Otro año, otra aventura armando una PC Gamer BBB (Buena, Bonita y Barata). La filosofía detrás de armar una PC Gamer BBB es lograr una máquina lo suficientemente potente como para considerarla “mínimamente decente” sin que la tarjeta de crédito salga con el traste ardiendo. ¿Qué significa “mínimamente decente”? Básicamente, que quien la arme tenga la posibilidad de jugar cualquier juego AAA actual en 1080p con calidad gráfica media o más. Obviamente, el término decente es subjetivo: para algunos gamers hardcore esto puede parecer poco, pero para la gran mayoría es un punto dulce entre rendimiento y costo.
En este extenso artículo y junto con el equipo de partidos hoy en vivo voy a guiarte paso a paso por todos los componentes que necesitas para armar una PC gamer desde cero: desde la elección del CPU y la GPU, pasando por la RAM, el almacenamiento, la fuente de alimentación, la placa madre y el gabinete. También vamos a dedicar una sección a los periféricos esenciales (mouse, teclado, monitor y silla), porque ¿de qué sirve tener “la nave” si después usás un monitor pedorro o un teclado de oficina? Finalmente, cerraremos con una guía de ensamblaje e instalación para que, una vez que tengas todas las partes sobre la mesa, sepas cómo combinarlas en esa obra de arte electrónica que llamamos tu PC nueva.
Prepárate un buen mate (yo ya tengo el mío al lado de la máquina) y comencemos. 😉
Paso 1: Elligiendo el Procesador (CPU)
El CPU es el cerebro de tu PC, pero cuidado: en el mundo gamer, tener el cerebro más grande no siempre significa más FPS. De hecho, uno de los mandamientos PCeros es «no gastes de más en el microprocesador para gaming». A menos que tengas el bolsillo de un jeque, no conviene apuntar a un Core i9 o Ryzen 9 de ultra alta gama sólo para jugar. Tal como expliqué en los 10 mandamientos para tu próxima PC Gamer, con un CPU de gama media o media-alta estamos más que cubiertos por unos cuantos años. Las diferencias de rendimiento entre un procesador carísimo y uno de precio razonable no justifican la inversión extra en la mayoría de juegos; es mejor destinar ese dinero a otros componentes, como una GPU mejor o más almacenamiento.
Entonces, ¿qué elegir? Hoy el sweet spot para gaming está en procesadores tipo Intel Core i5 o AMD Ryzen 5. Estas CPUs de 6 núcleos (o más) brindan potencia más que suficiente para juegos actuales. Por ejemplo, un Ryzen 5 5600x o Core i5-13400F permiten altos FPS sin cuello de botella en la mayoría de GPUs de gama media/alta. En nuestra PC Gamer BBB 2024 optamos por un Ryzen 5 5500 para ahorrar unos pesos sin sacrificar rendimiento en 1080p. AMD volvió a ser la recomendación en ese build porque había bajado precios respecto a Intel y la confianza en la 13ª Gen de Intel no era la mejor en ese momento. La moraleja: más GHz y núcleos no siempre se traducen en más fps útiles; con un buen Ryzen 5 o Core i5 estás al oro.

¿Intel o AMD? Depende del precio del día y preferencias. Ambas marcas ofrecen excelente rendimiento en gamas medias. En 2024 nos inclinamos por AMD por precio, pero Intel tiene modelos muy competitivos también (ejemplo: un Core i3-14100F económico rinde parecido a un Ryzen 5 5600 en muchos juegos). Lo importante es no casarse con la marca, sino elegir el mejor precio/rendimiento dentro de tu presupuesto.
Tip: Si tu presupuesto es muy ajustado, podrías empezar con un CPU que tenga gráficos integrados decentes (un APU como el Ryzen 5 5600G, por ejemplo). No te va a dar los fps de una placa de video dedicada, pero zafa para juegos ligeros o eSports y te permite armar la PC ahora e instalarle una GPU más adelante. Es una estrategia válida para ir armando de a poco.
Paso 2: La Placa Madre (Motherboard)
Si el CPU es el cerebro, la placa madre (motherboard) es el sistema nervioso central que conecta y alimenta a todos los componentes. Aquí la clave es compatibilidad y calidad sin exagerar. La motherboard debe tener el socket adecuado para el CPU que elegiste (por ejemplo, AM4 o AM5 para Ryzen, LGA1700 para Intel de 12ª/13ª gen, etc.), y un chipset que te brinde las funciones que necesitas (soporte para cierta RAM, PCIe 4.0/5.0, overclock si te interesa, etc.).
Para una configuración gamer típica, un motherboard de gama media es suficiente. ¿A qué llamamos gama media? A esas placas que no son las más baratas peladas, pero tampoco el modelo tope de línea cargado de lujos innecesarios. Por ejemplo, en la PC BBB 2024 usamos una ASRock B550M Phantom Gaming, que es una placa confiable, buen precio, con WiFi incluido y 4 slots de RAM para poder llevarla a 32 GB en el futuro. Esa es la idea: que sea de marca reconocida (ASUS, Gigabyte, ASRock, MSI – todas tienen líneas buenas), que ofrezca expansión a futuro (varios bancos de RAM, puertos suficientes, quizás M.2 extra para más SSD) y, si es posible, extras útiles como WiFi/Bluetooth integrados o buen sonido onboard.
