Uno de los grandes problemas con la realidad virtual es que muchos de los géneros que funcionan perfecto en una pantalla tradicional generan mucha incomodidad y mareos al tratar de llevarlos a esta modalidad. Probablemente el tipo de juego que más sufre de esto es también uno de los más exitosos, me refiero a los first-person shooters (o FPS, como le decimos en el mundillo).

Lo que sucede es bastante simple de explicar: tu cuerpo recibe información contradictoria y no sabe bien cómo reaccionar. Por un lado estás viendo que te mueves y por otro los demás sentidos saben que estás parado en el lugar.

Esto no es algo fácil de solucionar obviamente, y lo que se busca es conseguir formas que te puedas trasladar de un lado al otro sin que tu personaje camine. En cierto estilo de juegos, donde no se pierde el sentido de los mismos, se le permite al jugador teletransportarse, pero no hace falta tener un Nobel en física para saber que esto no funciona en los FPS tradicionales.

Sin encontrar una solución adecuada, los desarrolladores han intentado traernos experiencias similares a un FPS, pero para evitar que las náuseas sean nuestro pan de cada día, limitaron el movimiento en sus juegos, a tal punto que la primera generación de juegos de disparos está saturada de wave shooters donde no existe ningún tipo de movimiento.

High Voltage Software al rescate

Los desarrolladores de este título no son novatos en esto de los shooters. En el 2009 lanzaron The Conduit, uno de los juegos más esperados de Wii que aportó una buena vuelta de tuerca al uso de los controles. Con la misma creatividad que atacó la pequeña consola de Nintendo, nos presenta Damaged Core.

En el breve tutorial que sirve de introducción a la historia del juego, nos enteramos que somos un programa con un único propósito, encontrar y destruir al Core, una peligrosa inteligencia artificial que está tratando de destruir a la humanidad.

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Siendo un programa no tenemos una presencia física, pero nuestra principal habilidad es poder hackear otras inteligencias artificiales, tomando el control de ellas y sus cuerpos. Robots de ataque de todo tipo, torretas y naves estarán a nuestra merced, aunque darán pelea. Las entidades hackeadas harán todo lo posible por resistir nuestro ataque, y su primer mecanismo de defensa será inmovilizarnos.

Con esta historia y enfoque los desarrolladores del juego lograron varias cosas. Nos permiten movernos de punta a punta en los niveles, dándole muy buen dinamismo a la experiencia, y evitan que nos sintamos mareados al hacerlo.

Damaged Core es muy divertido, y a menos que tengas una silla giratoria vas a querer jugarlo de pie, ya que cada vez que tomas posesión de un robot, estarás parado en el medio del campo de batalla, con enemigos en todas las direcciones. Esta mecánica funciona muy bien, pero como es de esperar en algunos momentos te deja desorientado y cuesta encontrar tus objetivos. Hay dos cosas que en parte solucionan esto. Una es el muy buen uso de sonido posicional y la otra es que hay drones posicionados en puntos altos, que al capturarlos te dan una buena perspectiva del campo de batalla.

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Donde el juego tiene espacio de mejora es en su variedad de misiones, muchas son de proteger y escoltar aliados, y como sucede prácticamente con todos los FPS modernos, se siente lineal. Si bien los gráficos y algunas transiciones en las animaciones no son las mejores del mercado, la dinámica y excelente jugabilidad pesan mucho más que esto.

Damaged Core es un FPS con todas las letras, que consiguió dejarnos disfrutar de uno de los géneros más populares sin los habituales problemas en VR. Es rápido, dinámico y una recomendación segura para cualquiera que tenga un casco de realidad virtual.

Más información: Damaged Core en Oculus.com

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