core i5 de 8ª gen o posterior frente a cualquier i3 de generaciones anteriores, especialmente si planeas multitarea intensa.
- Intel 12ª gen y posteriores: La 12ª generación (Alder Lake, 2021) introdujo arquitectura híbrida (núcleos de rendimiento + eficiencia). Aquí incluso los Core i3 ganaron más núcleos (p.ej. un Core i3-1215U tiene 2 P-cores + 4 E-cores = 6 núcleos físicos/8 hilos). Un Core i5-1235U (2P + 8E = 10 núcleos/12 hilos) todavía es superior, pero la brecha se redujo a ~20-25% de ventaja para el i5. De hecho, en pruebas multi-núcleo como Geekbench 5, el i5-1235U saca solo ~16% más que el i3-1215U. En single-core prácticamente empatan (el i3 1215U tiene la misma Turbo en P-cores que el i5). Conclusión: un Core i3 moderno de 12ª/13ª gen ofrece un rendimiento multicore mucho más decente que los i3 antiguos (al nivel de un Core i5 de hace pocos años). Por ello, si compras un portátil muy reciente de gama básica, un i3-1215U podría ser suficiente, aunque un i5-1235U te dará un extra para cargas pesadas.
- ¿Qué pasa con AMD? En la gama de entrada, AMD Ryzen 3 es equivalente a Intel Core i3, y Ryzen 5 a Core i5. AMD suele ofrecer más núcleos a bajo precio, lo que mejora la multitarea. Por ejemplo, un Ryzen 3 2300U (2018, 4 núcleos) supera en ~54% el rendimiento de un Ryzen 3 2200U (2 núcleos), acercándose al nivel de un Core i5 de 7ª gen. La serie Ryzen 4000U (Zen2, 2020) dio un gran salto: un Ryzen 3 4300U (4 núcleos) llega a rendir ~20% más que un Intel Core i5-10210U (10ª gen, 4c/8t), a pesar de que el i5 tiene el doble de hilos – mérito de la microarquitectura eficiente de AMD. Y un Ryzen 3 5300U (2021, 4 núcleos/8 hilos Zen3) logra igualar en rendimiento multi-hilo a CPUs más caras como un Core i5-11300H e incluso un Core i7-11375H de 11ª gen. Esto demuestra que en portátiles económicos, las CPUs AMD pueden dar tanto rendimiento como Intel de gama media-alta pero a menor coste. Conclusión: un AMD Ryzen 3/5 de generación reciente (serie 4000 o 5000) es un mínimo recomendado muy sólido – ofrece una experiencia similar a un Core i5 moderno en la mayoría de tareas.
Recomendación: Para una Notebook usada para Windows 11 conviene fijar el mínimo recomendado en al menos 4 núcleos físicos. Es decir, un Intel Core i5 de 8ª generación o superior, o bien un Intel Core i3 de 12ª, o AMD Ryzen 3/5 de serie 4000 en adelante. Con esto tendrás potencia suficiente para Windows 11, multitarea de ofimática y navegación intensa, e incluso algo de edición sin desesperar. Por supuesto, si encuentras un modelo con Core i7 o Ryzen 7 por buen precio, mejor, pero no es obligatorio para el perfil de uso planteado. Lo que no se recomienda para Windows 11 hoy es comprar portátiles con CPU muy básicas o antiguas (ej. Intel Celeron/Pentium, o AMD A4/A6 de hace más de 8-10 años), ya que se quedarán cortos rápidamente. Microsoft oficialmente pide CPU de 8ª gen Intel o Ryzen 2000+ para Windows 11, y aunque se puede instalar en un 7ª gen, es aconsejable acercarse a ese umbral. En resumen, mejor pasarse que quedarse corto: un Core i5 “moderno” o Ryzen equivalente garantizará una experiencia fluida, mientras que algo inferior podría funcionar pero con ralentizaciones notorias bajo carga.