No hace falta una motherboard súper cara gaming ultra pro a menos que vayas a hacer OC extremo o que necesites 3 placas de video (cosa que nunca pasa). Incluso las motherboards baratas de hoy soportan bien los CPUs de gama media. Eso sí, trata de evitar las más genéricas; siempre anda por una serie decente de un buen fabricante. La diferencia muchas veces está en la calidad de los componentes (etapas de poder/VRM, capacitores) que afectan la estabilidad a largo plazo. Una placa sólida te garantiza que ese Ryzen o Intel rindan al 100% sin throttling por mala alimentación.
Otro punto: el formato. Si vas a usar un gabinete ATX mid-tower estándar, una placa ATX o microATX encaja perfecto. Las microATX suelen ser más baratas y suficientes para la mayoría (sólo sacrifican algunas ranuras de expansión). Si querés algo compacto (gabinete ITX pequeño), ahí sí necesitas una motherboard Mini-ITX, pero prepará la billetera porque suelen costar más.
Resumiendo: elegí un motherboard que sea compatible con tu CPU, de marca confiable, con las conexiones que necesitas (¿USB-C frontal? ¿WiFi? ¿varios SATA/M.2?), y que te permita upgrades futuros (RAM extra, quizá un CPU mejor en unos años). Con eso en mente, estarás bien parado.
Paso 3: Memoria RAM
La RAM es la memoria de trabajo de la PC. Para gaming hoy, menos de 16 GB de RAM no es recomendable. Sí, muchos juegos funcionan con 8 GB, pero la experiencia va a empezar a flaquear en títulos modernos (stuttering, tiempos de carga largos, etc.). Lo mínimo para una experiencia cómoda actualmente es 16 GB (2×8 GB en dual-channel), y ya se empieza a vislumbrar un futuro cercano donde 32 GB será lo ideal para juegos muy demandantes y multitarea heavy (streaming mientras jugás, por ejemplo).
¿DDR4 o DDR5? Depende de la plataforma. Las PCs con Intel de 12ª/13ª gen o AMD AM5 soportan DDR5 (algunas Intel permiten ambas). DDR5 es más nueva y rápida, pero también más cara y con latencias más altas; DDR4 sigue rindiendo bárbaro en gaming y a mejor precio. Si estás armando algo con presupuesto contenido, DDR4 de 3200 MHz (o 3600 MHz si conseguís buen precio) va perfecto. Si ya optaste por lo último (ej. un Ryzen 7000), entonces DDR5 5200+ MHz será tu camino obligado.
Un consejo importantísimo: arma siempre la RAM en kits dual-channel. Dos módulos iguales (ejemplo 2×8 GB) permiten al CPU acceder a la memoria en dos canales y prácticamente duplicar el ancho de banda. ¿Qué pasa si pones solo un módulo? Va a funcionar, pero más lento (y en una PC gamer, no queremos cuellos de botella tontos por ahorrarnos un modulo). Además, más adelante podés agregar otros 2×8 GB iguales y pasar a 32 GB fácilmente si la placa madre tiene 4 bancos (como la que mencionamos antes).
Marcas de RAM hay muchas y la mayoría son confiables (Corsair, G.Skill, Kingston, Crucial, TeamGroup, etc.). En el build BBB 2024 pusimos Kingston Fury Beast DDR4 3200MHz por su buena garantía y desempeño. No te rompas la cabeza con los timings para gaming; con que sea DDR4-3200 CL16 aprox ya estás bien. En DDR5, 5600 CL36 es un rango común decente.
En resumen: 16 GB dual-channel para empezar, y si podes estirarte a 32 GB (o dejar preparada la plataforma para hacerlo más adelante), mejor. La RAM es relativamente fácil de agregar después, pero asegurate de tener los slots y comprar kits compatibles.
Paso 4: Almacenamiento (SSD vs HDD)
Aquí no hay mucha discusión hoy en día: una SSD es obligatorio. Los viejos discos rígidos magnéticos ya fueron para el sistema principal. Solo considerá un HDD mecánico si necesitas muchísimos terabytes baratos para almacenar cosas como videos, backups o tu colección entera de juegos de Steam que no jugás hace años. Para todo lo demás, un SSD brinda velocidades muy superiores: la PC bootea en segundos, los juegos cargan rápido, y el sistema en general se siente ágil.
Dentro de los SSD, tenés dos formatos principales: SATA (los de 2.5” típicos, con cable SATA) y M.2 NVMe (tarjetitas que se pinchan directamente en la motherboard). Los NVMe usan PCIe y son varias veces más rápidos que SATA en tasas de transferencia, aunque en la práctica para gaming un SATA SSD ya es suficientemente rápido en la mayoría de casos (lo importante es la latencia bajísima que comparten todos los SSD). Si tu motherboard tiene slot M.2 libre (todas las modernas tienen al menos uno), aprovechalo. Los M.2 NVMe dejan el interior más prolijo (sin cables) y rinden excelente. Además, la diferencia de precio entre un SSD SATA y un NVMe se ha achicado mucho.

