Hace ya varios años, cuando Windows 11 salió al mundo, muchos nos entusiasmamos con sus novedades… hasta que nos topamos con la barrera de los requisitos mínimos. En especial, uno llamó la atención (y causó frustración): el famoso TPM 2.0. Este pequeño chip de seguridad, presente sobre todo en PCs a partir de 2016, de pronto se volvió el guardián que decide quién puede y quién no puede instalar Windows 11.

¿El resultado? Millones de computadoras plenamente funcionales, pero sin TPM 2.0, quedaron «fuera del club» de Windows 11. Mi propia PC por entonces – una máquina de 2015 que todavía anda bárbaro – fue declarada «no compatible» por este motivo. Ver el mensaje «Este equipo no cumple con los requisitos…» me cayó como un balde de agua fría. ¿En serio Microsoft pretende que me compre una PC nueva solo por un chip de seguridad que ni siquiera sabía que existía?

No voy a negar la importancia de la seguridad, pero la jugada de Microsoft se sintió como un candado arbitrario. ¿Qué hay de los usuarios con PCs todavía potentes pero sin TPM 2.0? ¿Deben resignarse a quedarse en Windows 10 para siempre? En mi caso, la idea de no poder probar Windows 11 (a pesar de que mi computadora tenía potencia de sobra) me generó bronca y tristeza a partes iguales. «Mi PC, mis reglas», pensé… pero Microsoft no opinaba lo mismo. Por suerte, la historia no termina acá.

Rufus al rescate: la herramienta rebelde y salvadora

Cuando todo pintaba complicado, apareció, como siempre, mi amigo JMF con Rufus al rescate. Yo ya conocía Rufus, pero no sabía que hacía lo que ahora les voy a contar. Para quien no la conozca, Rufus es una aplicación gratuita y de código abierto para Windows que sirve para crear unidades USB de arranque. En criollo: te permite crear un pendrive instalador de sistemas operativos de forma fácil. Esta herramienta existe desde hace años y siempre fue útil, pero nunca brilló tanto como con la llegada de Windows 11. ¿Por qué? Porque Rufus incorporó opciones para sortear las restricciones impuestas por Microsoft en el instalador de Windows 11. ¡Tal cual lees! Donde Microsoft te pone un candado, Rufus te ofrece la llave.

Obviamente que para el mundo IT esto es algo recontra re mil obvio, pero vuelve a tener cierta tendencia ahora que un montón de gente quiere pasarse a Windows 11. Recuerdo que, cuando actualicé Rufus a la versión que metía mano en Windows 11, sentí que ese programita que usaba para grabar ISOs en pendrives se transformó en un héroe inesperado. Rufus integraba funciones especiales (como Registry Tweak y bypass de requisitos) que permiten instalar Windows 11 sin cumplir con el TPM, Secure Boot, RAM mínima, etc. En otras palabras, hacía trampa pero de la buena: modifica el instalador de Windows 11 para que no revise esas exigencias que nos dejaban afuera. Lo que más me gusta es precisamente esa capacidad de eliminar las restricciones impuestas por Microsoft y personalizar la instalación a gusto.

Para que quede claro, resumamos algunas bendiciones de Rufus a la hora de preparar Windows 11:

  • No exige TPM 2.0: Podés instalar Windows 11 aunque tu PC no tenga el chip TPM 2.0.
  • Sin Secure Boot: Si tu BIOS no soporta Secure Boot, no hay drama, Rufus lo omite.
  • RAM mínima flexible: Incluso equipos con menos de 4 GB de RAM pueden intentar la instalación.
  • Cuenta local desde el inicio: Rufus te deja crear un usuario local, saltando la obligación de cuenta Microsoft en la instalación.

En pocas palabras, Rufus convirtió el «no pasás» en «adelante, bienvenido». Fue como un abrazo de solidaridad para los que teníamos PCs «incompatibles». Yo lo veo así: Microsoft levantó un muro, pero Rufus vino con la escalera.

Un usuario común lo logra: mi experiencia (gracias a Rufus)

Te cuento mi historia, que es la de tantos. Al poco tiempo que había salido, tenía ganas de probar Windows 11 en mi vieja pero fiel PC de 2015. Ya había instalado Windows 10 varias veces en esa PC, así que pensé: «No debería ser tan distinto». Bajé la ISO oficial de Windows 11, preparé mi café… y al correr la herramienta de instalación, chan: el temido mensaje de que mi PC no cumplía con los requisitos por falta de TPM 2.0. Cero posibilidad de seguir. Casi escupo el café. ¿Así de una me cierran la puerta?