Memoria RAM
La RAM influye enormemente en la fluidez del sistema al tener múltiples aplicaciones o pestañas abiertas. Windows 10 pide mínimo 4 GB (y Windows 11, 4 GB también), pero en la práctica 8 GB es el mínimo aceptable hoy para uso cotidiano con solvencia. Con 8 GB podrás realizar ofimática, navegar por Internet y editar alguna foto en Photoshop a nivel básico. Sin embargo, si abres muchos documentos, hojas de cálculo pesadas o decenas de pestañas, esos 8 GB pueden agotarse provocando que el sistema use memoria virtual (volcando datos al disco, lo que lo vuelve lento). Por eso se recomienda encarecidamente 16 GB de RAM para una experiencia mucho más holgada. De hecho, varios expertos sugieren que es preferible invertir antes en ampliar la RAM que en un CPU de gama más alta si debes elegir. En palabras de Xataka, “merece la pena sacrificar algo de potencia de CPU si con ello vamos a poder saltar de 8 a 16 GB de RAM”, pues tiene sentido un portátil Core i5 con 16 GB en vez de uno Core i7 con solo 8 GB, siempre que el resto de componentes acompañe. Con 16 GB el rendimiento global se mantiene fluido incluso “pisando el acelerador” con multitarea intensa, evitando que el equipo se degrade al tener muchos procesos a la vez.

En resumen: 8 GB DDR4 es el mínimo funcional, pero 16 GB es el mínimo recomendado para un portátil pensado en 2024-2025, especialmente si quieres longevidad. La buena noticia es que muchos portátiles profesionales de segunda mano permiten ampliar la RAM fácilmente (añadiendo módulos). Si el equipo que buscas solo tiene 8 GB pero es ampliable y tu presupuesto es ajustado, podrías empezar con 8 e instalar otro módulo más adelante. Pero si no es ampliable (algunos ultrabooks tienen RAM soldada), intenta optar directamente por 16 GB. Esto marcará más diferencia en la usabilidad diaria que pasar de un Core i5 a i7, por ejemplo. Diversas fuentes y guías actuales ya establecen 16 GB de RAM y 512 GB SSD como lo mínimo deseable en portátiles nuevos para trabajo – en un usado, 16 GB te asegurarán varios años de desempeño sólido.
Almacenamiento: mejor SSD (y suficiente capacidad)
Este es uno de los puntos clave. Un portátil con disco duro mecánico HDD se sentirá lento en casi todo, por potente que sea la CPU, mientras que con una unidad de estado sólido (SSD) incluso un equipo modesto “resucita”. Por ello, no renunciaría a un SSD bajo ningún concepto en un portátil moderno – su impacto en las prestaciones es enorme, y descartaría usar un disco duro mecánico. Incluso los SSD SATA más básicos superan por mucho las velocidades de lectura/escritura de un HDD tradicional, especialmente de los típicos 5400 RPM que traen muchos portátiles antiguos. En la práctica, esto significa inicios de Windows mucho más rápidos, programas que abren en segundos y un sistema ágil.
Capacidad mínima: Windows 11 técnicamente requiere 64 GB de almacenamiento libre para instalarse, pero eso es apenas el comienzo. Un SSD de 128 GB se considera hoy el piso en portátiles básicos; con Windows y Office instalados, esos 128 GB se llenarán pronto (tras actualizaciones, algunos programas, etc., quedarían pocos gigas libres). Por ello, se recomienda un SSD de al menos 240–256 GB. De hecho, en portátiles reacondicionados de bajo precio suele venir 256 GB como capacidad estándar porque es lo mínimo viable para “no quedarse corto”. Con 256 GB tendrás espacio para el sistema, tus aplicaciones esenciales y almacenar documentos y fotos moderadamente. Si puedes optar a 512 GB o más, mejor que mejor – hoy día 512 GB tiende a ser el estándar recomendado en nuevos para no estar borrando cosas a cada rato. Desde luego, siempre puedes añadir un disco externo o pendrive para almacenar archivos pesados, pero para el uso diario interno 256 GB es una buena base mínima. En resumen: mejor un SSD de 240-256 GB que cualquier HDD grande, porque la diferencia de rendimiento se nota en cada interacción. Y si el portátil viene con HDD de fábrica, plantéate sustituirlo tú mismo por un SSD (muchos equipos antiguos lo permiten fácilmente y la mejora es dramática).
Por las dudas tené en cuenta que algunos portátiles antiguos ofrecían combinar SSD pequeño + HDD grande; pero por menos de USD500 es raro ver eso en reacondicionados, así que céntrate en que al menos tenga un SSD principal. Si trae 128 GB SSD, considera invertir en ampliarlo a 256 o añadir almacenamiento adicional más adelante.
