Hace unos días, en el cumpleaños de un amigo, estuve hablando un rato con su hijo, y ante la pregunta casi obligada que los adultos le hacemos a los niños sobre «qué quieren ser cuando sean grandes» me sorprendió con una respuesta que tranquilamente la podría haber hecho un Guillermo Mayoraz nacido 30 años después: Quiero ser jugador profesional de Valorant.
Reconozco que parte de mí sintió una mezcla de envidia y orgullo por partes iguales ya que con este pequeño desde que nos conocemos (básicamente desde que tiene consciencia) hemos hablado de videojuegos y yo soy esa especia de «tío Nerd que sabe de verdad» pero a la vez me dió ternura entender que para muchos niños de hoy convertirse en jugador profesional de videojuegos es lo que para nosotros era, en los 90’s, convertirse en jugador profesional de fútbol. La gran diferencia con los deportes físicos, es que uno en el fondo sabe realmente si es talentoso o le falta, pero en el mundo de los videojuegos es bastante más complejo.
Es por eso que hoy quisiera escribirle – con el mayor amor, aprecio y tranquilidad posible – una pequeña carta a todos los padres con hijos que sueñan con ser jugadores profesionales de videojuegos, o mejor dicho, profesionales de eSports. Primero porque deben saber que es algo muy común (y quizás es una carrera más digna que ser streamer), segundo porque… ¡pueden llegar a serlo! y tercero, porque hay un montón de guías o recomendaciones en Internet sobre esto que son pura basura. Así que comencemos.
Que alguien juegue bien a un videojuego, automáticamente no lo convierte en «Pro»
Hoy en Internet está lleno de guías sobre cómo convertirse en un jugador profesional de videojuegos que están tan llenas de fallas, incluso y si bien tienen buenas intenciones, pero la realidad es que la mayoría son recomendaciones demasiado plastificadas y sin fundamentos realmente profundos. Así que sí, es muy probable que si un niño le dedica muchas horas de sus días a un juego sea bueno, o mejor aún, extremadamente bueno y aún sí esté lejos del nivel profesional para dedicarse a vivir de los eSports.
Pero pensemos en positivo. Vamos a tratar de hacer el camino que debería hacer quien desea dedicarse a los videojuegos.
1) Es realmente bueno quién ama a lo que se dedica*
Cuestión fundamental en toda actividad, y más si es lúdica. Salvando excepciones (algunos futbolistas y basquetbolistas) la grandísima mayoría de los profesionales en áreas lúdicas realmente disfrutan lo que hacen. Así que lap rimer pregunta que debo hacerle a quién quiere dedicarse profesionalmente a jugar es: ¿cuál es el videojuego te encanta jugar? Olvídate de la plata, de los lujos, de la fama, todo eso puede esperar. Antes de cualquier otra cosa, debes encontrar un título que te apasione y que puedas combinar con tus talentos. Tendrás que esforzarte y jugar ese juego que te encanta hasta que tus pulgares se entuman, día tras día. Por encima de todo, querrás encontrar un juego que te enganche y quieras jugar, todos los días. Y dicen que para ser realmente groso en algo necesitás, como mínimo, unas 10000 horas. Así que paciencia.
2) Los Pro Players comienzan a edades muy tempranas
El mundo del videojuego profesional es extremadamente cruel con la edad, incluso más que deportes totalmente físicos. De hecho, la edad promedio del retiro de los jugadores es de 26 años. Esto significa que para alcanzar el momentum del jugador es necesario que comience a la menor edad posible, y esto requiere una gran actividad de monitoreo de sus padres.
Por dar sólo un ejemplo, basta con recordar a Thiago Lapp (K1NG), aquel adolescente argentino de 13 años en 2019 salió quinto en el mundial de Fortnite y se llevó la suma de USD 900.000. Es así, los videojuegos requieren una mezcla entre concentración y reflejos que solamente tenemos cuando somos muy chicos. De todas maneras, si tenés 25 años y todavía no sos profesional, dejame decirte que no sos viejo, solamente la tenés mas difícil, nada más.
3) Es muy importante mirar a los que juegan mejor que vos
Es normal que los jugadores realmente buenos lleguen a un nivel donde se «traban». Por ejemplo en los FPS llegan a su «prime» en lo que respecta a AIM, movimientos y reflejos, logrando ser buenos pero no llegando a un nivel competitivo. Ahí es donde los realmente distintos apretan el freno, y comienzan a tratar de entender el juego.
¿Qué significa entender el juego? Una de las cosas más importantes es ver jugar a otros. Es extremadamente importante para los que juegan bien ver cómo plantean las cosas los jugadores profesionales. Les abre la cabeza a otro nivel. Hay un momento donde, cuando entendés un juego, ver a otros que son mejores literalmente te abre la cabeza y te permite mejorar tu juego a otro nivel. Es difícil de decirlo pero yo, quién escribe, lo pudo hacer durante unos años cuando jugaba – me da verguenza decirlo – bastante bien al FIFA y he hasta competido en algunas ligas locales.
4) No todo es videojuego
No pongas en juego toda tu vida para perseguir un sueño. Las posibilidades de pasar de amateur decente a desafiar a los mejores del mundo de la noche a la mañana son escasas. De hecho, de acuerdo con Cyberghost existe evidencia que los gamers que buscan llegar a ser profesionales terminan degradando su salud tanto física cómo mental al no ejercitarse lo suficiente ni tampoco socializar. Deberás tener mucho cuidado con eso.
Si sentís que pasa eso, en tu lugar, comenzá aumentando gradualmente la cantidad de tiempo que dedicas al juego, juega tanto como puedas, busca tutoriales en YouTube, pedí feedback retroalimentación a tus rivales y, en última instancia, perfeccioná cualquier debilidad en busca de la grandeza. Trata de incorporar los videojuegos a tu estilo de vida tanto como sea posible y, quién sabe, un día podrías terminar siendo un crack, o algo que no está tan mal tampoco, muy respetado entre tus amigos y en la ciudad donde vives (cómo le pasa a alguien que conozco que todavía juega al FIFA).
5) Hay muchos grandes streamers que no son Pro Players
Mientras intentás ser el mejor en el juego que te apasiona, podés probar transmitir para ser visto y reconocido. Los esports no son la única forma de que te paguen por jugar al juego que te encanta. Plataformas de transmisión como Twitch permiten a los jugadores construir audiencias grandes y leales que les permiten ganar miles de euros solo a través de las suscripciones. Los streamers de élite cultivan, interactúan y se conectan con sus audiencias, creando fogatas digitales a las que todos pueden acercarse para mantenerse calientes.