Capacidad: ¡no te achiqués! Los juegos actuales pueden pesar 50, 80, 120 GB cada uno. Un SSD de 240 GB se te queda corto con apenas el Windows, el Office y el GTA V… Recomiendo mínimo 480/500 GB si vas muy justo, aunque hoy lo más conveniente en costo/beneficio suele ser 1 TB. En nuestro armado BBB pusimos 1 TB NVMe (un ADATA Legend 800) porque estaba al precio de un WD Green SATA.
Marcas y modelos: Samsung, Western Digital, Crucial, Kingston, ADATA, etc., todas hacen buenos SSD. Busca reviews si querés estar seguro, pero en general cualquier SSD de marca reconocida va a rendir bien para uso de gamer promedio. Detalles como DRAM cache, TBW (durabilidad) e índices de lectura/escritura secuencial importan más si hacés trabajo de creación de contenido, transferir archivos gigantes o cosas así. Para jugar, con que tenga buenos valores de lectura aleatoria y baja latencia (lo normal en SSD modernos) alcanza. Por cierto, no compres Patriot, Hikvision ni Neo Forza.
En síntesis: ponele un SSD a tu PC gamer sí o sí. Idealmente un NVMe de 1 TB, o combina un NVMe más pequeño para Windows + juegos principales y un SATA de 1-2 TB para el resto de tu biblioteca si necesitás más espacio económico. Pero por favor… no instales Windows en un disco mecánico. Tus nervios y tu paciencia te lo van a agradecer.
Paso 5: La Placa de video (GPU)

Llegamos a la estrella del campeonato: la GPU, antes conocida como placa de video. Este componente es el que más influye en el rendimiento en juegos, así que elegir bien acá es crucial. La estrategia es balancear lo que querés lograr (FPS, resolución, calidad gráfica) con lo que podés gastar.
Primero, definí tu objetivo: ¿Vas a jugar en un monitor 1080p 60 Hz común? ¿O tenés uno de 144 Hz donde querés exprimir altos FPS? ¿Quizás un 1440p o incluso 4K para campañas singleplayer cinemáticas? Dependiendo de esto, sabrás si necesitas una placa modesta, media o de las picantes de alta gama.
Hoy en día, para 1080p la verdad es que una placa de gama media moderna alcanza y sobra. Por ejemplo, una AMD Radeon RX 6650 XT ofrece un rendimiento excelente por su precio, incluso superando a la GeForce RTX 3060 en rasterización y siendo mucho más rápida que la RTX 3050. Con esa placa podés jugar en 1080p en calidad alta por un par de años tranquilo, e incluso animarte a 1440p en muchos títulos. Nvidia por su parte tiene la RTX 3060 Ti o RTX 4060 que rinden muy bien en 1080p/1440p, aunque suelen costar más por el tema “RTX” (ray tracing y tecnologías propietarias como DLSS).
Hablemos de Nvidia vs AMD un segundo: Nvidia domina en el high-end y tiene ventajas en ray tracing (sus RTX serie 40 trazan rayos mejor que las RX 7000 de AMD) y en features como DLSS (re-escalado con IA) o incluso en codificación de video (si pensás streamear, el encoder NVENC de Nvidia es oro). AMD, por otro lado, generalmente te da más rendimiento por dólar en gamas media y baja, y sus placas con 8-12 GB de VRAM a precio accesible pueden ser una mejor inversión a futuro que algunas Nvidia con menos memoria. No hay una respuesta única, pero en rango medio AMD suele ofrecer una opción tentadora calidad/precio, mientras Nvidia te atrae con sus chiches tecnológicos. Lo bueno es que hoy incluso AMD tiene su alternativa a DLSS (FSR 2.0) que funciona en muchas GPUs, y Nvidia ofrece modelos como la RTX 3060 con 12 GB que mezclan ambas filosofías.
También existe Intel Arc ahora en el mundo GPU, como nueva opción. Son placas interesantes en papel (rendimiento similar a gamas medias, con buen hardware ray tracing), pero todavía están verdes en el apartado de drivers y compatibilidad. Si sos aventurero tecnológico podrías probar una Intel Arc A750/A770 por curiosidad, pero mi recomendación general por ahora: ve por Nvidia o AMD, que son terreno conocido.
Un punto importante: no hagas cuello de botella entre CPU y GPU. Si te compraste un Core i3 o Ryzen 5 modesto, no tiene mucho sentido emparejarlo con una RTX 4090 ya que el pobre procesador no va a seguirle el ritmo y la plata invertida en la GPU se desperdicia en parte. Y al revés igual: un Core i7 super caro con una GPU muy básica tampoco rinde, porque la GPU no aprovecha ese CPU. Buscá equilibrio: gamas similares se llevan bien. Un Core i5/Ryzen 5 va perfecto con una RTX 3060, 4060, RX 6700, 7600, etc. Ya para una RTX 4080/4090 o RX 7900 quizás quieras un i7/Ryzen 7 para exprimirlas en 144Hz o altas resoluciones.