Gráficos: integrada suficiente en gama media
Para los usos planteados (ofimática, navegación, edición fotográfica ligera), no es imprescindible una tarjeta gráfica dedicada potente. Las gráficas integradas modernas (iGPU) son suficientes para acelerar la interfaz de Windows 11, reproducir vídeo en alta definición e incluso ejecutar Photoshop con funciones básicas de GPU. Por ejemplo, Adobe photoshop requiere una GPU compatible con DirectX 12 y ~1.5 GB de memoria gráfica – las integradas Intel HD/UHD a partir de la 6ª generación cumplen con DirectX 12 y usan la memoria RAM del sistema como VRAM, por lo que en general funcionan. Modelos integrados populares como Intel HD Graphics 520/620 (presentes en Core i5 de 6ª y 7ª gen) pueden manejar Photoshop a nivel básico y vídeos 1080p sin problemas. De hecho, su rendimiento 3D es aproximadamente equiparable a una Nvidia GeForce 920M de gama baja, suficiente para tareas 2D y algún juego muy ligero. En la práctica, una Intel UHD 620 (iGPU típica de 7ª/8ª gen) puede correr Photoshop y mover la interfaz de manera fluida; solo sufrirá en tareas pesadas como filtros 3D en tiempo real o archivos gigantes con decenas de capas, donde cualquier gráfica básica flaquearía. Del lado de AMD, las integradas Radeon Vega de los Ryzen ofrecen incluso más potencia gráfica relativa – por ejemplo una Vega 8 (como en Ryzen 5 2500U) suele superar a las Intel UHD equivalentes, y también cumple sobradamente con requisitos DirectX 12.
Conclusión: Para un portátil de uso ofimático-creativo ocasional, no es obligatorio tener GPU dedicada. Una integrada Intel UHD o AMD Vega de 2016 en adelante bastará. Si el portátil usado que miras trae una GPU dedicada de gama media (por ejemplo una NVIDIA GeForce MX150 o una antigua GTX 950M),
puede ser un plus: te dará algo más de rendimiento en aceleración GPU (por ejemplo, en filtros de Photoshop con OpenCL/CUDA, o para algún juego ligero). Pero no lo consideres un requisito para las tareas mencionadas. Es preferible priorizar CPU, SSD y RAM. Ten en cuenta además que las dedicadas antiguas consumen más batería y generan más calor; a veces en reacondicionados vienen deshabilitadas o con drivers desactualizados. Por eso, para simplificar: con los gráficos integrados “modernos” (Intel HD 500 series en adelante, o AMD Radeon Vega) estarás bien servido en este rango de uso.

Pantalla
La pantalla influye en la comodidad al trabajar. Muchos portátiles de gama baja antiguos traen paneles de 1366×768 píxeles (HD), sobre todo en 14-15 pulgadas económicas. Funcionan, pero hoy se consideran de poca resolución para productividad. Siempre que sea posible, busca un portátil con resolución Full HD (1920×1080) en una pantalla de ~14” o más. La diferencia en nitidez y espacio de trabajo entre 768p y 1080p es muy notable – especialmente si pasas horas frente al Word o editando una foto, agradecerás ese extra de resolución. De hecho, es frecuente que en el mercado de segunda mano ofrezcan modelos muy similares salvo por la pantalla: vale la pena elegir el que tenga Full HD. Algunos expertos enfatizan revisar este punto: en muchos casos los portátiles baratos vienen con resolución HD, “un salto que notaremos si pasamos horas frente a la pantalla”.
Asimismo, fíjate en la tecnología del panel. Los más antiguos y baratos suelen ser TN (twisted nematic), que tienen peores ángulos de visión y colores más lavados. Si encuentras uno con panel IPS (In-Plane Switching) será mejor: ofrece colores más fieles y se ve bien desde ángulos abiertos, útil por ejemplo al mostrar algo a otra persona o si editas fotografía donde la precisión de color importa. En portátiles de negocios de gama media (ThinkPad T series, Dell Latitude, etc.) a partir de 2015 ya hay bastantes con pantallas IPS Full HD. En resumen: tamaño a gusto (13” para ultra-portabilidad, 15” si necesitas pantalla grande; 14” es un buen intermedio), pero que sea Full HD mínimo. Y si además es un buen panel (IPS, buen brillo), mejor aún.