A ver, no se trataba de una PC tan vieja (en ese entonces). Hablamos de un Core i7 4790K puesto en una ASUS Maximus V Hero con 32 GB de RAM que funcionaba de mil maravillas por entonces. Por un tiempo me resigné, pero leyendo en foros y grupos tech aparecieron comentarios sobre Rufus. Ya lo conocía de nombre y después de hablar con mi gurú tecnológico terminé de conocer su «poder oculto». Así que decidí darle una chance antes de tirar la toalla o gastar en hardware nuevo. Descargué Rufus, enchufé un pendrive vacío de 8 GB y seleccioné la ISO de Windows 11. Para mi sorpresa, en la interfaz de Rufus aparecieron opciones extra relacionadas con Windows 11.

Ahí estaban, frente a mí, un par de casillas mágicas: «Remove requirement for 4GB+ RAM, Secure Boot and TPM 2.0» y «Remove requirement for an online Microsoft account», entre otras. ¡Justo lo que necesitaba! Marqué la opción de quitar el requisito de TPM/Secure Boot (y de yapa, la de cuenta en línea, porque ¿quién quiere obligatoriamente vincularse sí o sí?) y le di Start con una mezcla de esperanza y nervios. Rufus trabajó un ratito creando el USB booteable personalizado… y listo, pendrive preparado.

La interfaz de Rufus. Sencilla, vetusta, pero funcional!

Ahí es donde intenté actualizar el Windows 10 a Windows 11 y para mi alegría, el instalador de Windows 11 corrió sin quejarse por TPM ni nada. No hubo cartel de error ni bloqueos: pude particionar el disco y seguir todos los pasos como si estuviera en una PC «soportada». Después de unos minutos, mi vieja máquina arrancó con el escritorio flamante de Windows 11. ¡No lo podía creer! Funcionaba suave y estable, como cualquier instalación normal. En ese momento, juro que solté un «¡gracias, Rufus!» en voz alta. Mi perro me miró raro, pero yo estaba feliz.

Me sentí un poco como haciendo trampa en un juego, solo que acá nadie sale perjudicado. Microsoft dirá «no es compatible, atente a las consecuencias», pero la realidad es que hasta la fecha Windows 11 corre de maravilla en mi equipo (que sigo usando para pruebas porque es una maravilla). Las actualizaciones de Windows Update incluso siguen llegando. En resumen, logré lo que parecía imposible: tener Windows 11 en una PC viejita y sin TPM, y todo gracias a Rufus.

Rompiendo las barreras y devolviendo el control al usuario

Esta experiencia me dejó una enseñanza muy clara sobre la tecnología y el poder de la comunidad. Microsoft impuso barreras pensando (quizás) en la seguridad y en empujar nuevos equipos, pero herramientas como Rufus demuestran que esas barreras se pueden romper. Al final del día, mi PC es mía, y decidir instalarle Windows 11 debería ser mi elección, no la de una corporación. Rufus encarna justamente esa filosofía: es la herramienta rebelde que rompe las cadenas impuestas por Microsoft y le devuelve el control al usuario. Con Rufus, podemos instalar Windows 11 bajo nuestras propias reglas, sin pedir permiso a nadie. Y lo mejor de todo, al final obtenemos Windows 11 funcionando «sin las limitaciones impuestas por Microsoft» en el proceso de instalación.

Rufus es el gigante que destroza las limitaciones de otro gigante…

Pienso en cuánta gente pudo aprovechar su PC «no compatible» gracias a este software. Seguramente muchísimos entusiastas, técnicos e incluso usuarios casuales lograron extender la vida útil de sus computadoras, evitar gastos innecesarios y disfrutar de Windows 11 sin trabas. Todo porque alguien, en algún lugar, dijo «vamos a hacerlo posible». Ese alguien es el desarrollador (y colaboradores) de Rufus, a quienes estoy profundamente agradecido. ¡Gracias por tu trabajo desinteresado, genio! Gracias a vos, hoy mi PC del 2015 luce Windows 11 y me demuestra que la obsolescencia impuesta se podía desafiar.

Si bien debí escribir este tributo a Rufus hace años, no lo hice, pero a la vez, con el fin de soporte de Windows 10 por parte de Microsoft y el nuevo «hype» de Windows 11 es buen momento para recordar este maravilloso software. el cual, en un mundo donde a veces las empresas nos quitan opciones, Rufus nos las devuelve. Cada vez que veo el logo de Windows 11 cargando en mi computadora «vieja», recuerdo que fue la comunidad quien se puso de nuestro lado. Rufus es un pequeño gran símbolo de libertad tecnológica. Y desde este rincón de la interné, quería celebrarlo.

¡Gracias, Rufus, por recordarnos que las barreras están para romperse!

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