Finalmente, considera la VRAM: hoy 8 GB es el piso para 1080p/1440p, 12 GB es deseable para estar holgado en los próximos años (varios juegos next-gen ya usan más de 8 GB en ultra). Por suerte muchas GPUs medianas vienen con 12 GB (ej: RTX 3060 12GB, RTX 4060 Ti 16GB, RX 6700XT 12GB, etc.).
En resumen: compra la mejor GPU que tu presupuesto permita, siempre y cuando tenga sentido con tu elección de CPU y monitor. Es preferible bajar un escalón en CPU que en GPU, ya que la tarjeta gráfica es la que más directamente afecta tus FPS en juegos.
En conclusión sobre este apartado: apunta a la mejor GPU que te puedas permitir, equilibrada con tu CPU. Una buena GPU te va a dar más años de satisfacción gamer que casi cualquier otro componente, así que vale la pena invertir en ella. Y recuerda: si vas a jugar en PC, jugá bien. No te conformes con gráficos integrados si tu objetivo es disfrutar de esos mundos virtuales en todo su esplendor (salvo que estés en la situación temporal de la APU que mencionamos antes).
Paso 6: Fuente de alimentación (PSU)
Si la GPU es la estrella, la fuente de alimentación es el héroe silencioso. La PSU no hace que tus juegos vayan más rápido, pero puede hacer que todo tu sistema sea estable… o convertirse en el causante de un lindo asado de componentes si es mala. ¡Nunca, pero nunca ratonees en la fuente!. Lo repito porque he visto demasiadas máquinas flamantes morir prematuramente por usar fuentes genéricas de “800W” que en realidad entregaban 400W mal filtrados.
Una buena fuente se nota desde que la levantás: pesa más, tiene mejores componentes internos (capacitores, transformadores) y generalmente viene con certificación 80 Plus (bronce, plata, oro, etc., que indica eficiencia energética). Como contaba un comentarista en Tecnovortex, es indiscutible notar una fuente de calidad con una genérica, tan solo por el peso en kg. Y siempre recomiendo a todo aquel que quiere una PC nueva, que gaste en una buena fuente. Algunos inicialmente protestan por el precio, pero los sensatos hacen caso y no se arrepienten; *los insensatos… aprendieron de la manera fea (se les quemó algo)*.
Entonces, ¿qué mirar en una PSU? Primero, la potencia adecuada: suma el consumo de tu CPU + GPU + resto de componentes, y elige una fuente que tenga un wattage superior a ese total (idealmente dejando un 30% de margen). Para una PC gamer media con un Ryzen/Core i5 y una GPU de gama media/alta, una fuente de 600W a 750W suele ser suficiente. En nuestro ejemplo BBB 2024, usamos una Silverstone 650W 80 Plus Bronze que nos encanta para equipos BBB porque nos deja *tranquilos*. 650W bronce de marca conocida > 750W «Pindonga» trucha.
Segundo, la marca: Hay muchas buenas (Seasonic, Corsair, EVGA, Cooler Master, Thermaltake, XFX, NZXT, etc.). Seasonic es casi religión (muchas otras marcas en realidad re-etiquetan fuentes hechas por Seasonic). Lo importante: que sea una línea reconocida y reviews decentes.
Tercero, las protecciones y calidad: Esto ya es más técnico, pero una buena PSU tendrá protecciones contra sobrecarga, picos de tensión, buen PFC activo, bajo ripple (ruido eléctrico). No hace falta volverse experto, confiá en la marca/modelo y alguna recomendación actual.
Por último, considera la modularidad: fuentes modulares o semi-modulares permiten desconectar los cables que no usas, para prolijidad. No es imprescindible pero ayuda al armado limpio. Las no modulares funcionan igual, solo que vas a tener algunos tentáculos extra que esconder.
En suma: la PSU es la base de tu PC. Más vale gastar un poco más hoy en una buena fuente, que llorar mañana porque se quemó la compu por un pico de tensión mal manejado. Como decimos en el barrio, no pongas toda la carne al asador en GPU/CPU y dejes la fuente “para lo último” con lo que sobra; dale su lugar protagónico aunque no brille.
Paso 7: El Gabinete

El gabinete es la casa de todos tus componentes. Y como en la vida real, de nada sirve una mansión hermosa si te llueve adentro. Necesitamos un case que proteja bien, que ventile bien y si es posible, que luzca bien (aunque esto último es subjetivo, va en gustos estéticos RGB vs sobrio).
Para el gamer promedio, un gabinete Mid-Tower ATX es la opción estándar. Aquí van unas pautas para elegir:
- Tamaño y compatibilidad: Que sea compatible con el formato de tu motherboard (ATX, mATX, ITX) y que tenga espacio para tu tarjeta de video (ojo con las GPU muy largas en gabinetes compactos) y tu cooler de CPU (si usás uno de torre altísimo o radiador de 360mm, asegúrate que entre).