Batería
Cuando compras un portátil de segunda mano, debes asumir que la batería no estará como nueva. Las baterías de litio se degradan con los ciclos de carga, y un equipo con 3-5 años seguramente ha perdido capacidad. Por tanto, no esperes la misma autonomía que indicaba el fabricante de nuevo. En un portátil reacondicionado estándar se estima una duración de unas 3 horas de uso continuo, como máximo antes de agotar la batería. En algunos casos será menos (1-2 horas si la batería está muy gastada). Muchos vendedores reacondicionadores entregan baterías al ~80% de salud o advierten de este límite.
¿Solución? Si la autonomía es importante para ti (por ejemplo, para clases, trabajar en cafés, etc.), tienes un par de opciones: 1) buscar un modelo cuya batería sea reemplazable fácilmente y adquirir una batería nueva por tu cuenta; 2) usar siempre el portátil conectado a la corriente en sesiones largas (no ideal, pero práctico si trabajas en un escritorio); 3) optar por un portátil más moderno, ya que las CPUs de 8ª gen en adelante son más eficientes y podrían darte alguna hora extra si la batería está en buen estado. Muchos portátiles profesionales permiten cambiar la batería quitando unos tornillos o con sistemas de “quick-release”. Si el modelo lo permite, invertir en una batería nueva puede devolverte autonomías cercanas a las originales (5-6+ horas). También existen baterías universales externas o power banks para portátiles, aunque son menos comunes. En cualquier caso, cuando compres pide información sobre el estado de la batería. Y si no te la garantizan, considera ese posible gasto extra.
En resumen: en un usado típico, cuenta con 3 horas de batería útil. Para jornadas largas sin enchufe, lo más seguro es llevar el cargador contigo.
Cuidado: Algunos reacondicionadores venden con batería «nueva compatible» en vez de original; estas suelen durar 1.5-2 horas solamente según testimonios. A veces es mejor comprar una original o de alta capacidad por tu cuenta.
Conectividad y puertos
No olvides revisar los puertos y conexiones que ofrece el portátil, para asegurarte de que cubre tus necesidades actuales. Mínimamente, un buen portátil productivo debería incluir:
- USB 3.0 Tipo-A: El puerto USB estándar rectangular azul. Es prácticamente obligatorio para conectar pendrives, ratón, discos externos, etc. Asegúrate de que tenga al menos uno o dos USB; a partir de 2015 casi todos traen USB 3.0 (10 veces más rápido que el viejo USB 2.0, útil para copiar archivos grandes).
- Salida de vídeo HDMI: Imprescindible si piensas conectar un monitor externo, TV o proyector. La mayoría de portátiles desde 2012 ya traen HDMI de tamaño completo. En caso de ultrabooks muy finos podría ser Mini HDMI o mini DisplayPort – verifica que al menos haya alguna forma de sacar vídeo.
- Conectividad inalámbrica actualizada: Lo ideal es Wi-Fi de estándar 802.11ac (Wi-Fi 5) o superior. El Wi-Fi ac apareció ~2013 y para 2015-2016 ya era común; ofrece mayores velocidades y mejor estabilidad que el antiguo 802.11n. Si por casualidad el portátil solo soporta Wi-Fi N (802.11n), podrás navegar igualmente, pero a menores velocidades máximas y con menor rendimiento en entornos con muchas redes. Afortunadamente, actualizar WiFi es posible mediante adaptadores USB WiFi ac baratos si hiciera falta. También busca Bluetooth (casi todos lo traen integrado). Versión 4.0 en equipos viejos y 5.0 en más nuevos; en cualquier caso, te permitirá conectar ratones, auriculares, móviles, etc.
- USB-C: No es imprescindible, pero muy deseable. El puerto USB Tipo-C empezó a incluirse en portátiles alrededor de 2016. Si el modelo que compras lo tiene, ganarás en versatilidad: muchos USB-C permiten salida de vídeo (DisplayPort Alt Mode), carga por USB-C o conexión de docks/hubs que amplían puertos. Por ejemplo, un mismo USB-C podría servirte para conectar un monitor 4K, o para cargar el portátil en algunos modelos, o para enchufar un hub que te dé Ethernet + HDMI + USB extras. En la gama de segunda mano no todos lo tienen, pero si puedes elegir, opta por portátil con USB-C.
Además de lo anterior, considera otros puertos según tus necesidades: un Ethernet (RJ-45) puede venir bien si piensas conectar por cable de red (común en portátiles empresariales, no tanto en ultraligeros). Un lector de tarjetas SD es útil para transferir fotos de la cámara, etc. En resumen, como señalan los editores de Xataka, los mínimos serían “al menos un USB-C, un USB-A y un HDMI para poder conectar todo tipo de periféricos”. Y la presencia de Wi-Fi 6 o puertos modernos garantiza mejor compatibilidad a futuro.
Teclado y otros: Dado que hablamos de portátiles usados, fíjate en la distribución de teclado (por ejemplo, que tenga Ñ si lo compras fuera, o sea QWERTY español). Algunos modelos importados vienen con layout inglés o francés, lo cual puede ser incómodo si no estás habituado. También, un teclado retroiluminado es un plus muy útil si trabajas con poca luz – muchos portátiles de gama profesional 2015+ ya lo traen, pero en gamas medias económicas quizá no. Si para ti es importante, revisa que lo incluya. En cuanto a calidad de construcción, los portátiles de gama profesional (p. ej. Lenovo ThinkPad serie T/X, Dell Latitude, HP EliteBook) suelen estar mejor construidos (chasis de magnesio o fibra de carbono, bisagras robustas) y pensados para durar. Suelen permitir龄 fácil acceso para ampliar RAM o cambiar el disco/batería, algo a valorar en segunda mano. Por eso suelen ser muy populares reacondicionados: un ThinkPad de hace 5 años quizás aguante mejor el trote diario que un portátil doméstico de similares años. Finalmente, casi todos incluyen cámara web y micrófono integrados – útiles para videollamadas básicas (eso sí, suelen ser de 720p de resolución, suficientes para Zoom pero no esperes gran calidad). Los altavoces integrados en portátiles raramente son espectaculares, pero deberían servir para multimedia casual; si te importa mucho el audio, seguramente ya considerarás usar auriculares o bocinas externas.
Tabla resumen de especificaciones recomendadas
Componente | Mínimo recomendado (portátil usado para Windows 10/11) |
---|---|
Procesador | Intel Core i5 de 6ª generación (2015) o superior, ó AMD Ryzen 5 (arquitectura Zen, ~2017) o superior. (Windows 11 oficialmente soporta Intel 8ª gen+/Ryzen 2000+, pero en rendimiento real un i5 6º/7º gen aún puede valer, aunque justito) |
Memoria RAM | 8 GB DDR4 mínimo; se recomiendan 16 GB para mayor fluidez. |
Almacenamiento | Unidad SSD (SATA o NVMe). Capacidad mínima recomendada 256 GB (128 GB puede quedarse corto). Evitar HDD mecánico; la diferencia de rendimiento con un SSD es abismal. |
Gráfica | Integrada compatible DirectX 12 (p. ej. Intel HD/UHD 520, 620 o superiores; AMD Radeon Vega 8, etc.). Debe tener ~1.5 GB de memoria gráfica disponible (compartida). Las iGPU modernas cumplen con aceleración 2D/3D básica – no se requiere dedicada para ofimática/Photoshop ligero. |
Pantalla | Panel de 14–15 pulgadas (o 13” ultraportátil, según preferencia) con resolución Full HD (1920×1080). Idealmente tipo IPS para mejor calidad de imagen. Evitar 1366×768 si es posible. |
Conectividad | Wi-Fi 5 (802.11ac) mínimo, Bluetooth 4.0+. Puertos: al menos 1× USB 3.0 Tipo-A, 1× HDMI, y preferible USB-C multifunción. Si es fino puede no tener Ethernet RJ45, pero en equipos de trabajo suele incluirlo. |
Batería | En buen estado, con capacidad para ≥3 horas de uso continuo. (Las baterías usadas suelen rendir menos; considera reemplazo si necesitas mucha autonomía.) |
Referencias finales: En la práctica, muchos vendedores de portátiles reacondicionadas sugieren esa configuración base. De hecho, es muy clásica la recomendación de “un Intel Core i5 o superior, 8GB de RAM y SSD” para un rendimiento óptimo con Windows 11. Nuestra guía anterior desarrolla cada punto según datos de especialistas, benchmarks y experiencias. Con un portátil que cumpla (o supere) estas especificaciones mínimas recomendadas, podrás disfrutar de Windows 10/11 de forma ágil y estable en el día a día, alargando la vida útil de tu equipo usado sin quedar corto de potencia en poco tiempo.