- Flujo de aire: Vital. Un gabinete con frente de malla (mesh) o con buenas entradas de aire es preferible a uno totalmente cerrado o con solo vidrios. Los componentes generan calor y hay que sacarlo. Lo ideal: al menos dos ventiladores frontales metiendo aire fresco y uno trasero sacando caliente. Muchos cases ya vienen con 2-3 fans preinstalados (lo que es un punto a favor). En el build del 2024 elegimos el Tecware NEO M2 Black Mesh, un gabinete económico con frente de rejilla, que tiene *una relación precio/calidad espectacular* para este tipo de armados.
- Calidad de construcción: Acá se nota la diferencia entre un gabinete chinoca flimsy y uno decente. Buscá que tenga chasis de acero sólido, bordes doblados (para no cortarte al meter mano), buen sistema de organización de cables (agujeros pasacables, espacio detrás del motherboard tray para esconder cables), filtros de polvo (suelen venir imantados en las rejillas, ayudan a que no se llene de tierra adentro).
- Extras: USB frontales (2.0/3.0/USB-C?), bahías para discos si las necesitas (cada vez menos usadas con NVMe, pero por si acaso), compatibilidad con radiadores de refrigeración líquida si planeas poner uno, ventanas de vidrio templado para ver las lucecitas internas (o panel sólido si no te interesa mostrar nada). Todo suma.
- Estética: Totalmente personal. Algunos lo quieren todo negro stealth, otros con RGB como arbolito de navidad. Por suerte opciones sobran. Sólo procura que lo estético no comprometa lo práctico (ej: he visto gabinetes hermosos pero que ventilan pésimo por diseño).
En pocas palabras, un buen gabinete no mejora los FPS pero mejora tu experiencia como armador y usuario: mantendrá las cosas frescas (lo que sí indirectamente puede influir en rendimiento sostenido), será más silencioso (si está bien ventilado los fans giran más lento), y te dará gusto mirarlo cada día en tu escritorio. No hace falta gastar una fortuna: hay gabos geniales calidad/precio en gamas bajas y medias. Eso sí, yo evitaría los ultra baratos genéricos de $25000 sin marca, porque suelen ser una lata de sardinas endeble con un cooler ruidoso. Invertí un poquito más y tu PC te lo agradecerá.
Paso 8: Periféricos esenciales (mouse, teclado, monitor, silla)
Llegamos a los periféricos, esos héroes anónimos que a veces dejamos para lo último pero que definen cómo interactuamos con nuestra flamante PC gamer. Como bien decimos siempre: ¿de qué sirve tener la última PC superpoderosa si después la usás con un monitor chiquito 720p, un teclado de membrana todo gastado y sentado en una silla incómoda que te deja la espalda en forma de signo de pregunta? Vamos por partes:
Mouse: La conexión directa entre tu mano y la puntería en el juego. Hay muchos excelentes, pero no puedo dejar de mencionar al Logitech G502, un mouse tan legendario que en Tecnovortex lo hemos llamado «el mejor mouse de la historia». Este bichito cumplió 10 años en 2024 y sigue siendo referencia: precisión quirúrgica gracias a su sensor HERO (25K DPI) donde cada movimiento se traduce con fidelidad en la pantalla, 11 botones configurables, pesas ajustables para dejarlo a tu gusto, ergonomía fantástica… en fin, es *el sueño de cualquier gamer*. Sea el G502 u otro, invertí en un buen mouse gamer: vas a mejorar tu rendimiento en juegos y también la comodidad en tareas diarias. Marcas confiables sobran: además de Logitech, Razer, SteelSeries, Corsair, HyperX, etc., tienen modelos icónicos. Busca uno que se adapte a tu mano (derecha o zurda, tamaño) y a tu estilo (más botones para MMO, más liviano para FPS, inalámbrico vs cable según prefieras).
Teclado: Un teclado mecánico decente puede cambiar tu vida (o al menos, tus partidas y tipeos). La diferencia al tacto entre un mecánico y un membrana genérico es como pasar de manejar un Fitito a un BMW. Si nunca tuviste uno, considerá seriamente dar el salto. Hay opciones económicas con switches Outemu o Kailh que andan muy bien, y otros más premium con Cherry MX, Razer, Logitech Romer-G, etc. Lo principal: feedback táctil y durabilidad. Un buen mecánico soporta 50 millones de pulsaciones, ideal para esos matches intensos de mashar teclas. ¿RGB? Si te gusta la discoteca, adelante, sino también los hay sobrios. ¿Switches azules (clicky) vs rojos (lineales) vs marrones (táctiles)? Es cuestión de gusto; a algunos nos encanta el click clack (aunque tu familia o compañeros de casa quizás no opinen igual 😂). Recordá: un teclado cómodo no solo es para jugar, también para escribir (mira si te inspiras y terminás escribiendo en Tecnovortex sobre tu experiencia armando la PC).
Monitor: Tus ojos merecen cariño. El monitor adecuado depende de tu GPU y de tus preferencias. Para una PC gamer moderna, yo sugiero como mínimo una resolución de 1080p y, algo muy importante, una alta tasa de refresco (mínimo 75 Hz, lo ideal es 144 Hz). La fluidez de jugar a 120/144 FPS en un monitor de 144 Hz es algo que, una vez lo probás, no lo querés soltar. Si tu GPU tiene una potencia decente, un monitor 1080p a 144 Hz es la combinación perfecta. Si apuntaste a una GPU de gama alta y querés más detalle visual, podés ir por un 1440p (2K) a 144 Hz, que es un excelente punto medio entre Full HD y 4K. ¿4K a 144 Hz? Hermoso, pero necesitás una GPU bien potente (RTX 4080/4090 o RX 7900XT/XTX) para aprovecharlo como se debe.
Otra cosa: los paneles. Los paneles TN ofrecen altos Hz a bajo costo, pero con colores y ángulos pobres; los paneles IPS tienen colores excelentes y buenos tiempos de respuesta (hoy en día hay IPS rápidos aptos para eSports); y los paneles VA tienen mejor contraste (negros más profundos), aunque a veces sufren de ghosting. En general, un IPS 144 Hz es una apuesta segura si buscás buena imagen y fluidez.
Y no te olvides del Adaptive Sync: FreeSync o G-Sync (compatible) para evitar el screen tearing si los FPS fluctúan. Por suerte, muchos monitores gamer actuales ya soportan FreeSync (y las placas modernas de Nvidia también lo aprovechan).
Silla: Podrías pensar, “¿Qué tiene que ver una silla con una PC?” Bueno, imaginá una sesión de 4 horas jugando al Witcher 3 o una noche maratónica de CS:GO: si tu silla es mala, tu cuerpo lo va a sentir. Una buena silla gamer o ergonómica es una inversión en tu salud. En nuestro artículo sobre setups ideales, enfatizamos que mantener la salud de la espalda es esencial y dimos algunos consejos para elegir una silla. En resumen: buscá ergonomía y ajustabilidad (altura regulable, respaldo reclinable, apoyabrazos móviles), buen soporte lumbar (cojín lumbar ajustable o una curvatura adecuada del respaldo), materiales duraderos (cuero sintético vs. tela, depende del gusto y el clima, pero que sean de buena calidad) y una base resistente (idealmente de metal, con ruedas firmes). También fijate en el peso y la altura máxima soportada según tu contextura; hay sillas XL para personas altas o pesadas. No tiene que ser una «silla gamer! llena de colores; hay excelentes sillas de oficina ergonómicas. La clave es que puedas sentarte durante horas sin terminar hecho pelota. Tu espalda te lo va a agradecer dentro de 10 años.
Extras: Acá entra todo lo demás: auriculares, micrófono, webcam, gamepad, etc., según lo que necesites. Unos buenos auriculares gamer con sonido envolvente pueden darte una ventaja en los shooters (pasos, disparos) y mejorar muchísimo la inmersión. Hay un dicho que dice: “Si no escucho, no juego”, y es cierto. Podés tener el mejor monitor, pero si tus auriculares son un desastre, te estás perdiendo la mitad de la experiencia. Recomiendo algo como los HyperX Cloud, Logitech G Pro X, Corsair HS, según tu presupuesto. Y si jugás mucho online con amigos, un micrófono decente (ya sea integrado o dedicado) para… ejem… discutir tácticas, es bastante útil.
En resumen para los periféricos: armá un setup equilibrado. No pongas todo en el gabinete y te olvides de lo que está afuera. Lo ideal es destinar parte del presupuesto total al monitor + periféricos de entrada + audio. Una PC de U$D 2000 conectada a periféricos de U$D 100 se siente como una Ferrari con ruedas de bicicleta.
Paso 9: Ensamblaje de la PC paso a paso
Tienes todos los fierros listos, ahora viene la parte divertida (y un poquito estresante la primera vez): el armado. Pero tranquilos, que no es física cuántica. Acá te voy a guiar en los pasos generales para ensamblar tu PC gamer desde cero. Consejo inicial: trabaja en una mesa amplia, con buena luz, tocá algo metálico a tierra para descargar estática (o usa una pulsera antiestática si tenés), tené a mano las herramientas (destornillador philips #2 principalmente) y mucha paciencia. Vamos paso por paso:
- Preparar el gabinete: Quitale los paneles (lateral y frontal si es removible) para tener acceso. Fíjate si el gabinete ya tiene puestos los separadores (standoffs) donde va la placa madre; si no, atorníllalos en los agujeros correspondientes según el tamaño de tu mobo (ATX, mATX). Tip: Los separadores evitan que el reverso de la placa toque el metal del gabinete y produzca cortocircuito. Importantísimo no olvidarlos.
- Instalar el CPU en la motherboard: Coloca la motherboard sobre una superficie plana (sobre la caja de la mobo misma va bien). Levanta la palanquita del socket e inserta el procesador cuidadosamente, alineando la marca (un triangulito dorado en una esquina del CPU con otro en el socket). Si es Intel con pines en el socket, ni toques los pines. Si es AMD con pines en el CPU, mucho cuidado de no doblarlos. El CPU debe caer suavecito en su lugar, nada de forzar. Cierra la palanca de retención. ¡Listo el cerebro en su lugar!
- Colocar el cooler del CPU: Si el procesador trae cooler stock, suele venir con pasta térmica pre-aplicada. Si no, aplica una gotita de pasta térmica del tamaño de un grano de arroz en el centro del CPU. Monta el disipador siguiendo sus instrucciones (cada modelo tiene anclajes distintos, a veces hay que atornillar un backplate, otras solo enganchar). Conecta el cable del ventilador del cooler al header de CPU_FAN en la placa madre.
- Instalar la RAM: Fácil: identifica los slots DDR4/DDR5 en la placa. Si tienes 2 módulos y 4 slots, consulta el manual para saber en cuáles ponerlos para dual-channel (suelen ser el 2do y 4to contando desde el CPU). Abre las trabitas de los slots, alinea la muesca del módulo con la ranura del slot y presiónalo parejo hasta que las trabas hagan clic. No necesita excesiva fuerza, pero sí firmeza con ambos pulgares en los extremos del módulo.
- Instalar el SSD: Si es un M.2 NVMe, busca el slot M.2 en la placa (a veces debajo del disipador M.2 si la placa trae uno). Atornilla el pequeño separador/torniquete en la posición adecuada para el largo del SSD (2280 es el estándar de 80mm). Inserta en un ángulo de 45° el SSD en la ranura M.2, y luego empújalo hacia abajo y fija el tornillito. Si es un SSD SATA de 2.5″, podrías dejar esto para después de montar la placa en el gabinete, dependiendo de dónde van las bahías, pero básicamente se conecta con un cable de datos SATA a la placa y recibe energía de un cable SATA de la fuente.
- Montar la motherboard en el gabinete: Toma la placa madre ya con CPU, cooler, RAM y SSD instalados, y colócala dentro del gabinete alineando que los agujeros coincidan con los separadores que pusimos en el paso 1. No olvides poner primero la plaquita I/O (shield metálico) en la parte trasera del gabinete, esa que trae la mobo para rodear los conectores (USB, HDMI, audio). Alinea bien la placa con esa plaquita y atorníllala con los tornillos adecuados en cada separador. Aprieta firme, pero sin exagerar (no vas a el James Strong aprentando tornillos, que luego cuesta sacarlos o puedes dañar el PCB).
- Instalar la fuente de alimentación: Generalmente va en la parte inferior trasera del gabinete. En casi todos los gabos modernos, la PSU se atornilla desde atrás con 4 tornillos. Asegúrate de orientarla correctamente: habitualmente con el ventilador hacia abajo (si el gabinete tiene rejilla abajo) o hacia adentro (si no tiene rejilla abajo). No la pongas con el fan hacia la chapa cerrada. Atornilla los 4 tornillos para sujetarla.
- Conectar cables principales de la fuente: Desde la PSU, conecta el cable ATX de 24 pines al conector grande de la motherboard, y el cable EPS 8 pines (o 4+4) al conector cerca del CPU que alimenta al procesador. Estos son cruciales. Si tu GPU requiere conectores PCIe (6 u 8 pines), también conecta los cables PCIe modulares correspondientes pero aún no los enchufes a la GPU, porque todavía no la instalamos.
- Conectar cables del panel frontal y otros: Del gabinete salen varios cabecitas: el de power switch, reset, LEDs, USB frontales, audio frontal, etc. Este paso es un poco chino porque son chiquititos. Consulta el manual de la mobo para saber dónde pinchar cada uno (suelen estar todos agrupados en un corner, con etiquetas tipo PWR SW, RESET, HDD LED, etc.). Conecta también cables grandes como USB 3.0 frontal (un conector azul ancho a la placa), audio HD (marcado como HD AUDIO, va a un header normalmente abajo a la izquierda de la mobo). Tómate tu tiempo y usa linterna si hace falta para leer las pequeñas letras.
- Instalar la GPU: ¡Ahora sí la estrella! Identifica en la placa madre la ranura PCI-Express x16 principal (suele ser la primera, la más cercana al CPU). Si el gabinete tiene plaquitas traseras cubriendo los slots de expansión, remueve las necesarias para que el puerto HDMI/DP de la GPU pueda asomar (normalmente 2 slots para una GPU de doble bahía). Toma la tarjeta de video con cariño, alinea la muesca del slot PCIe y empújala firmemente hasta que el slot haga clic con la trabita. Atornilla la GPU al gabinete con los tornillos donde quitaste las plaquitas para que quede bien sujeta (estas placas son pesadas, importante atornillarlas). Finalmente, conecta los cables de alimentación PCIe de la fuente a la GPU (6 u 8 pines, según corresponda; si la fuente es modular asegúrate de usar los cables correctos etiquetados como VGA/PCI-E).
- Verificación final: Revisa que todo esté conectado: 24-pin, 8-pin CPU, cables SATA si tienes discos duros, ventiladores del gabinete (los fans suelen conectarse a la placa base o a un hub), el cable del cooler CPU, etc. Asegura que no haya ningún cable rozando un fan. Si tu gabinete tiene gestión de cables trasera, acomoda lo mejor posible los cables con precintos para que esté prolijo y no obstruya el flujo de aire.
- Momento de la verdad… Prender la PC: Conecta el cable de poder a la fuente, enchufa el monitor a la tarjeta gráfica (muy importante: a la GPU dedicada, no a la salida HDMI de la placa madre, a menos que estés usando gráficos integrados). Conecta teclado y mouse. Asegúrate que la fuente esté en posición de encendido (el switch atrás en “I”). Ahora presiona el botón de power del gabinete… ¡y cruza los dedos!. Si todo va bien, deberías ver luces, fans girando y en pantalla el logo de la motherboard o directamente la BIOS pidiéndote un dispositivo de arranque. Si no enciende, calma: re-chequea cables (el panel frontal Power SW, por ejemplo, por si lo conectaste mal), o escucha si hay pitidos (si la mobo tiene speaker interno) para diagnósticos. La mayoría de las veces, si seguiste todo, booteará de una.
- Instalar sistema operativo y drivers: Suponiendo que encendió y puedes entrar al BIOS, verifica que todo se detecte (RAM, disco, CPU, etc.). Configura la BIOS si necesitas (modo XMP para que la RAM corra a su velocidad, ajustar boot order para instalar el SO, etc.). Ahora instala tu sistema operativo. Lo típico: descargar Windows 10/11 en un pendrive USB (usar la herramienta de Microsoft), bootear desde USB e instalar en tu flamante SSD. Luego, instala los drivers: especialmente el de la tarjeta gráfica (descarga el GeForce Driver o AMD Adrenalin según tu GPU), drivers chipset de la placa base si es necesario, y todos los updates de Windows. Este paso es un poco árido pero esencial para el rendimiento y estabilidad.
- Prueba de fuego – gaming time: Con todo instalado, ¡es hora de estrenar la máquina! Descarga algún juego (Fortnite, CS:GO, el que quieras) o ejecuta un benchmark tipo 3DMark para testear que la temperatura y rendimiento sean correctos. Observa temperaturas con alguna utilidad (HWMonitor, MSI Afterburner). Si todo se mantiene fresco (CPU generalmente <85°C a full load con cooler stock, GPU <80°C dependiendo del modelo) estás perfecto. Y si algo se calienta de más, revisa flujo de aire o pasta térmica. Pero por lo general, a disfrutar se ha dicho. 🎮😎
Sé que son muchos pasos, pero una vez que haces uno, el segundo viene más fácil. Armar una PC es casi terapéutico, piezas encajando, tornillitos, y la satisfacción final de ver tu creación cobrar vida no tiene precio.
Conclusión: La aventura de armar tu propia PC
Armar una PC gamer desde cero es una experiencia gratificante. No sólo ahorras plata (en comparación a comprar un armado prebuilt, y te aseguras de elegir justo lo que quieres), sino que aprendes un montón en el proceso. La primera vez puede asustarnos un poco, pero como vimos, es cuestión de seguir pasos lógicos, tener paciencia y disfrutar del camino. Y créeme, la sensación de presionar Power, ver que bootea, instalar Steam, abrir tu juego favorito y que corra como seda en una máquina que vos ensamblaste, es impagable.
Hablando de guita, guitarra, o viva, armar una PC en Argentina tiene sus temitas por los precios cambiantes. El año pasado vimos la PC Gamer BBB del año pasado que detallamos rondaba los AR$850.000 (unos USD 670), y aun así para el *90% de las personas ese equipo va sobrado en rendimiento y la experiencia del día a día es sensacional*. Hoy en 2025, lamentablemente ya nada es «barato», pero tampoco las consolas son la panacea: una Xbox Series S anda por las nubes y se le empiezan a notar los años. Con una PC de precio similar obtenés mucha más versatilidad. Coincido con la conclusión de aquel artículo: las consolas ya fueron, especialmente ahora que una PC de gama media puede con todo y encima sirve para laburar, estudiar, streamear, lo que necesites.
En Tecnovortex siempre fomentamos el «hacelo vos mismo». Es parte de la cultura de los entusiastas por la informática. Desde ya, no todos tienen el tiempo o las ganas, y armar PCs también es un laburo respetable de los integradores. Pero si te animás, armar tu PC gamer es casi un rito de los gordos compu. Y una vez que le agarrás el gustito, cada par de años vas a estar tentado de actualizar algo: que la RAM, que cambia la placa de video, que pone un SSD más rápido… es un camino de ida.
Espero que esta guía larga (¡gracias por llegar hasta acá 😁) te haya sido útil.
Ahora sí, hora de disfrutar esa flamante PC gamer que armaste. Ajustá ese RGB a tu color favorito, calibrá el monitor, instalá todos tus juegos pendientes y a viciar tranquilo. ¡Bienvenido al PC Master Race, hecho con tus propias manos!
Pedazo de artículo, sigo la página desde que era alt-tab y extrañaba artículos tan grandes y detallados. Gracias por tan buen contenido lo guardó por si algún día necesito repasar algo